jueves. 25.04.2024
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Desde el Departamento de Salud se han impulsado campañas de concientización con el fin de reducir la obesidad infantil y los graves trastornos de salud que millones de niños y adolescentes experimentan en los Estados Unidos como consecuencia de los malos hábitos alimenticios. Sin embargo no ha sido suficiente, ya que desde 2020 la cifra que ubica a ese país en el primer puesto en cantidad de niños y niñas con obesidad no ha dejado de incrementarse.

La obesidad se ha convertido en uno de los principales problemas de salud pública, especialmente la infantil que, desde el punto de vista de la doctora Tennaz Moin, “es un sendero hacia padecimientos como diabetes y enfermedades cardíacas”. Colaboradora del Centro para el Control de Enfermedades (CDC), Moin alerta, además, que “desde la década del ‘80 las tasas de obesidad se han triplicado en niños y cuadriplicado en adolescentes”.

El resultado de los informes preliminares realizados por diversos organismos vinculados a la Salud y la Infancia arrojó como resultado cifras alarmantes. Uno de cada cuatro niños es obeso y presenta factores de riesgo asociados a la mala alimentación. La Academia Americana de Pediatría publicó nuevas recomendaciones para el tratamiento de la obesidad infantil, poniendo el foco en la prevención y el tratamiento temprano. Sin embargo el lobby de las grandes cadenas de comida rápida se impone, ganando la atención de las nuevas generaciones a través de la publicidad. Los mismos medios de comunicación que durante más de cincuenta años han estado pregonado anuncios masivos que ensalzan las ventajas de la llamada “fast food”, son los que hoy dedican amplios espacios a las recomendaciones de los especialistas en salud infantil que no dudan en fomentar el uso de medicamentos para combatir la obesidad, y hasta intervenciones quirúrgicas.

La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) ha aprobado cuatro medicamentos para combatir la obesidad en niños y adolescentes: Orlistat, Saxenda, Qsymia y Wegovy. Hay un quinto medicamento aprobado a partir de los seis años, la setmelanotida, que se recomienda en casos de síndrome de Barde-Biedl, una condición genética que genera obesidad.

Las compañías farmacéuticas se esfuerzan en promover el consumo de estas drogas que, en ocasiones, se suman a los psicofármacos con los que un gran porcentaje de estos mismos niños y adolescentes están siendo tratados a raíz de los problemas emocionales que padecen como consecuencia de la obesidad.

La elección por la comida chatarra y las bebidas gaseosas es una cuestión cultural en los Estados Unidos; es parte del folklore, del “American Way of Life”. Un niño o niña  estadounidense promedio es capaz de reconocer el logotipo de McDonald’s o de Coca Cola antes de comenzar a hablar. La dieta de la que se excluyen alimentos verdaderamente nutritivos y saludables es la que se ha impuesto desde hace varias décadas. Y las estadísticas de niños con serios problemas de salud revelan cuál ha sido el resultado.

Obesidad infantil y adolescente, un drama silencioso