martes. 19.03.2024
congreso
 

Las leyes se crean para mejorar las vidas de los ciudadanos, para solucionar nuevos problemas, y a veces para reparar errores pasados que fueron olvidados durante, en algunos casos, demasiado tiempo.

La aprobación de estas leyes lleva mucho tiempo y para los que esperan el efecto reparador de estas, el tiempo se hace infinito y parece que no llega nunca el final que permita por fin conseguir el objetivo.

Nuestro sistema político no es propicio para una actuación rápida por parte de los partidos políticos y parece que es una regla no escrita la de no atender a las necesidades legislativas de la ciudadanía con la presteza que deberíamos demandar a aquellos que nos representan.

Hay varias leyes en las mesas de Senado y Congreso que llegan tarde para un sector de nuestra población y que en muchos casos les retiran la posibilidad de quizás poder participar por última vez en procesos electorales, o tener en el caso de exiliados políticos la posibilidad de obtener por parte del Estado un reconocimiento a una vida que no eligieron.

“La memoria de las víctimas del golpe de Estado, la Guerra de España y la dictadura franquista, su reconocimiento, reparación y dignificación, representan, por tanto, un inexcusable deber moral en la vida política y es signo de la calidad de la democracia”, nos dice la ley de memoria democrática.

Cuando hablamos de la dictadura hablamos de un periodo que acabó hace más de 46 años y si bien no hay ninguna excusa sobre el tiempo que se ha tardado en poner encima de la mesa esta ley, ahora los políticos han de pensar que esas vidas que tratan de reparar se van extinguiendo, gran parte ya han fallecido y cada día que pasa nos van dejando más de estos emigrantes que fueron expulsados del país.

Es difícil encontrar cualquier guiño por parte de nuestras instituciones a los centenares de miles de españoles que se exiliaron de la manera que contempla el proyecto de ley de memoria democrática, y cuando se acuerdan de ellos a veces no es más que para recortarles derechos como es el caso de los viajes del IMSERSO a los que desde el exterior antes podían acceder todos ellos.

Pero a veces nos encontramos instituciones que empiezan a actuar de otra manera, reconociéndoles. Hace unas semanas la Consejería de Trabajo y Seguridad Social de Londres junto al Consulado General de Manchester realizaron una Jornada dedicadas a nuestros mayores en la sede de esta institución. Este acto demostró como las instituciones cuando quieren y hay voluntad pueden salirse de encorsetamientos de procedimientos rígidos e impuestos y facilitar a nuestros compatriotas más vulnerables unos trámites que han de hacer por obligación y que a veces implican reservar citas en sistemas saturados y tener que hacer varios viajes para cumplir con obligaciones que llevan apenas unos minutos.

Los equipos de la consejería y consulado abrieron puertas con la intención de poder atender a todos nuestros mayores y que pudieran renovar pasaportes, fes de vida, o hacer preguntas sobre sus pensiones y otros servicios consulares sin citas previas y además con la posibilidad de juntarse con más compatriotas y poder compartir experiencias mientras se tomaban un café…y este acto se repetirá en febrero y marzo en un modelo de actuación que debería ser copiado en el resto de consulados del mundo.

La historia que nos contaron muchos de ellos demuestra que hay muchos ciudadanos exiliados a los que estas leyes les pueden afectar de manera directa y no podemos permitirnos retrasos en su aprobación. Las leyes han de crearse para reparar en vida y que puedan escuchar estos reconocimientos ahora.

Igualmente, muchos de ellos no habrán saltado los aros del voto rogado y no habrán ni siquiera intentado votar en unas elecciones a su región Castilla y León en quizás unas de la últimas elecciones en las que podrían participar…ojalá les permitan recuperar el voto y puedan hacerlo otras 4 legislaturas más.

Los que pudieron desplazarse a Manchester el día 25 de enero venían de todos los rincones de España. Unos pocos venían acompañados de hijos que en algunos casos no compartían con sus padres una nacionalidad española que les pertenece por, o bien desconocimiento o a veces por un fenómeno común entre la emigración precaria de hace décadas que es el olvidarse de sus orígenes y en algunos casos tratar de integrarse plenamente en el nuevo país y por su naturaleza de exiliado no demandar la nacionalidad del país del que huyeron para sus hijos…en el caso de mujeres casadas con extranjeros antes de 1978 no tenían ninguna posibilidad de transmitir la nacionalidad a sus hijos en una ley misógina y que ahora puede repararse.

Encontrarte con un emigrante como ellos, veteranos y que llegaron sin nada, ni conocimiento de la lengua, ni ahorros, ni trabajo, y lejos de las tecnologías que ahora nos facilitan la vida, abre los ojos sobre cómo era la emigración, o mejor dicho el exilio.

Esas condiciones para los exiliados son parecidas a las que por desgracia seguimos sufriendo en 2022, esta vez con otros orígenes geográficos, pero huyendo de lo mismo y con el fin de salvar sus vidas y ganarse un futuro.

Estos veteranos españoles cuando llegaron a Reino Unido se parecerían mucho a los exiliados que llegan a Europa desde Siria, Afganistán, o países centro africanos, y nos demuestran que a pesar de que sectores de ciudadanía los ve como veían a los nuestros como amenaza, no vienen para más que labrarse un futuro en nuestro país, contribuyendo como hicieron los nuestros.

Los partidos políticos deberían hacer un esfuerzo para darse cuenta de que los veteranos que llenan los pueblos de Castilla y León, Galicia, o Asturias en verano y llegan de Suiza, Alemania o Argentina, hace décadas eran los que ayudaron a mantener a estos pueblos vivos con remesas económicas.

Se merecen que se le deje votar de nuevo y se merecen un reconocimiento por su exilio forzoso.

La ley de memoria democrática y otras leyes que llegan tarde