domingo. 28.04.2024

Puede decirse que el ser humano desde que nace es un ser social, destinado a vivir en un mundo social y que, para ello, necesita la ayuda de los demás. Ese ser social, además, se va haciendo poco a poco a través de la interacción con los otros, en un proceso continuo de socialización. Así, el proceso de socialización será el proceso de aprendizaje de a) las conductas sociales consideradas adecuadas dentro del contexto donde se encuentra el individuo en desarrollo junto con b) las normas y valores que rigen esos patrones conductuales. Es más, a medida que los niños maduran física, cognoscitiva y emocionalmente buscan su independencia de los adultos, por lo que el necesario paso del control externo al autocontrol hace imprescindible la interiorización de las normas y valores característicos de la cultura donde deben insertarse.

La socialización exige adoptar unos patrones sociales determinados como propios, con el objetivo de conseguir la necesaria autorregulación que nos permita una cierta independencia a la hora de adaptarnos a las expectativas de la sociedad. De hecho, puede decirse que la autorregulación es el fundamento de la socialización, la cual no sólo requiere conciencia cognoscitiva sino también, y de manera importante, control emocional.

El necesario paso del control externo al autocontrol hace imprescindible la interiorización de las normas y valores de la cultura donde deben insertarse

Una investigación publicada en la revista Cognitive Science muestra que el propio comportamiento de una persona es el principal impulsor de cómo trata a los demás durante las competiciones breves de juegos de suma cero. Las personas generosas tienden a recompensar el comportamiento generoso y las personas egoístas a menudo castigan la generosidad y recompensan el egoísmo, incluso cuando les cuesta personalmente.

El estudio encontró que las propias acciones generosas o egoístas de un individuo tienen más peso que las actitudes y comportamientos de los demás. Investigaciones anteriores en este ámbito del comportamiento humano sugirieron que las normas sociales son el factor principal que guía la toma de decisiones de una persona en escenarios competitivos. La opinión predominante antes de este estudio era que los individuos forman expectativas basadas en lo que ven como típico. Si todos a mí alrededor son egoístas, entonces voy a aprender a aceptar el egoísmo y comportarme en consecuencia. 

Para probar los factores que guían las expectativas y el comportamiento, los investigadores realizaron una serie de experimentos con el “Juego del Ultimátum”, que mide cómo un individuo responde a las ofertas de otro jugador que propone dividir una olla de dinero con ellos.

El juego requiere que el proponente sugiera cuánto recibe cada persona de un bote de 10 dólares. El receptor debe decidir si acepta esa división o la rechaza. Si la oferta es rechazada, ninguno de los participantes recibe dinero.

El rechazo puede verse como una forma de castigo, aunque les cueste a ambos jugadores, dijeron los investigadores.

Algunas personas tienden a ser generosas, o al menos justas, cuando ofrecen a otra persona una parte de una recompensa de 10 dólares. Otros intentan tomar la mayor cantidad de dinero que pueden, ofreciendo divisiones desiguales que hace que se beneficien a expensas de sus competidores.

Las personas generosas tienden a recompensar el comportamiento generoso y las personas egoístas a menudo castigan la generosidad y recompensan el egoísmo

Cuando reciben una oferta, las personas generosas tienden a aceptar solo ofertas generosas, mientras que las personas egoístas están contentas con las ofertas egoístas, incluso cuando el egoísmo del otro jugador los perjudica financieramente, encontraron los investigadores.

Hacer que los jugadores cambiaran entre recibir y proponer ofertas permitió al equipo explorar la relación entre el comportamiento egoísta o generoso de un jugador y su evaluación de las ofertas de otros jugadores.

Otros experimentos mostraron que los individuos generosos y egoístas tienden a confiar en otros que se comportan como ellos mismos lo hacen, independientemente del resultado económico.

Los participantes ganarán más dinero con una persona generosa. Pero una persona egoísta preferirá jugar con alguien que se comporte como ellos. A la gente realmente le gustan otros que son similares a ellos, en un grado impactante.

El equipo también evaluó datos de un estudio intercultural anterior que encontró que las personas a veces castigan a otros por su egoísmo o por su generosidad en un juego colaborativo que involucra el intercambio de recursos. Descubrieron que, al decidir si castigar a otros y cuánto, los participantes se guiaban principalmente por su propio comportamiento y menos por la presión para conformarse.

Las personas que se comportaban generosamente tendían a castigar el egoísmo y las personas que ponían su propio bienestar en primer lugar eran mucho más propensas a castigar la generosidad, incluso en situaciones en las que un enfoque era más común que el otro.

Las normas culturales hacia el interés propio o la generosidad influyen en las personas, como han encontrado otros estudios, dijo, pero no solo somos observadores. Este estudio muestra que filtramos la información sobre el mundo a través de nuestra propia visión.

El estudio desafía la opinión previamente sostenida de que las normas sociales son el principal factor de influencia en la toma de decisiones en escenarios competitivos

Aquellos individuos cuyo comportamiento cambió de generoso a egoísta con el tiempo tenían más probabilidades de castigar la generosidad y recompensar el egoísmo, pero solo después de que su propio comportamiento cambiara. Esto ayuda a explicar el fenómeno de la alienación social, para bien y para mal. Puede haber grupos de personas egoístas que aceptan más a otras personas egoístas, y para ser parte de ese grupo, los recién llegados pueden mostrar el mismo comportamiento.

En última instancia, el estudio encuentra que la propia naturaleza generosa o egoísta de una persona impulsa su comportamiento en muchos ámbitos de la vida.


Datos clave:

1. El estudio muestra que las propias acciones generosas o egoístas de las personas influyen en su percepción del comportamiento de los demás más que en los comportamientos y actitudes de quienes los rodean.

2. Las personas generosas tienden a recompensar la generosidad, mientras que los individuos egoístas a menudo la castigan, incluso cuando les cuesta personalmente.

3. El estudio desafía la opinión previamente sostenida de que las normas sociales son el principal factor de influencia en la toma de decisiones en escenarios competitivos.

Por último, compartir esta reflexión de don Miguel de Unamuno: “Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da”.

Comportamiento individual versus normas sociales