jueves. 25.04.2024
casado ayuso
 

MARIO REGIDOR | ¿Bueno, bueno, bueno… Parece que tenemos un lío curioso montado en el Partido Popular (PP) a cuenta de la sempiterna lucha de egos entre dos viejos amigos y dos “invitados”. Los dos grandes amigos son (o, mejor dicho, eran…) Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado y los dos invitados son Miguel Ángel Rodríguez y Teodoro García Egea.

En esencia, esto era un conflicto que se había estado larvando desde hace meses y que había tenido varios estallidos de distinta intensidad hasta la bomba de esta semana pasada. Todo tiene un tufo de “Gestapo” importante por parte de la dirección nacional del PP, comandada por nuestro murciano universal, el señor García Egea. Y, sobre todo, porque llueve sobre mojado ya que, esto tiene el sello del mismo “modus operandi” que condenó a Cristina Cifuentes al ostracismo político por unas cremas robadas cuyo vídeo fue convenientemente publicitado en el momento oportuno. Pero, conviene tener en cuenta varios matices importantes que diferencian uno y otro hecho. Para empezar, Ayuso no es Cifuentes, para nada y no me refiero como política, sino por el nivel de conocimiento y satisfacción con su persona que goza en su comunidad y en otras regiones de España. Ayuso en este terreno gana por goleada y eso se aprecia porque, partiendo de la base de que el común de los votantes del PP no merma su asiduidad a las urnas en favor de su partido, por muchos casos de corrupción a los que le condenen a lo largo del tiempo, no es menos cierto que, en el caso de Cifuentes, el delito era flagrante y en el caso de Ayuso, lo tendrán que dilucidar los tribunales, pero el nivel de santificación del que goza su persona se ha demostrado a lo largo del tiempo, sobre todo, con los resultados de las últimas elecciones autonómicas celebradas el 4 de mayo en donde se quedó a las puertas de la mayoría absoluta y su lucha por una “libertad” mal entendida y confundida con libertinaje del que, hasta su propio hermano, parece haberse aprovechado.

Casado y, sobre todo, García Egea no han sabido parar los pies a una lideresa a la que ellos, y solo ellos, sobre todo Casado, colocaron en la rampa de salida apelando a la amistad, más que a la valía política y que permitieron dejarla en manos de un “resurgido de las cenizas” como el primer secretario de estado de comunicación del Aznar y portavoz del gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, que ha dejado a cualquier jefe de gabinete que se precie a la altura de sus rodillas con sucesivos golpes de mano que Ayuso ha sabido rentabilizar maniatando a la dirección de su partido.

Más allá de las deslealtades manifiestas entre uno y otro bando, las torpezas políticas de la dirección nacional y el miedo cerval que se desprende en toda la columna vertebral de Génova 13 ha llevado a Pablo Casado a cerrar un expediente informativo abierto contra Ayuso justo el día después de haberlo anunciado, lo cual no hace sino aumentar su debilidad cara a su ex amiga y, sobre todo, cara a numerosos barones regionales que habían amenazado con anticipar el congreso a celebrar en verano con el miedo a que Pedro Sánchez convocara elecciones en fechas próximas en mitad del marasmo en el que se encuentra el partido conservador.

Que conste, lo que ha hecho Ayuso, o su hermano, podrían ser hechos constitutivos de delito, pero esto lo tendrán que dilucidar los tribunales ya que, tanto PSOE, Unidas Podemos y Más Madrid han presentado diversas denuncias ante Fiscalía y se tendrá que pronunciar en el momento procesal oportuno, pero nada de eso parece importar ya al electorado del PP que se ha venido manifestando en apoyo de Ayuso en la sede de Génova 13 y al que, interrogado en una encuesta publicada en el Confidencial, con una premura asombrosa, encumbra a la presidenta en detrimento de Casado.

Otro curioso papel es el jugado por ciertos medios de comunicación, cuyas líneas editoriales, están cerca de posturas económicas y sociales tradicionalmente defendidas por el PP, ya hayan pedido la cabeza de García Egea e, incluso, hayan salido personalidades muy importantes dentro del PP como es el caso de Esperanza Aguirre y Cayetana Álvarez de Toledo, que han tirado más arriba en la petición de responsabilidades. Hay muchas opiniones que determinan que sólo puede quedar uno en este combate fratricida.

A día de hoy parece que, después del toque de atención de numerosos barones regionales, Casado se ha visto obligado a recular, con el fin de mantener prietas las filas, pero personalmente, creo que el conflicto se cerrará en falso y dentro de unos meses, quizás coincidiendo con el congreso, presumiblemente anticipado y extraordinario del partido, podría volver a reactivarse con grave peligro de “sorpasso” en próximas encuestas por parte de Vox, como ya adelanta El Español de Pedro J. Ramírez en su edición de este pasado domingo. No obstante, si Casado no expulsa a Ayuso del partido, más tarde o más temprano, pondrá su cargo orgánico y la representatividad política que atesora, en tela de juicio y su debilidad se acrecentaría. En este sentido, conviene recordar el recorrido judicial que se pueda alumbrar con el proceso.

Es posible que la retirada de Casado y Egea frente a Ayuso, no sea sino una maniobra para ganar tiempo a ver si algún juzgado la imputa con lo que el armar el relato para apartarla de la candidatura a las elecciones regionales de 2023, podría quedar mejor expuesto porque si no, la verdad es que no alcanzo a explicármelo, más allá de un pánico atroz a la reacción de distintas personalidades y barones regionales posiblemente alineados en torno a Ayuso.

En el titular del presente artículo preguntaba si solo podía quedar uno. En mi modesta opinión, más tarde o más temprano, no va a quedar ninguno. Es más, ahora que muchos encumbran a Ayuso como candidata contra Pedro Sánchez, creo que ninguno será finalmente el que se enfrente al actual presidente del gobierno y, para el PP, quizás sea mejor así. El futuro de Ayuso, más allá del judicial, que a sus acólitos no importa lo más mínimo, creo que se encuentra fuera de las filas del PP. Es que no cabe otra.

Casado ya es poco menos que un cadáver político, pero a Ayuso no le van a dejar ocupar ese liderazgo a nivel nacional, sobre todo, porque es posible que el reflejo de apoyos de que goza ésta en la capital del reino, pueda tener su correspondencia en otras regiones y, en este caso, el fundar un nuevo partido que cuente con Cayetana Álvarez de Toledo y Esperanza Aguirre en sus filas y que puedan encabezar la lista al congreso en unas eventuales elecciones generales podría llegar a darle un buen número de diputados que incluso, pudieran convertirse en decisivos a la hora de generar nuevas mayorías de gobierno. No obstante, esto no deja de ser una mera elucubración.

Lo que sí puedo asegurar es que el asunto todavía no ha acabado, aunque esta crisis se cierre y se escenifique apropiadamente. Este lunes tenemos reunión del Comité Directivo del PP y veremos qué decisiones toman, aunque la idea de un Congreso Extraordinario que ponga en serio riesgo el liderazgo de Pablo Casado está encima de la mesa. Quedan muchas sesiones de juego y la política no es una ciencia exacta, en especial, porque dependen de seres humanos cuyas motivaciones, en múltiples ocasiones, no tienen nada que ver con el interés general.

Por eso, me reafirmo en lo dicho anteriormente. Creo que ni Ayuso, ni Casado se enfrentarán a Pedro Sánchez en las próximas elecciones generales, al menos comandando las filas del PP, en especial si éste mantiene el calendario sin anticipaciones ya que dará tiempo a la celebración de congresos en el PP y a que la situación pueda llegar a enquistarse más o, si se soluciona en falso, tener un rebrote pasados unos meses.

¿Sólo puede quedar uno?