lunes. 29.04.2024

Pertenezco a esa generación que es mejor que la de sus padres en la concienciación con la salud mental, con la igualdad y con el racismo. Y que es peor en otras tantas cosas, como la imperiosa y perjudicial necesidad de contarlo todo en redes sociales o de comparar nuestras vidas con la de gente aparentemente mucho más guapa, exitosa o feliz (si es que eso es medible) que nosotros mismos.

Sin embargo, aún hoy siguen existiendo residuos, o incluso escondites clandestinos en la sociedad donde la masculinidad tóxica y el machismo siguen siendo, no solo permitidos, sino bienvenidos. Y, en ocasiones, celebrados.

No hace falta buscar en esos pozos, que algunos podrán llamar “de regreso al pasado” (pero que son, en realidad, nuestro presente) para encontrar gestos que parecen inocentes y que, tienen tras de sí un universo nocivo de complejidad.

La masculinidad mal entendida cría animales, que no lloran, que no saben cómo expresarse, que no tienen miedo. Y los animales cuando son salvajes, son peligrosos

Hubo un tiempo en que nos creímos modernos. ¡Éramos modernos! Y empezaban a irrumpir en las aulas escolares esas formas pedagógicas más inclusivas que hacían referencia a que las familias podían ser de muchas formas y que no utilizaban el color azul para el equipo de los chicos y el rosa para el de las chicas. Aquello fue revolucionario. Repito, ¡nos creíamos modernos!

¿Qué era la masculinidad? No sabíamos. Pero, la anhelábamos, la premiábamos, la explotábamos. La feminidad era para las niñas y la masculinidad para los niños. Y los padres al niño “cuántasnoviastienes” y “esteañoteapuntoafutbol” y un balón y unos coches por navidad. Y “sitepeganseladevuelves”, y “losniñosnolloran” y un sinfín de jaulas más.

La masculinidad mal entendida cría animales, que no lloran, que no saben cómo expresarse, que no tienen miedo. Y los animales cuando son salvajes, son peligrosos. Lo dijo Hobbes, y sacado de contexto aún guarda sentido: “el hombre es un lobo para el hombre”, pero también para la mujer. 

Y la masculinidad tóxica es como el cristal, por fuerte y también por frágil. 

Cuanto antes se rompa, mejor.

El hombre es un lobo para el hombre