viernes. 29.03.2024
Captura
Feijóo con el contrabandista Dorado, en la embarcación de este (1995)

Alberto Núñez Feijóo ha dejado un gobierno autonómico para dar el salto a la política nacional. En Galicia el emblema del PP se difuminaba y se realzaba por contra la figura del candidato. Se asumía el desgaste del partido y se rentabilizaba el capital de su líder territorial. El sucesor de Fraga se ha mostrado desde siempre bastante indeciso. Con lágrimas en los ojos dijo deberse a los gallegos para no disputar unas reñidas primarias a la presidencia nacional. Tras la salida de Casado, ganador ocasional por el duelo entre Cospedal y Santamaria, Feijóo puso como condición ser candidato único.

Alguien que impone una candidatura en solitario no debe fiarse mucho de su mundo y aún menos de quienes manejan los hilos del partido sin tener cargos que así lo justifiquen. Ambas desconfianzas parecen certeras. No ha sabido mantener su oferta de diálogo para formalizar pactos en cuestiones importantes. Se sale por la tangente cuando le preguntan por temas espinosos, debiéndose a la cerámica para no hablar de Zaplana sin ir más lejos.

En el PP no se va nadie hasta que les echan sus correligionarios (…) Muchos pensaban que la comprometedora foto de Feijóo en un yate podría ser su despeñadero

Al día de hoy se desconocen sus líneas programáticas. Casi hace bien ocultándolas, porque así tiene que desdecirse menos, al carecer de ningún criterio estable que oriente unas u otras directrices. Renegar de cuanto haga el gobierno y desacreditarlo de oficio para ser su única brújula. Teme que Vox le coma el terreno, una vez desarticulado Ciudadanos y ganado el espacio de centro. Su inseguridad le hace dar tumbos y palos de ciego.

No es difícil aventurar su futuro. Si se mantiene como cabeza de cartel y pierde las próximas elecciones autonómicas, el partido cuenta con una líder que nunca titubea y se crece ante las adversidades, al saber convertir errores de bulto en aciertos indiscutibles. Ayuso, tras ganar de calle las elecciones madrileñas, podrá prestarse a presidir España, ya no desde Madrid, sino de La Moncloa. Moreno podría presidir el partido, para compensar con Andalucía la pérdida del indiscutible peso que tenía Galicia.

En el PP no se va nadie hasta que les echan sus correligionarios. De repente sacan un vídeo de alguien llevándose una cleptómana que se lleva unas cremas y tiene que dimitir forzosamente, tras haber capeado con un escándalo mayúsculo en el recinto universitario. Muchos pensaban que la comprometedora foto de Feijóo en un yate podría ser su despeñadero. Quizá no diera de sí. Pero en cualquier caso no hará falta recurrir a nada preciso. Su falta de autoestima será suficiente, al verse manipulado por gentes que andan sobradas de lo contrario.

Es muy inseguro e inestable para ser un cínico redomado y por eso mismo se deja manipular por quienes aparentan un respaldo que le quitarán en cuanto les convenga

La borrascosa marcha de Casado supuso todo un aviso para navegantes. Para oficiar como timonel no te tiene que temblar el pulso. Bien al contrario requiere tener una desmentida confianza en uno mismo y aprender a decir cualquier cosa o su contraria como si realmente pudieras creer en ambas al mismo tiempo. Algo que algunos filósofos negaron a la propia divinidad, cuya omnipotencia no podría vulnerar el principio de contradicción, según recuerda Wittgenstein en un aforismo de su Tractatus.

Pero una cosa es contradecirse sin pestañear y otra muy distinta parapetarse tras una excusa que no convence a nadie, incluyendo a quien te la ha musitado. Feijóo no es Trump ni Bolsonaro. Si pierde las elecciones, nadie respaldará que las ha ganado, ni siquiera él mismo. Para eso hay que valer o tener suficientes apoyos. En su caso las dos cosas parecen brillar por su ausencia. Es muy inseguro e inestable para ser un cínico redomado y por eso mismo se deja manipular por quienes aparentan un respaldo que le quitarán en cuanto les convenga.

La merecida prejubilación de Feijóo