martes. 19.03.2024
indigenas

La irresponsabilidad de Jair Bolsonaro ante la crisis sanitaria derivada del Covid-19 ha colocado al país por delante de Italia y España en porcentaje de fallecidos y contagiados. La “gripecita” a la que refería el ultraderechista líder de Alianza por Brasil está causando estragos y se calcula que cerca de tres millones de personas podrían estar infectadas. “El gobierno brasileño perdió el control de la pandemia”, dijo a BBC News Brasil, Domingo Alvez, profesor de medicina de la Universidad de Riberao Preto.

En Brasil la pandemia ha dejado al descubierto las desigualdades generadas por sistemas de valores basados en la meritocracia y en la supervivencia del más apto; un darwinismo social vigente desde los tiempos de la colonización y que Jair Bolsonaro ha reavivado.

El virus se ceba por estos días con los habitantes de las favelas brasileñas, familias hacinadas a la espera de recibir agua potable e insumos que el Estado no facilita. La ONU ya advirtió de que en Brasil urge la necesidad de acciones conjuntas entre gobiernos municipales y cooperación internacional. Sin embargo Bolsonaro está empecinado en minimizar la consecuencia de su propia ignorancia, y continúa desafiando los consejos de la Organización Mundial de la Salud que ya le ha advertido el riesgo al que están expuestos no sólo los miles de habitantes de las favelas de Río y Sao Pablo, sino también los pueblos originarios que “podrían desaparecer”.

Se estima que unos 462 pueblos actualmente tienen menos de 3 mil habitantes y alrededor de 200 de ellos se encuentran en aislamiento voluntario, todos en situación de extrema dificultad

“En América Latina, la población indígena supera los 45 millones de personas, poco menos del 10% de la población total de la región. Muchas comunidades tienen una “gran fragilidad”, pues están en peligro de “desaparición física o cultural”. Se estima que unos 462 pueblos actualmente tienen menos de 3 mil habitantes y alrededor de 200 de ellos se encuentran en aislamiento voluntario, todos en situación de extrema dificultad”, explican por su parte desde Naciones Unidas (ONU). “La propagación de la COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas: una situación en la que ya abundan las desigualdades y la discriminación. El aumento de las recesiones a nivel nacional y la posibilidad real de una depresión mundial agravarán aún más la situación, causando un temor de que muchos indígenas mueran, no sólo por el virus en sí, sino también por los conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, y en particular de agua potable y alimentos”.

La Organización Panamericana de la Salud también hizo llegar su preocupación por el impacto que la pandemia está teniendo entre los más pobres, los vulnerables y las poblaciones indígenas, especialmente en los grupos que viven en el Amazonas brasileño. Estos grupos viven tanto en aldeas aisladas con acceso mínimo a servicios sanitarios, como en ciudades densamente pobladas como Manaos. Los casos registrados en la cuenca del Amazonas ya ascienden a 20.000.

Las voces críticas no se han hecho esperar. “Es un genocidio indígena”, sostuvo ayer Arthur Virgilio Nieto, alcalde de Manaos, que acusó directamente a Bolsonaro. Por su parte, algunos medios televisivos reprodujeron las declaraciones del ultraderechista en época de campaña: “Los indios no hablan nuestra lengua, no tienen dinero, no tienen cultura. Son vagos y no sirven para reproducirse. Cómo es posible que tengan el 13 % del territorio nacional”.

Veinte mil indígenas del Amazonas con coronavirus