jueves. 25.04.2024

Queda mucho tiempo para las elecciones generales, por lo que pueden pasar muchas cosas. Por ello, todos los sondeos electorales que vaticinan un triunfo de Feijóo, cual si fuera la ley de gravedad, hay que dejarlos en suspenso.

Obviamente hay que tenerlos en cuenta, pero también hay que valorar quiénes son los que los realizan. Al respecto resulta muy aleccionador el artículo publicado en este mismo medio de Jesús Parra titulado Desmontando a Marhuenda, en el que destroza sin concesiones una encuesta encargada por el periódico La Razón:  

“Hago referencia a esa empresa de opinión “NCReport”, porque por ella pude descubrir, no “la banalidad del mal” (expresión acuñada por Hannah Arendt), sino “la banalidad de unas encuestas inexistentes”, no realizadas por la empresa, pero sí publicadas, día sí y otro también en tiempo de elecciones, por el diario “La Razón”.

Pero, me quiero referir hoy a las izquierdas y hacerles unas advertencias de un ciudadano de a pie

Encuestas con simples datos, sin ficha técnica alguna, siempre en contra de Zapatero y los socialistas y a favor de Rajoy y del PP”. Mas, lo que parece claro es que Feijóo, cuanto más tiempo pasa, más se van debilitando sus expectativas electorales, sobre todo, por su insolvencia, aunque también por mala fe.

Los españoles deberíamos preguntarnos: ¿Está preparado para dirigir el gobierno de España? De la primera, de la insolvencia, ha dado muestras más que suficientes. Acaba de pedir al Gobierno que recupere la deducción fiscal en el IRPF por la compra de una vivienda habitual. Una desgravación que eliminó por última vez el Gobierno de Mariano Rajoy en el año 2012 (se hizo efectivo el 1 de enero de 2013), aunque Feijóo haya dicho este jueves que esto "se vino haciendo en los últimos años hasta que llegó el PSOE y el presidente Sánchez". 

En cuanto a la segunda, la mala fe, se manifiesta en no haber apoyado que se saquen los restos de Queipo de Llano de la basílica de la Macarena de Sevilla. En su lugar ha criticado al Gobierno de Pedro Sánchez al asegurar que prefiere "hablar de los vivos y dejar a los muertos en paz". ¿Dónde está la moderación de Feijóo? Sigue igual a sus predecesores en el PP. En un debate preelectoral Rajoy mostró su desprecio aduciendo que la Ley de la Memoria Histórica (LMH) «no interesa a nadie».

Y con anterioridad Miguel Ángel Rodríguez, portavoz que fue del Gobierno de Aznar entre 1996-1998 en el programa 59 segundos de TVE:”En plena época de Internet y de la Play Station, es estúpido que a estas alturas estemos recordando lo que pasó hace 70 años”. Una vez más, la derecha pone de manifiesto que no le gusta hablar de memoria histórica, pues ello es tanto como aludir a sus raíces ideológicas y personales. Tiene auténtico pavor a cortar su cordón umbilical con el franquismo. Nuestra democracia tiene un grave problema, ya que en el PP no ha penetrado en profundidad la esencia de la democracia. Deberían sus dirigentes apuntarse a un curso de “Nociones sobre la democracia”. Y la institución más adecuada para impartirse podría ser  FAES.

Señor Feijóo, no es lo mismo gobernar en Galicia, con todo controlado, que saltar a la política nacional, a la capital de España. Madrid es mucho Madrid. Aquí  la política es mucho más compleja.  Hay muchos tiburones sueltos en las aguas turbulentas de la política madrileña, prestos a devorarte, y probablemente el más peligroso está en tu propia casa. Hay que venir aprendido.

Pero, me quiero referir hoy a las izquierdas y hacerles unas advertencias de un ciudadano de a pie. De entrada, vamos a aclararnos. Salvo hooligans despistados y quienes todavía aspiran a asaltar los cielos, nadie hoy en 2022  debería ubicar al PSOE en otro espacio político que no sea en la izquierda, y también tener claro que el PSOE es el único partido que tiene capacidad para vertebrar gobiernos progresistas.

Recurriré  a Antonio Gramsci, el cual  decía dirigiéndose a las izquierdas: ““Instrúyanse, porque necesitaremos de toda su inteligencia; agítense, porque necesitaremos de todo su entusiasmo; y organícense, porque necesitaremos de toda su fuerza”. No se pueden decir más cosas en menos palabras. Y que las izquierdas españolas deberían leer, reflexionar y sacar las conclusiones para su acción política.

De momento las izquierdas actuales andan totalmente desunidas, cuando no enfrentadas

Por ello, las izquierdas deberían instruirse y usar toda su inteligencia para diseñar un discurso suficientemente bien trabado y atractivo para enfrentarlo al de las derechas. Y no ir a remolque de ellas. Decía Antonio Machado en su libro Juan de Mairena: “En España —no lo olvidemos— la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie.

Nuestros políticos llamados de izquierda —digámoslo de pasada— rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro. Las izquierdas  deberían también estar suficientemente agitadas y sensibilizadas ante las gravísimas secuelas de un posible gobierno de PP-Vox. Si lo estuvieran, es seguro que se organizarían adecuadamente y se presentarían unidas.

Y de momento las izquierdas actuales andan totalmente desunidas, cuando no enfrentadas. Especialmente en el espacio a la izquierda del PSOE. Como acierta de pleno Manuel Martínez Morales en un reciente artículo publicado en El Periódico de Aragón titulado El futuro electoral de la izquierda; “Pues bien, puedo predecir, sin demasiado riesgo a equivocarme, que si la izquierda a la izquierda del PSOE nos da en mayo un espectáculo similar al que Adelante Andalucía y Por Andalucía han protagonizado el pasado 19 de junio en la comunidad que empieza en Despeñaperros, ya puede Yolanda Díaz vestirse de lagarterana que no conseguirá que funcione su proyecto Sumar en las generales de noviembre, haciendo difícil la continuidad del gobierno progresista de coalición”. Sería patético.

¡Qué contraste con las derechas! Las derechas están muy bien instruidas y tienen un relato muy claro, que podríamos resumir: bandera, rebaja de impuestos, deslegitimación de un  gobierno con podemitas y apoyo de Bildu-filoetarras-, ERC-golpistas- y la inflación.

También están muy agitadas, pero para defender los intereses de las élites económicas, no de la gran mayoría de la población. Las derechas y la ultraderecha han vuelto a cargar en bloque este pasado jueves contra los nuevos impuestos a la banca y las empresas eléctricas. Lo tienen muy claro. Españolito de a pie, para ti te dedico con todo el respeto esta frase de Leonard Cohen: “A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están al otro lado”,

Las derechas están también muy bien organizadas. Ya está claro que tras las elecciones pactarán PP-VOX. En campaña electoral se critican, se “tiran los trastos a la cabeza”, pero al final pactarán.Tampoco esta actuación de las derechas es una novedad. Como señala con crudeza y verdad contundentes, el escritor, filósofo y periodista colombiano Arturo Guerrero en su artículo Extrema derecha, aquí, allá, acullá, en el periódico de Bogotá El Espectador, en cuanto a la derecha no ha existido gente más disciplinada, organizada y fundida. Es monolítica por instinto. Sabe muy bien, está muy acostumbrada, para qué sirve el poder. Con él puede acumular el dinero.

Su olfato por el dinero está muy desarrollado. Es argamasa de unidad inquebrantable. En cuanto a la izquierda no ha habido gente más dividida, canibalizada y dispersa. La izquierda cree en la deliberación interna, pues el objetivo de gobierno y de repartición está muy lejos. Le sucede como al Nadaísmo, corriente literaria colombiana integrada por cuatro poetas que estaba dividida en cinco tendencias. Para unir a las izquierdas es menester someterlos a régimen militar, al Gulag, a la KGB, a los escuadrones que tiemblan ante comandantes todopoderosos. De otro modo, las izquierdas funcionan en plural. Seria una auténtica catástrofe para España, que las izquierdas españolas no tuvieran en cuanta las advertencias  de Gramsci.

Las izquierdas también adolecen de falta de autocrítica a la hora de explicar y justificar sus fracasos. Uno de sus argumentos exculpatorios más usado, lo expresa Marcos Roitman Rosenmann en un artículo  publicado en el periódico de México La Jornada, titulado ¿Debe la prensa de derecha servir a la izquierda? El título es obviamente provocador. Nos dice: “Siempre acaban por culpar a la prensa de derecha de sus malos resultados. Ejemplos: en Chile, los medios de comunicación, en manos de dos grupos empresariales,  han manipulado a la población para rechazar el borrador constitucional.

En España, Podemos achaca su debacle a la persecución mediática. Una campaña premeditada, subrayan, de la derecha a través de sus medios de información y las cloacas del régimen”. Roitman se hace una pregunta, que tendría que ser innecesaria para la izquierda: ¿Qué ocurre si falla tal argumento?  En Colombia la prensa de derechas no hizo campaña a favor de Gustavo Petro, ni en Perú a favor  de Pedro Castillo, ni  en Bolivia a favor Luis Arce, 

La evidencia no cuadra. Prosigue: “¿Alguna vez en la historia del capitalismo sus medios de comunicación han tenido un comportamiento democrático?" Para las clases dominantes y las empresas trasnacionales la democracia es un eufemismo. Los medios de comunicación, no nos engañemos, son armas de destrucción masiva. Disparan a discreción y tienen perfectamente calibrado el blanco. Sea contra una reforma fiscal progresiva, una mayor inversión pública en sanidad, vivienda, educación o una subida salarial. Los medios de información de la derecha-  en España tenemos abundantes ejemplos: los Valles, Quintana, Griso, Ferreras, Herrera, Marhuenda…- no dan tregua.

A ella, hoy se unen los multimillonarios del capitalismo digital. Bill Gates, George Soros, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Elon Musk. El poder no renunciará nunca a las campañas del miedo y la desinformación. Jugar con las emociones y el dolor forma parte de la guerra sicológica, para quebrar voluntades y anular la conciencia crítica. Quienes se proclaman víctimas de la derecha mediática harían mejor en diseñar una estrategia que rompa su inercia paralizante. Hay que asumir responsabilidades. Parafraseando a Paulo Freire, hacer pedagogía política, o como señala Pablo González Casanova: pensar para ganar.

Pongamos ejemplos de pedagogía política para replicar y contrarrestar el relato de la derecha. La derecha política, mediática y económica ha impuesto su agenda política. Se habla de lo que ella quiere, cuando quiere y de la manera que quiere. Para alcanzar el poder hay que imponer el relato. Sus temas antes citados: la fiscalidad; un gobierno con populistas, y apoyados por Bildu –herederos de ETA– e independentistas y la inflación. Y la izquierda va a remolque.

Sobre la fiscalidad. La derecha aduce: “Rebaja de impuestos”. “Los impuestos son malos”. “Donde mejor está el dinero es el bolsillo de los ciudadano”. “El gobierno se forra”. «Debemos salir de este infierno fiscal». La derecha dice pocas cosas, pero las repite constantemente y al final calan. Lo de menos es que sean verdad o no. Mas, tras lo ocurrido a la exprimer ministra inglesa Truss, reculan.

De momento.  En su programa electoral de 2019: Aprobaremos una rebaja fiscal del IRPF a todos los contribuyentes. El tipo máximo por debajo del 40%" (página 15, propuesta 16). Esa es la rebaja que proponía Truss. Y la propuesta número 17: "Impulsaremos una rebaja del Impuesto de Sociedades, el tipo máximo por debajo del 20%". Justamente la planteada por Truss.

Ahora en un ejercicio de transfuguismo político, Cuca Gamarra,  se  declara socialdemócrata. Pronto se declarará social-comunista. Alucinante. Decía Antonio Machado: “Se miente más que se engaña; y se gasta más saliva de la necesaria…Si nuestros políticos comprendieran bien la intención de esta sentencia, ahorrarían las dos terceras partes, por lo menos, de su actividad política”. Ahí tiene que intervenir con coraje la izquierda, defendiendo sus principios.

El programa de los partidos independentistas vascos y catalanes es la creación de sendos estados independientes de España, pero, es una propuesta que la impide nuestra Constitución

¿Dónde está ese infierno fiscal? Miremos a los países de la Unión Europea, no a los subsaharianos. La presión fiscal en España es el 37,5% del PIB, y la media de la UE es del 41,3% y en Francia del 47,5%. Somos los primeros en fraude fiscal, que supera ligeramente el 20% del PIB, una pérdida superior a los 60.000 millones de euros anuales. Este sí que es un auténtico infierno fiscal. Obviamente la derecha hace populismo fiscal. Y en esa trampa cae parte de la izquierda. Mas,esta debería mantener sus principios y defenderlos con una pedagogía adecuada, y recordar a los ciudadanos las funciones de los impuestos. Son el principal instrumento de los Estados para redistribuir la riqueza y paliar las injusticias. Sin una política impositiva progresiva y redistribuidora es imposible garantizar la igualdad de oportunidades y mantener el Estado de bienestar.

Pasemos a otro mantra de la derecha. Un gobierno con populistas, y apoyado por Bildu –herederos de ETA– e independentistas. Fuera de Euskadi y Cataluña este mensaje cala hasta en parte de la militancia y de los dirigentes socialistas, ya que algunos de sus barones se lamentan de esas «malas compañías». Aquí hay que hacer también mucha pedagogía. En cuanto a Unidas Podemos sus iniciativas políticas son escrupulosamente socialdemócratas. Una de las lacras de nuestra democracia fue el terrorismo de ETA. De su desaparición todos los españoles nos deberíamos sentimos satisfechos. La democracia usó los medios policiales y judiciales e instó al mundo terrorista a defender sus ideas abandonando las armas y sustituyéndolas por la palabra y las urnas. Así lo hicieron y participaron en la democracia. Las normas de participación política y las leyes electorales hicieron el resto: legalizar a Bildu, porque sus ideas, nos gusten o no, no están prohibidas y son tan legítimas como las de Vox.

La primera tarea de la izquierdas  españolas, enmarcadas en el espacio socialdemócrata, en absoluto son como nos tratan de vender los medios que son la extrema izquierda, hoy debería ser recordar y explicar a la sociedad sin miedo y con plena convicción los éxitos  de la socialdemocracia del siglo XX, y las posibles consecuencias de desmantelarlos

El programa de los partidos independentistas vascos y catalanes es la creación de sendos estados independientes de España, pero, es una propuesta que la impide nuestra Constitución. Y por último, señor Emiliano García-Page sin esas “malas compañías”, me podría decir usted: ¿cómo el Gobierno de coalición habría aprobado sus políticas sociales: Ertes, ingreso mínimo vital, subida del salario mínimo interprofesional, revalorización de las pensiones, reforma laboral y las ayudas para hacer frente a la inflación...? Y muchos de los millones beneficiados de ellas prefieren a un partido que las votó en contra. ¡Otra paradoja!

Sobre la inflación. Con ella, según la derecha “el Gobierno nos está empobreciendo”. Idea que cala. Pero, que sea un problema global, le da igual. Nuevamente hay que recurrir a la pedagogía. La tasa de inflación interanual de la eurozona fue en septiembre del 10%, un nuevo récord histórico. En España del 9%, 1,5 puntos inferior a la del mes anterior. Y en el mes de octubre ha sido del 7,3%. No entro en sus causas, subida de los carburantes, la electricidad, alimentos, pero hay dos informes, uno de la COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos) y otro de CCOO, donde señalan la especulación empresarial. Además el Gobierno ha puesto en marcha una avalancha de medidas para combatir la inflación, que la mayoría de los españoles las apoya, como antes he dicho.

La primera tarea de la izquierdas  españolas, enmarcadas en el espacio socialdemócrata, en absoluto son como nos tratan de vender los medios que son la extrema izquierda, hoy debería ser recordar y explicar a la sociedad sin miedo y con plena convicción los éxitos  de la socialdemocracia del siglo XX, y las posibles consecuencias de desmantelarlos. La socialdemocracia tiene muchas cosas que conservar. Es la derecha la que ha heredado el ambicioso afán modernista de destruirlas. Los socialdemócratas, modestos en estilo y ambición, han de hablar con más firmeza de las ganancias anteriores: el Estado de servicios sociales, la construcción de un sector público con servicios  que promueven nuestra identidad colectiva, la institución del welfare como una cuestión de derecho y su provisión como un deber social. No son logros menores.

Que estos éxitos fueran incompletos, no nos debería preocupar. Si hemos aprendido algo del siglo XX, al menos debería ser que cuanto más perfecta es la respuesta, más terribles son sus consecuencias. Lo mejor a lo que podemos aspirar es a corregir unas circunstancias imperfectas, que ya es bastante. Otros han destrozado estas mejoras: esto nos debería irritar mucho más. También nos debería preocupar, aunque sólo sea por prudencia: ¿Por qué hemos derribado tan pronto los diques trabajosamente construidos por nuestros predecesores? ¿Tan seguros estábamos que no se avecinaban inundaciones? 

Abandonar los trabajos de un siglo es traicionar a los que nos precedieron y a las generaciones futuras. La socialdemocracia no representa el futuro ideal ni el pasado ideal. Pero de las opciones disponibles hoy, es la mejor. Y explicarles con claridad a los ciudadanos, algo muy fácil de entender. Esto es cuestión de pedagogía. Reduciendo los impuestos se está desmantelando el Estado. Cualquiera puede entenderlo, a no ser que se esté  aquejado de prejuicios muy arraigados. Y si lo desmantelamos, convendría  preguntarnos, ¿quién vendrá a socorrernos ante las fuerzas desbocadas del mercado? La respuesta contundente nos la ha proporcionado la pandemia. Ha sido el Estado a través de la sanidad pública, quien nos ha salvado. Por ello, debemos defenderlo. Y la mejor defensa, son los impuestos. Por supuesto, impuestos progresivos.

Gramsci a las izquierdas españolas: instrúyanse, agítense y organícense