viernes. 26.04.2024

Capítulo 8 Salinas. 21 febrero de 1937

Salinas

–Han fusilado al rector de la Universidad, a don Leopoldo Alas –dijo atropelladamente López Mulero a don Pablo Miaja sin mediar saludo, según entraba por la puerta de la Colonia.

–Lo sé, alcalde. Acaban de decir por la radio que lo ejecutaron ayer. La noticia del fusilamiento nos ha impactado a todos. Los maestros están noqueados, muchos le conocían de su época en la Universidad. Era un hombre de un enorme prestigio, allí todo el mundo lo quería. Los chicos también están afectados, no hay quien no le conociera en Oviedo. La pre ocupación ha aumentado más si cabe, sobre todo a los que están aquí desde el principio, que son los que tienen familia en Oviedo, como tú mismo tienes allí a tu mujer y tu hija.

–¡Ah!, ni idea de que se había difundido por radio. No creí que se fueran a atrever a asesinarle. La presión internacional ha sido tremenda desde todos los países. Por una vez el cinismo de la “no intervención” ha quedado al margen. Pero ni aún así ha valido –dijo López Mulero.

Miaja, moviendo la cabeza de lado a lado le contestó:

–Esta gente se ha vengado en el hijo del odio mortal que tenían al padre. Nunca perdonaron a Leopoldo Alas “Clarín” la precisión con qué describe lo negro y mezquino de la aristocracia ovetense en La Regenta.

–Ni a él ser un intelectual de primer orden, comprometido con la causa de la República.

–Lo que más odian es al mundo de la cultura. A los obreros se lo tienen porque les temen. Pero a los intelectuales, por mezquindad, por la envidia de lo que ellos nunca serán y porque interpretan que traicionan a su clase, en vez de estar al servicio de sus intereses. Ya lo gritó bien claro Millán Astray en la conferencia famosa en Salamanca “¡Muera la intelectualidad traidora! ¡Viva la muerte!”

-Hay quien dice que directamente el grito fue: “¡Muerte a la inteligencia! ¡Viva la muerte!”

-¡Tanto da, alcalde! El caso es que eso fue el 12 de octubre del año pasa- do y antes de finalizar ese mismo mes, Franco destituyó a Unamuno de su cargo de rector y ordenó su arresto domiciliario.

-Y a los dos meses falleció; yo creo que de pena. No quiso ver qué nuevos desastres traería el siguiente y murió el mismo día de fin de año: 31 de diciembre del nefasto mil novecientos treinta y seis.

-Son ya decenas de casos de represalias contra intelectuales y artistas. Mira con Lorca lo que hicieron nada más empezar el golpe.

-Me da pavor saber que mi mujer y la de muchos están en sus manos, encarceladas en Oviedo.

Tesis de Carol. Nota 

El día 20 de febrero de 1937, junto a decenas de mujeres, entre las que estaba la compañera de Belarmino Tomás (dirigente socialista y luego presidente de la Junta de Asturias y León), la de Vallina y la de Javier Bueno, también periodista del Avance, encarceladas en la Modelo. Desde el paredón que las separaba de la cárcel de hombres pudieron oír a Leopoldo Alas con voz potente: “¡Mujeres que me escucháis al otro lado de la tapia…, que esta sangre sea la última vertida, que sirva para aplacar los odios y las venganzas! ¡Viva la libertad!” Unos segundos después se escuchó la descarga.” (Fuente: Morir en Oviedo, Editorial San Martín, 1984).

Entre los libros que estaba consultando para su tesis había encontrado, en la biblioteca de su tío ese ya descatalogado, de Juan Antonio Cabezas, un periodista del Avance que había vivido en primera persona los sucesos de aquella época y que estuvo, después, condenado a muerte durante treinta y seis meses hasta que fue indultado. Pero pasó unos cuantos años en la cárcel por escribir en un medio socialista.

López Mulero, a falta de poder ejercer de alcalde de “Vetusta”, era un colaborador de primer nivel del Consejo de Asturias, presidido por Belarmino Tomás que, a su vez, era amigo y persona de confianza de Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire y poco después, en mayo de ese mismo año, ministro de Defensa, con quien a diario se comunicaba; uno en Asturias y otro en Madrid. A Mulero se le encomendó supervisar el cerco y la nueva ofensiva contra los sublevados en la capital “carbayona”.

Aprovechando los rodeos que había que dar para cumplir sus obligaciones, siempre que podía se acercaba por la Colonia de Salinas para ver a su hijo y, de paso, a Tino, al que sabía aislado de la familia, como antiguo vecino de la familia. También para departir con Pablo Miaja, otro buen amigo, hombre con el que además siempre era agradable compartir una charla inteligente y las novedades del desarrollo de la guerra, lejos de la desmesura del día a día que, la vertiginosidad de ésta, imponía.

-Vengo precisamente de inspeccionar el frente de Oviedo. Estamos a la ofensiva –continuó diciendo Mulero–. La verdad es que estaba casi programado, pero la noticia lo ha acelerado y la gente está yendo a saco en todo el cerco.

Algo más calmado por la tranquilidad que irradiaba Miaja, le fue contando las novedades que había podido comprobar en el frente.

Le explicó que, todavía con la rabia del fusilamiento de Leopoldo Alas, sin que hubieran transcurrido veinticuatro horas, se desencadenó la ofensiva.

Tesis de Carol. Nota.

La información transmitida por Mulero y el Estado Mayor al Consejo de Asturias y León fue recogida en los partes de guerra firmados por el propio Consejo que venían a decir “…./ Se han ocupado las posiciones llamadas Pico del Arco, Trecha, Mesta, Casas del Campo de los Patos, Asidio del Fresno, (Central Eléctrica, Campo de las Maniobras, Pando (S. Claudio), casas del Escamplero, La Mata y Rivielles…”.

La División de Oviedo ha ocupado la Tenderina, Matadero Viejo, calle de la Luneta, Postigo Bajo, González Besada, Barrio del Fresno, incluido el depósito de agua, y continuará el avance hacia el interior de la ciudad. (Partes del Consejo de Estado de Asturias y León del 21 de febrero de 1937).

Al día siguiente de la visita de Mulero, el día 22 de febrero, se combatía a través de cada manzana. Celestón el Topu, reconvertido en miliciano. ordenó a sus dinamiteros que se encargaran de ir perforando los muros y tabiques de separación de las casas para ir ganando edificio a edificio y avanzar posiciones sin tener que exponerse en las calles; de tal manera que, en muchos casos rodeaban la barricada por detrás sorprendiendo a los sublevados entre dos fuegos y al descubierto. Los milicianos estaban dentro de la ciudad.

-Los siguientes días son fundamentales, Pablo. –la tensión en la cara de López Mulero, acompañaba la aseveración que incorporaba una duda–. Daría mi vida por recuperar la ciudad y tengo que reconocer que no tanto por liberar tropas y armas que se podrían llevar hacía Galicia y Bilbao, sino por rescatar a todos los presos y ¡sí!, liberar a la madre de mis hijos, que la van a necesitar más que a mí en los tiempos que vendrán. Pero   si no se consigue en este mes, me temo que vuelvan a entrarles armas, tropas y munición. ¡El tiempo es la clave!

Y, ¡el tiempo fue clave!: la ofensiva duró hasta el 27 de febrero de 1937. La zona controlada por Aranda se había reducido sólo al perímetro más interior del centro y a un par de puntos estratégicos, entre ellos el convento de las Adoratrices. A partir de esa fecha los golpistas recibieron refuerzos y las posiciones quedaron replanteadas, en lo que se consideró defendible por ambas partes, ampliándose de nuevo la zona de control de los sublevados.

-Te digo lo de siempre, López. Hay que tener esperanza en que respeten a las mujeres –siguió Pablo Miaja.

-Y yo te contesto lo de las otras veces. Las noticias que llegan no son tranquilizadoras. Los falangistas, no es que necesitaran otro argumento, pero desde que el 20 de noviembre fusilaron a José Antonio Primo de Rivera en Alicante, han jurado llevarse todo lo que pillen por delante. Están haciendo auténticas escabechinas.

-En las guerras se cometen muchas salvajadas, hay que reconocer que los nuestros también. Mira en Gijón, los meses en que estuvo controlada por los anarquistas.

-Pero Pablo, ¡claro que son barbaridades! Pero no es lo mismo que, unas partidas descontroladas actúen de checas, paralelamente a las autoridades y que cuando éstas logran recuperar el control, como lo ha hecho Belarmino con el Consejo, les impidan que se propague, a que se fomenten los paseíllos, tal cual hacen los fascistas. Mira las diatribas de Queipo de Llano, del carnicero de Sevilla, todas las noches desde la radio llamando a la matanza. Desde el primer día fue una estrategia sistemática; a eso obedece lo de dar horas libres a las tropas cuando toman un pueblo o una ciudad. Para que roben y violen en los barrios obreros y de jornaleros en el campo.

-¡Ya! ¡Eso no tiene nombre! Hasta los chiquillos aquí repiten unas estrofas que le han sacado algún poeta; dicen que Alberti:

Atención Radio Sevilla
Queipo de Llano, es quien
ladra, Quien muge, quien
gargajea Quien rebuzna a
cuatro patas…

Luego sigue, el poeta, dándole caña en cada estrofa.

-Y ahora que te he puesto al día de la ofensiva en Oviedo –le dijo el alcalde a don Pablo–, cuéntame tú qué sabes de Madrid. Creo que los nacionales están intentando entrar por el Jarama, pero que los nuestros los están parando. No me extraña: estando al frente de la defensa tu primo, la capital está segura. ¿Te llegan noticias por él?

-No sé mucho más que tú. Alguna carta me ha llegado pero en estos días no creo que mi primo esté para escribirme.

Pablo Miaja, el director de la Colonia infantil de Salinas, era primo carnal del general José Miaja, que se mantuvo fiel a la República y fue nombrado presidente de la Junta de Defensa en Madrid cuando en noviembre del 36 el gobierno de la capital se trasladó a Valencia. En Madrid todo parecía perdido; sin embargo, el general Miaja, junto con el general Rojo, Jefe del Estado Mayor y otros mandos, habían conseguido detener la ofensiva.

El primo militar, José, era hijo de un maestro armero de esa potente industria de la región. El general Miaja era de ideología liberal e incluso tuvo vínculos con la monarquía, lo que despertó recelos en algunos sectores republicanos, sin embargo en el momento del golpe se mantuvo firme con la República. Su primo Pablo, maestro, era un hombre moderado pero ideológicamente más a la izquierda y vinculado al Partido Socialista en Asturias.

-Sé que ahora hay una nueva ofensiva por el Jarama –le decía Pablo Miaja a López Mulero–. Pero también que les están frenando en seco.

La ofensiva fracasó y Madrid resistió hasta el final de la guerra, llevando a buen término, hasta entonces, el “¡No pasarán!” acuñado por Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, lema que se hizo famoso internacionalmente.


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Capítulo 7
Pisaré sus calles nuevamente
Novela histórica de Pablo Fernández-Miranda de Lucas, por entregas en Nuevatribuna

Capítulo 8 Salinas. 21 febrero de 1937