domingo. 28.04.2024

La obesidad ha dejado de ser un problema estético para pasar a convertirse en una patología grave que deteriora la calidad de vida de los pacientes. Problemas de corazón, diabetes, apnea del sueño o hipertensión son algunos de los trastornos frecuentes asociados a esta enfermedad. 

Más del 6% de los españoles mayores de 60 años sufren algún grado de deterioro cognitivo, que en los casos más graves llega a la demencia. Cada día la población está más envejecida y aunque se desconocen aún las causas por las que se producen el deterioro cognitivo y la demencia, los hábitos de vida saludable y la realización de ejercicio físico para evitar la obesidad, puede tener un efecto protector frente al riesgo de su desarrollo. 

No es casualidad que, cada vez que nuestro cuerpo demanda ingesta de alimentosse incremente nuestra movilidad y agilidad mental. A lo largo de miles de años de evolución se han potenciado los mecanismos biológicos que aseguran que conseguimos suficientes nutrientes para nuestro organismo. Concretamente, la demanda alimenticia aumenta la memoria. ¿Por qué? En esencia, porque ayuda a afrontar la falta de nutrientes.

La demanda alimenticia aumenta la memoria. En esencia, porque ayuda a afrontar la falta de nutrientes

Entre otras cosas, con hambre crece nuestra habilidad para orientarnos en el entorno, la denominada memoria espacial. A nuestros antepasados, eso les ayudaba a recordar el camino para llegar a esa planta cargada de frutos, o bien al río del que bebían sus potenciales presas. Cuando escasean los nutrientes, las primeras en “espabilar” son las neuronas del hipocampo. Se trata de una estructura cerebral fundamental en nuestra memoria declarativa, que nos permite decir cosas como: “Recuerdo que ayer desayuné café y tostada”. Y también forma parte esencial de nuestra memoria espacial de manera que, cuando se daña, las personas no recuerdan qué hicieron (memoria declarativa) y se desorientan incluso en entornos bien conocidos como su hogar (memoria espacial).

Pues bien, se ha demostrado que en dietas con restricción calórica el número de neuronas del hipocampo crece y se incrementa su funcionalidad. Esto lo hace especialmente “sensible” a los cambios del entorno por lo que, además de orientarnos mejor, captamos más detalles de este. Y claro, resulta más fácil sobrevivir.

Recientemente se ha comprobado que el ayuno intermitente puede revertir los signos de deterioro cognitivo. Para demostrarlo, los investigadores trabajaron durante 36 meses con 99 pacientes ancianos, sometiéndoles a un programa de recorte de calorías. Cuando el programa terminó, no solo perdieron peso y redujeron los niveles de insulina y los signos de inflamación, además, volvieron a presentar un rendimiento cognitivo acorde a su grupo de edad, dejando atrás todos los signos del deterioro cognitivo incipiente.

Otra ventaja a tener en cuenta es que el hipocampo ayuda a interpretar las sensaciones internas de hambre y coordina la conducta con las necesidades energéticas del organismo. Por eso, los pacientes con daños en el hipocampo (resección hipocampal bilateral) pueden devorar una comida y, si seguidamente se presenta el mismo plato, dar cuenta de él con la misma voracidad. Se podría deducir que con la restricción calórica respondemos mejor a las señales de saciedad.

Se ha demostrado que en dietas con restricción calórica el número de neuronas del hipocampo crece y se incrementa su funcionalidad

Parece indiscutible que la falta de alimentos ayuda a que nuestra memoria funcione mejor. Pero ¿podríamos validar también la tesis contraria? ¿Hay indicios de que la sobrealimentación perjudique el funcionamiento cognitivo? Todo apunta a que sí. Una revisión reciente sacó a relucir que el aumento del índice de masa corporal está directamente relacionado con una reducción en la materia gris de nuestro sistema nervioso, incluyendo el lóbulo temporal medial, donde se encuentra el hipocampo. Es más, incluso en niños es posible encontrar una relación directa entre los efectos de una alimentación inadecuada (comida basura con alto contenido en fructosa, abuso de alimentos ultraprocesados, etc.) y una reducción del volumen hipocampal. Podríamos decir que una sobrealimentación nos hace más torpes.

Por ello, en los últimos años se sigue estudiando la relación de la obesidad con un aumento del riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Así un trabajo de John Gunstad. de la Facultad de Medicina de Brown en Rhode Island con un gran número de personas que buscaban perder peso a través de medios conductuales o cirugía para perder peso, se refiere que hay un vínculo entre la pérdida de peso y la mejora de la memoria y la concentración, en pacientes de obesidad mórbida.

El equipo de investigación estudió a 150 participantes (109 pacientes de cirugía bariátrica y 41 sujetos de control obesos) en el Colegio Médico de Cornell y el Centro Médico de la Universidad Weill de Columbia, ambos en la ciudad de Nueva York, y en el Instituto de Investigación Neuropsiquiátrica en Fargo, Dakota del Norte. Muchos pacientes de cirugía bariátrica exhibieron un rendimiento deficiente en las pruebas cognitivas, según el informe del estudio.

Los investigadores descubrieron que los pacientes de cirugía bariátrica demostraron una mejora en la memoria y la concentración 12 semanas después de la cirugía

Los investigadores descubrieron que los pacientes de cirugía bariátrica demostraron una mejora en la memoria y la concentración 12 semanas después de la cirugía, mejorando del rango ligeramente deteriorado al rango normal.

"La motivación principal para observar a los pacientes de cirugía es que sabemos que pierden mucho peso en un corto periodo de tiempo, así que fue un buen grupo para estudiar", dijo Gunstad. "Esta es la primera evidencia que muestra que, al someterse a esta cirugía, las personas podrían mejorar su memoria, concentración y resolución de problemas".

Gunstad cree que el estudio genera un motivo para el optimismo. "Una de las cosas sobre la obesidad, en relación con otras afecciones médicas, es que se puede hacer algo para solucionarla", dijo Gunstad. "Nuestra idea era que, si algunos de estos efectos son reversibles, entonces realmente estamos en algo que podría ser una oportunidad para que las personas que tienen problemas de memoria o concentración mejoren esas cosas en un corto período de tiempo".

Por último, compartir esta reflexión de Miguel de Cervantes: “Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la habitación del estómago”.

La pérdida de peso mejora la memoria