martes. 19.03.2024
campamento

Solo si, superando la visión localista, entendemos que MADRID ES MÁS QUE MADRID, que Madrid es una ciudad de ciudades, podremos formular un proyecto político-cultural en el que Madrid sea más y mejor Madrid


En estas últimas semanas han estado presente en la prensa y en las declaraciones de políticos muchas referencias a los problemas funcionales y medioambientales de la A-5, especialmente en el tramo entre el Alto de Extremadura y Alcorcón.

Hay que agradecer que el gobierno municipal de Ahora Madrid y los nuevos aspirantes hayan sido sensibles a estos problemas, denunciados por vecinos y transeúntes desde hace muchos años, sin haber recibido respuesta satisfactoria, adecuada y eficaz. Aunque resulta llamativo que esta sensibilidad se haya despertado en plena campaña electoral. Llamativas también las múltiples propuestas y soluciones, todas ellas apresuradas, cuando no improvisadas e incompletas.

Desde hace muchos años, el efecto barrera en la conexión entre ambas márgenes de esta autovía, junto con la agresión medioambiental (contaminación, ruido, intrusión visual, etc.) que sufren los ciudadanos que habitan las urbanizaciones vecinas, ha sido motivo de denuncias y exigencia de soluciones ante los distintos niveles de gobierno (nacional, regional, municipal). Quejas y posibles soluciones que no han encontrado respuesta eficaz y satisfactoria, con independencia del color político que ha marcado las distintas administraciones.

En todo caso, están plenamente justificadas las demandas ciudadanas y la urgencia con que reclaman soluciones, formuladas tanto por los vecinos limítrofes como por los de Alcorcón, Móstoles o incluso Navalcarnero, obligados a un viaje cotidiano de ida y vuelta a la “capital” por razones de trabajo, comercio u ocio. Penoso peregrinaje, agravado por la obligada utilización del vehículo privado debido a la insuficiencia de una oferta eficiente y atractiva de transporte público, pese a coincidir en este largo recorrido una autopista y distintas líneas de metro y cercanías.

Sin duda, hay que apoyar las medidas paliativas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Madrid mediante la implantación de un sistema integrado de semáforos, la mejora de los cruces rodados y peatonales que facilitan y hacen segura la conexión entre ambas márgenes de la antigua carretera de Extremadura, la implantación de carriles-bus, etcétera. Pero estas necesarias actuaciones solo pueden ser aceptadas y apoyadas como medidas remediales y transitorias y no como soluciones estructurales, tratándose de un eje de rango metropolitano y, más aún, regional y nacional.


Operación Campamento

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La construcción de algunas de las ciudades más bellas ha nacido de la feliz conjunción de una oportunidad puntual con un ideal de ciudad, un proyecto político-cultural formulado y sustentado por los poderes públicos

La solución a los problemas aquí señalados, tanto referidos al tráfico como al medioambiente, solo podrá enfocarse, proyectarse y realizarse con eficacia y permanencia con la ordenación urbanística, de alcance metropolitano, del gran espacio que podemos englobar bajo la denominación de Operación Campamento.

Una gran oportunidad para configurar una charnela, una rótula, que articule el territorio regional y, de forma más directa, el amplio arco oeste-suroeste metropolitano y el de sus municipios con Madrid capital.

Para entender y enfrentarse a los problemas actuales y aprovechar las oportunidades futuras hay que superar la visión estrecha y localista de este gran territorio, como debió hacerse en Chamartín, para considerarlo una pieza estructurante del Madrid metropolitano y no como un “solar” propiedad del municipio capitalino. Menos aún como un solar puesto al servicio del beneficio privado, como si de una mercancía se tratase, cuando en puridad estamos hablando de un bien común, patrimonio de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Frente a esta visión, las apresuradas y frívolas descalificaciones de los aspirantes a la alcaldía de Madrid y el gobierno de la CAM, que encabezan las candidaturas del PP, Cs y Vox, son la expresión de una retrógrada visión que añora y retoma la megalomanía de Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre. Un revival trasnochado que enarbola como gloria nacional la propuesta de un nuevo túnel de varios kilómetros para soterrar el trazado actual de la A-5, maquillado miméticamente con la implantación de un Madrid Río-2 sobre la losa de cubrición. Más que una propuesta urbanística, se trata de un eslogan electoral añorante de tiempos pasados. Una propuesta irresponsable dirigida únicamente a captar votos de ciudadanos incautos que se dejen seducir con la promesa de grandes obras.

Si el soterramiento de la M-30, que ha supuesto una gravosa hipoteca para las arcas municipales, puede hoy perdonarse o, al menos, justificarse por la implantación de un gran espacio público atractivo y enriquecedor de la ciudad, como es el parque lineal denominado Madrid Río, no cabe resucitar acríticamente este modelo de intervención en momentos de penuria de las finanzas públicas, de incremento de la sensibilidad medioambiental y de la presencia de necesidades mucho más urgentes, tanto en Madrid como en los municipios de su entorno metropolitano, como son la vivienda social, los equipamientos y la calidad del espacio público.

Ni las características geomorfológicas, ni la localización de la A-5 en el territorio madrileño, ni la situación financiera de las arcas públicas, pueden justificar este tipo de propuestas. Sobre todo si se tienen en cuenta necesidades sociales más urgentes e inaplazables. Solo una manifiesta y grave irresponsabilidad financiera, junto a una empobrecedora incultura urbanística puede apoyar la propuesta de este grandioso túnel. Costoso e innecesario, a falta de otras alternativas que ni siquiera han sido exploradas.

Si antes he denunciado la sordera y falta de respuesta adecuada a las demandas ciudadanas por parte de las administraciones públicas con competencias diversas en este territorio, incluso en periodos en que tanto el gobierno municipal como el regional estaban presididos por el PSOE, hoy, que vuelven a plantearse con mayor gravedad y urgencia los problemas que afectan a este espacio metropolitano, debo reivindicar la valiosa propuesta de ordenación que, bajo el nombre de Operación Campamento, se formuló por la Consejería de Política Territorial en 1989, amparada por un primer acuerdo entre el Ministerio de Defensa (Narcís Serra) y el gobierno regional (Joaquín Leguina). (Ver archivo Operación Campamento)

Una iniciativa que llegó a concretarse en un Anteproyecto de ordenación territorial y que no alcanzó su tramitación formal debido a conflictos interadministrativos y criterios contrapuestos sobre la finalidad del suelo público, con independencia de quien tenga su titularidad registral. Como en muchos otros casos, la batalla entre competencias administrativas acabó siendo una guerra entre incompetentes que enterró un proyecto que aún puede servir hoy como referencia para una nueva reflexión sobre este gran espacio metropolitano.

Una posible referencia como base para una nueva reflexión sobre política territorial, que no solo resuelva los problemas funcionales y ambientales puntuales y ocasionales que se manifiestan en este caso, sino que configure Campamento como una “nueva centralidad” que articule y complemente el ya citado arco oeste-suroeste metropolitano.

La solución de los problemas a que hoy se enfrentan los ciudadanos cobrará plena eficacia económica y social si, superando los límites municipales y un cierto egocentrismo capitalino, asumimos que Madrid es más que Madrid. En esta visión es cómo Campamento puede cobrar todo su valor en una nueva ordenación del territorio madrileño. Y así deberían haberse considerado Chamartín o la anunciada Ciudad Aeroportuaria, como piezas fundamentales de la estructura de una nueva geografía regional más atractiva, eficaz e igualitaria.

Cuando con tanta insistencia, y parte de razón, se exige un nuevo marco de ordenación territorial y se denuncia su ausencia utilizándola bien como arma contra el gobierno regional, responsable de formularla, o bien como justificación de los graves pecados en la ordenación de cada municipio, con Madrid capital como paradigma (véase el hoy por hoy frustrado MNN o la siniestra Estrategia del Sureste), cabe recordar que la construcción de nuestras ciudades y territorios no siempre se produce como consecuencia de un esquema de ordenación previo, cual si de un proyecto ideal sobre un territorio virgen se tratase, sino que, en muchos casos, quizás los más sugerentes, la construcción de algunas de las ciudades más bellas ha nacido de la feliz conjunción de una oportunidad puntual con un ideal de ciudad, un proyecto político-cultural formulado y sustentado por los poderes públicos. Pensemos en ejemplos históricos como el renacimiento de Viena a partir de la ocasión que brindó la desmilitarización del Ring o, más cercano, el Moll de la Fusta en Barcelona que, con la desafección y desmantelamiento del sistema portuario, permitió plantear un nuevo modelo de ciudad. Así podría aprovecharse la desafección de las instalaciones militares en Campamento.

¡Cuántas veces los grandes proyectos han nacido de la lucidez de aprovechar las pequeñas oportunidades para formalizar las grandes ideas! Como en Pirandello, no seis, sino mil ideas urbanas están buscando el suelo para posarse y hacer nido en él. Solo hacen falta unas administraciones capaces de descubrir y aprovechar estas oportunidades.

Objetivos a cumplir

Con independencia de estas consideraciones generales sobre la potencialidad de Campamento, cabe concretar, de forma más directa, los objetivos que debería cumplir una adecuada ordenación de este importante espacio:

  • Evitar el soterramiento de la actual traza de la A-5, proponiendo una nueva variante que, bordeando el arroyo de Meaques, enriquezca la trama viaria regional.

  • Definir, reservar y proteger un gran corredor ecológico que conecte la Casa de Campo con el Parque Regional del Guadarrama.

  • Proyectar una ordenación urbanística, que no inmobiliaria, en los terrenos militares desafectados y en su entorno inmediato aun vacante.
    Una ordenación en la que la compacidad de los núcleos edificados sea compatible con el trazado abierto al paisaje aun intocado de su entorno. Una ordenación en la que la edificabilidad sea la requerida para el buen funcionamiento de las nuevas actividades aquí asentadas y no como generadora de aprovechamientos especulativos inmobiliarios. Una ordenación susceptible de adaptarse a futuras demandas que hagan más compleja y rica la vida urbana en este territorio. Una ordenación en la que la tipología edificatoria, junto con el diseño y calidad del espacio público, garanticen un espacio urbano atractivo y generador de una vida en común.

  • Transformar el actual trazado de la A-5 en un bulevar urbano como una pieza más de esta nueva ordenación.

Madrid es más que Madrid. A-5, semáforos, túneles y Campamento