lunes. 29.04.2024

La alimentación emocional se define como el consumo excesivo de alimentos reconfortantes en respuesta a una situación emocional, sin tener hambre física. Para las personas expuestas a eventos potencialmente peligrosos en entornos incontrolables, la alimentación emocional puede proporcionar alivio de la angustia y la tensión, ayudándoles a recuperar la sensación de control.

Los principales síntomas del hambre emocional son: Comer para aliviar el estrés o los malos sentimientos; Comer como una celebración: Comer como recompensa; No se puede controlar el impulso de comer; Hambre repentina ante una situación difícil; Comer sin tener hambre física; La voluntad de comer alimentos específicos; Ansiedad alimentaria; El tiempo para comer puede ser más rápido de lo habitual; Sentimiento de culpa después de comer; Sensación de placer o alivio intenso en el momento de comer; Arrepentimiento después de comer

Estudios previos han informado que las respuestas desadaptativas inducidas por el estrés de los circuitos neuronales relacionados con la alimentación o los sistemas neuroendocrinos pueden causar cambios en el apetito, pero sigue sin estar claro cómo están involucrados los circuitos neuronales específicos o la dinámica hormonal, y cómo se adaptan sus interacciones en respuesta a los estímulos amenazantes que desencadenan la alimentación emocional.

La alimentación emocional se define como el consumo excesivo de alimentos reconfortantes en respuesta a una situación emocional, sin tener hambre física

El hipotálamo lateral (LH) comprende una gran parte del hipotálamo y contiene varias poblaciones celulares genéticamente distintas. Estudios previos sugieren que las neuronas del LH que expresan hipocretina (Hcrt) pueden modular la intensidad con la que el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA) responde al estrés, lo que generalmente conduce a respuestas de lucha o huida. Además, los circuitos de LH que expresan el receptor de leptina (Lept) están implicados en la regulación central del consumo excesivo de alimentos apetecibles específicos del contexto o de los comportamientos apetitivos hacia los reforzadores no farmacológicos. Sin embargo, a pesar de esta gran cantidad de datos, las poblaciones neuronales clave de LH que responden a las emociones negativas desencadenadas por amenazas y transducen esas señales en fuertes preferencias por alimentos ricos en calorías siguen estando mal caracterizadas.

Si se ha tenido un accidente en su automóvil o ha sufrido la intimidación de una persona amenazante, aparece una reacción psicológica a una amenaza llamada respuesta de lucha o huida. El ritmo cardíaco aumenta, la ansiedad te invade, puedes temblar o sudar. Pero horas después de que pase ese estrés, es posible que se sienta otra respuesta: un poderoso deseo de comida reconfortante, una sustancia altamente procesada y rica en grasas, esto puede aliviar el estrés y la tensión y proporcionar una sensación de control. 

Pero se desconoce cómo una amenaza le indica a su cerebro que quiere comida reconfortante. Ahora, un científico de la Universidad Estatal de Virginia Tech (EE UU), Shora Shin, ha identificado una molécula que se encuentra en una región del cerebro llamada hipotálamo que está conectada con cambios en el cerebro que conducen a comer en exceso emocionalmente. Sora Shin, profesora asistente en el Instituto de Investigación Biomédica Fralin en VTC, y su equipo de investigación describieron el descubrimiento en un artículo de gran rigor científico, publicado el 28 de octubre pasado en Nature Communications.

Shin y su equipo de investigación comenzaron su estudio investigando una pequeña molécula, la proencefalina. Esta molécula es común en múltiples partes del cerebro, pero pocas investigaciones han examinado su papel en el hipotálamo. Shin sospechaba que desempeñaba un papel en el estrés y la alimentación porque el hipotálamo es un centro para regular el comportamiento alimentario.

Después de que pase ese estrés, es posible que se sienta otra respuesta: un poderoso deseo de comida reconfortante, una sustancia altamente procesada y rica en grasas

El laboratorio expuso a los ratones al olor de las heces de los gatos. El olor de un depredador natural desencadenó una respuesta de amenaza en los ratones, y 24 horas después, los ratones exhibieron un estado emocional negativo, un comportamiento de comer en exceso y las neuronas en sus cerebros mostraron sensibilidad al consumo de alimentos ricos en grasas.

Para confirmar el papel de la molécula en la alimentación inducida por el estrés, los investigadores activaron las mismas neuronas artificialmente con luz que estimula una molécula codificada genéticamente expresada en la membrana de la célula neuronal, sin el olor del depredador, y vieron una respuesta similar.

Además, cuando expusieron a los ratones al olor de gato y silenciaron la reacción de las neuronas que expresaban esa molécula con la misma técnica, los ratones no mostraron ningún estado emocional negativo y no comieron en exceso.

El descubrimiento apunta hacia un posible objetivo de la terapia para aliviar la alimentación desencadenada emocionalmente. "Nos queda mucho por aprender sobre esta molécula", asegura Shin, "pero hemos encontrado su ubicación y podría ser un buen punto de partida".

 Algunos consejos para ayudarte a reducir el comer emocional:

1. Despierta tu curiosidad. Sin emitir juicios, intenta observar tus hábitos alimenticios. Trata de identificar qué emociones te llevan a comer emocionalmente. Estas emociones son tus desencadenantes emocionales. Cuando aparece un antojo o impulso por comer, ¿te sientes triste, enojado o aburrido? Entender tus patrones de alimentación puede ser un primer paso para reducir la alimentación emocional.

2. Encuentra formas alternativas de gestionar tus emociones: en lugar de comer cuando te sientes mal, busca otras formas de sentirte mejor, como hacer ejercicio, meditar o hablar con un amigo. 

3. Practica la atención plena: la atención plena (mindfulness) es una técnica que te ayuda a estar presente en el momento y a ser consciente de tus pensamientos y emociones. Puede ayudarte a reconocer cuando estás comiendo emocionalmente. 

4. Elige alimentos nutritivos: trata de incorporar alimentos nutritivos en tu dieta y limita el exceso de alimentos procesados que pueden desencadenar la alimentación emocional. Recuerda que lo importante no es alcanzar la perfección, si no incorporar alimentos que te ayuden a satisfacer las necesidades de tu organismo y potenciar tu bienestar.

Por último, compartir esta reflexión de Cicerón: “Hay que comer para vivir, no vivir para comer”.

La alimentación emocional: su relación con el estrés