viernes. 26.04.2024

El intríngulis de la OPA hostil

El coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, ha acusado a Podemos de lanzar una opa hostil sobre su formación.

El coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, ha acusado a Podemos de lanzar una opa hostil sobre su formación. Se trata, por supuesto, de una metáfora, pero tiene su intríngulis. La imagen que evocamos de inmediato es la de una corporación en peligro de ser absorbida por la competencia, o el reproche por la ausencia del fair play que cabría exigir de unos colegas en el negocio. Una imagen inadecuada.

El intríngulis, entiendo yo, reside en el asentamiento en el imaginario colectivo de una concepción estática e institucional (me resisto a llamarla patrimonial) de los partidos políticos, abandonando la idea original de su carácter dinámico y vehicular. Es decir, los partidos se han convertido en territorios delimitados, con fronteras y peajes incluidos, cuando deberían ser cauces, caminos, cañadas, que facilitaran la circulación de las aspiraciones y las reivindicaciones de grupos sociales amplios.

La esfera de la política levita sobre la sociedad, autosuficiente, dependiente solo de una lógica interna a ella misma. La ciudadanía forma cola delante de las ventanillas de la política para depositar sus instancias, con firma, sello y timbre móvil incluidos. Las instancias son atendidas o rechazadas sin necesidad de considerandos, y sin posibilidad de recurso contencioso-administrativo contra la resolución. Desde esa concepción burocrática de la política, la injerencia de una fuerza en el “territorio” de otra fuerza rival se concibe como una invasión de competencias entre negociados limítrofes.

No digo que esa haya sido la intención de Cayo al expresar su queja. Digo que su metáfora desafortunada nos trae la sugerencia del mundo laberíntico y autista en el que se va adentrando, en mayor o menor medida según los casos, la práctica cotidiana de la política, hasta desnaturalizar su razón de ser, su finalidad, sus objetivos.

Se ha buscado un remedio a esos problemas y un acercamiento a las bases a través de la práctica de las elecciones primarias. Pero al hacerlo se ha olvidado la vieja recomendación de Horacio: «No basta cambiar de paisaje, es necesario cambiar de alma.» Las direcciones se han apresurado a señalar a “su” candidato en cada elección, e incluso han irrumpido de forma grosera en las campañas; en consecuencia, el voto no ha expresado la mayor o menor confianza de las bases en un candidato determinado (una nueva relación entre el arriba y el abajo), sino la relación de fuerzas entre el aparato y el sector crítico de cada casa. El mecanismo bien conocido del voto de castigo ha llevado a la elección insólitamente frecuente de candidatos críticos, lo cual ha relegitimado a las corrientes y hecho proliferar los conflictos internos.

El flamante partido de Podemos no ha estado exento de esta dialéctica negativa. Al contrario, ha caído de patas en ella; la dirección ha patrocinado a los suyos. Personalmente me ha producido una gran alegría el éxito de Pablo Echenique en Aragón; desde el primer momento me agradaron su talante y su conciencia de formar parte de un colectivo, de estar contribuyendo a algo común; lo veo capaz de racionalizar y templar el personalismo algo desbocado de Iglesias, el otro Pablo. En todo caso, les ruego que tomen mi apunte como una simple nota al margen. Y concluyamos ya el tema.

Pues claro que hay algo parecido a una “opa hostil” a Izquierda Unida desde Podemos. Nada nuevo. La hay desde aquella inscripción viral del 15-M referida a toda la clase política, también a IU: «No nos representan.»

Y lo que debe hacer al respecto IU no es quejarse, sino trabajar para afinar y ensanchar sus cauces y sus mecanismos de representación de una sociedad que bulle de indignación.

El intríngulis de la OPA hostil