sábado. 27.04.2024

“Votar no son las últimas voluntades, ni una declaración de amor. No hace falta idolatrar a Pedro Sánchez o a Yolanda Díaz para votar al PSOE o a Sumar. Votar significa simplemente otorgar una confianza a unos representantes para que gobiernen de una cierta manera durante un cierto tiempo”.

“Tenemos un país más decente: ¡espabilemos de una vez!”.
Ignacio Sánchez.Cuenca “ Contexto CTXT


La visión ‘aritmética’ de la política está reñida con dos principios a la vez: con el de realidad y con la sinergia. Lo primero ocurre cuando no se quiere ver que a menudo las uniones restan y las sumas desunen. Lo segundo sucede, con tanta frecuencia o más, cuando el egoísmo prima sobre la cooperación, cegándose a ver los beneficios multiplicadores o mitigadores que a veces procuran la unión o la suma. Esto último lo explica muy bien el célebre “dilema del prisionero”.

Ocurre sin embargo que es muy difícil averiguar y más aún predecir cuándo puede estar sucediendo lo primero y cuándo pasará lo segundo e incluso en qué casos la regla aritmética, sin más, va a funcionar; lo cual también sucede, aunque con menos frecuencia.

Al viejo -y sabio- Pepe Mújica le gusta repetir que “la derecha vota por sus intereses, mientras que la izquierda lo hace por ideología”. Suele decirlo para acompañar su encendida defensa de la Unidad de la Izquierda. Sin embargo, en mi opinión, para que aquélla pueda dar los frutos esperados parece más que recomendable que la izquierda extraiga enseñanzas de algunas de las pocas cosas buenas que hace el adversario. Es decir que vote también en función de sus intereses (en sentido amplio, incluido el personal interés material o económico, pero no solo) o por lo menos los introduzca en algunas de las decisiones que acompañan el voto. No es al egoísmo a lo que con ello se apela, sino a la simple racionalidad. A la hora del voto, pasión y corazón sí, pero no obligatoriamente. Basta con que en todo caso venga precedido del frío ejercicio de racionalidad, es decir del conocimiento de sus efectos. Efectos que -no debería olvidarse- no se agotan en el inmediato resultado del voto, lo cual complica aún más la elección personal.

La unión electoral a la que Podemos e Izquierda Unida llegaron (en el que se conoce como “pacto del los botellines”) en la repetición en 2016 de las elecciones generales de 2015, no ha dado lugar, pienso yo, al análisis y al debate crítico que la cuestión merecía, a juzgar por el resultado. Es ahora capítulo aparte, por necesario que siga siendo abordarlo. Pero no viene mal tener presente que los inmediatos resultados electorales de aquella (1), desmienten la visión aritmética de la política y al mismo tiempo no resulta apropiado sustituir la crítica por un relato contrafáctico: “los resultados fueron malos -mucho peor de lo esperado- pero peor nos hubiera ido de concurrir por separado”. Toda una petición de principio sobre las ventajas de la Unidad.

Las cartas están ya todas repartidas y los consejos -que no las advertencias como las de la cita que precede a esta última “entrega” de la serie “Prontuario….” -, resultan ahora además de inútiles, inoportunos. Pero en todo caso sería saludable tener en cuenta, algunas cosas: además de la ineludible necesidad de hacerlo esta vez, aunque solo sea en vista de lo que puede llegar si la abstención prevalece en la izquierda, dos cosas más: acompañar las decisiones con el diseño de escenarios del después alternativos, y abandonar -o al menos aplazar- el misticismo sobre la Unidad sustituyéndolo por un pragmatismo incluso ramplón: analizando en concreto e incluso con ayuda de las inflexibles reglas de las matemáticas, los diferentes supuestos dentro de una metodología de análisis en la que al territorio se le dé la importancia que merece. Y esto tanto vale para la decisión individual del elector, como para quienes se proponen para ser elegidos.

Epílogo

TURANDOT

Straniero, ascolta:
Nella cupa notte vola un fantasma
iridescente.
Sale e spiega lale sulla
nera infinita umanità.
Tutto il mondo linvoca
e tutto il mondo limplora.
Ma il fantasma sparisce
collaurora
per rinascere nel cuore.
Ed ogni notte nasce,
ed ogni giorno muore!”

CALAF

Sì! Rinasce! Rinasce e in esultanza
mi porta via con sé, Turandot:
La Speranza!

I SAPIENTI

La Speranza!
La Speranza!
La Speranza

(Segundo enigma de Turandot. Ópera de Giacomo Puccini. Libreto de G.Adami y Carlo Simone )

TURANDOT

Extranjero, escucha:
En la oscura noche vuela un fantasma
iridiscente.
Asciende y despliega las alas
sobre la negra e infinita humanidad.
Todo el mundo le invoca,
y todo el mundo le implora.
Mas, el fantasma desaparece
con la aurora
para renacer luego en los corazones.
¡Y cada noche nace,
y cada día muere!”

CALAF

¡Sí, renace! Renace y exultante
me lleva consigo, Turandot:
¡Es la esperanza!

LOS SAPIENTES

¡La esperanza!
¡La esperanza!
¡La esperanza!

turandot
Turandot

(*) Al inicio, este era el el título del que lleva por título “Prontuario para electores” publicado en NUEVA TRIBUNA “por 1 entregas”. Sin embargo días después de comenzado, en el transcurso de su elaboración, Enric Juliana acuñó una expresión más afortunada, a modo de sentencia conclusiva en su primer comentario sobre los resultados de las pasadas elecciones municipales y autonómicas: Sumar no suma y Podemos no puede. A la vista de ello me pareció que el título inicial podía verse como un mal plagio y decidí conservarlo pero solo como último apartado del artículo completo, al que finalmente creí conveniente añadir un epílogo musical de cierre, en callado homenaje a quien lo desee adoptar o entender como tal.

(**) El presente artículo está extraído de alguno de los apartados del más extenso que lleva como título “Prontuario para electores” al igual que los publicados en este mismo diario bajo los siguientes títulos: Falacias sobre D’Hondt; Crisis políticaPremisas para un análisis electoral alternativo; Tiempos de elecciones; Más sobre encuestas y cocineros; Voto útil y lista más votada; y Encuestas y fogones.


(1) Los 6,1 millones de votos conseguidos entre Podemos e IU cuando acudieron a las urnas separados en diciembre de 2015 (no se olvide, cifra superior a los 5,5 millones de apoyo al PSOE), se quedaron 4 meses después (28A 2016), tras la unión electoral, en tan solo 5,05 millones ( esta vez ya por debajo de los 5,4 millones del PSOE). Claro que ya por entonces tal Unidad venía acompañada de una desunión o división mas profunda y duradera, que difícilmente podía -ni podrá- saldarse en plazos perentorios

Uniones que restan, sumas que desunen (*)