Hay una escena cinematográfica de la película Casablanca permanentemente recordada. Es esa en la que el capitán Renault se asombra de lo que pasa en el café Rick's mientras está recibiendo un sobre con dinero. Es cuando dice aquella célebre frase de: "¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!".
En la política, esa escena se reproduce con frecuencia. Es cuando se hacen declaraciones demostrando una falsa sorpresa al pretender que se acaba de descubrir algo obvio. Como si acabaran de caerse de un guindo en un páramo yermo. Tiene, sin embargo, un objetivo y es enfatizar algo sobradamente conocido con objeto de dotarlo de mayor relevancia.
JUNTS y ERC son dos partidos independentistas y nadie, a estas alturas, puede dudarlo. "Juegan" fundamentalmente a que Cataluña sea alguna vez un estado independiente de España. Aún ERC tiene, eventualmente, otras ocupaciones derivadas de sus obligaciones como partido de govern en Cataluña. Cosas tan terrenas como ocuparse del día a día de la cotidianeidad, le impiden, ahora, dedicar todo su tiempo a la búsqueda del Santo Grial del independentismo.
Pero JUNTS, no. Sin más cosas que hacer, se dedica full time a procurar y, sobre todo, a decir que quiere la independencia de Cataluña.
Con ese propósito parecen estar dispuestos a todo. Incluso, a colaborar en la gobernación de España pactando con el PSOE mediante acuerdos en los que se cita como referencia la Constitución española. Esa que un antecesor suyo, Miquel Roca, redactó junto con otros seis "padres de la patria".
JUNTS es un partido independentista y nadie debe llamarse a engaño cada vez que ese grupo político pida algo en compensación a su colaboración con el gobierno de España
Pero, no nos despistemos. JUNTS es un partido independentista y nadie debe llamarse a engaño cada vez que ese grupo político pida algo en compensación a su colaboración con el gobierno de España. Lo hará pretendiendo acercarse, palmo a palmo, a su deseada independencia. Eso es lo que, una vez encauzada la, su, amnistía, piensa hacer con cada contraprestación que señale para apoyar las propuestas del gobierno de coalición. Apoya al gobierno, pero, obviamente, bajo precio y con una moneda sobradamente conocida.
Porque la amnistía, ese "reseteo" que significa la tal medida, significa también, junto con la aplicación de la ley que en su momento se hizo, la imposibilidad de una independencia unilateral de Cataluña. La misma petición de referéndum solicitada por los independentistas se hace bajo el paraguas legislativo de la Constitución. Y, eso, más allá de las declaraciones voluntaristas, debería reconocer la imposibilidad, de hecho, de una independencia de Cataluña sin el acuerdo del resto de España.
Pero, si la independencia "de una vez" no es posible, ¿por qué no hacerla por partes? Por capítulos. Eso es lo que parecen hacer, por ejemplo, al interpretar el acuerdo sobre inmigración al que han llegado con el PSOE como un derecho a controlar sus fronteras. De ahí a castigar a las empresas que no vuelvan a Cataluña, como harían en Corea del Norte, si allí hubiera empresas privadas, hay un muy pequeño paso.
Hacienda y tesorería de la seguridad social propias, embajadas en el extranjero (consulados ya pueden abrir), o cualquiera de las competencias que el artículo 149 de la Constitución atribuye en exclusiva al Estado, serán las cosas que, por fascículos, irán pidiendo los independentistas cada vez que se les pida sus votos para aprobar cualquier cosa que sirva a la gobernación de España.
Pero que nadie se sorprenda por ello. Ni se alarme. Cuando se hable de líneas rojas que no se pueden traspasar, recordemos que solo hay una: la Constitución de 1978. Y un solo responsable de verificar que no se traspase esa línea roja: el Tribunal Constitucional. Aunque se hace francamente difícil excepto para el PP, pensar que el gobierno puede traspasarla. A este respecto, resulta sorprendente, aunque no tanto, que el PP, que no termina de aceptar prescripciones constitucionales para la elección del presidente de gobierno o la renovación del poder judicial, acuse a alguien de que no la va a cumplir.
Habrá mucho capitán Renault y muchos cantos jeremiacos en mil y una tertulias. Pero, la realidad es la que es y, al final, se impondrá sobre el ruido ambiental.