jueves. 28.03.2024

Por Alejandro P. Morales | Una crisis financiera global. Más de una década de estancamiento económico. Una pandemia. Y ahora una guerra en el corazón de Europa. Las economías europeas sufren los años de la volatilidad y de la inestabilidad mundial. Y, con ello, lo hace el bolsillo y la calidad de vida de los ciudadanos. 

La guerra desatada por Vladimir Putin en Ucrania deja ya una lección en suelo comunitario: las sanciones históricas impuestas contra el régimen ruso, contra sus sectores estratégicos y contra los oligarcas que lo apoyan no serán a coste cero en la UE. En la capital comunitaria asumen que el precio a pagar será elevado. 

El efecto económico ya se siente en Europa, pero no es nada comparado con el sufrimiento que están padeciendo millones de civiles ucranianos.

El elevado precio de la electricidad, el coste aumentado de los carburantes, la escasez de ciertas materias primas, las disrupciones en la cadena de suministro o la inflación en el precio de ciertos alimentos son los daños colaterales en el bolsillo y en el quehacer diario de los europeos. 

La otra gran arteria es la cadena de alimentos a nivel global y nacional. De hecho, Danone y Heineken ya han avisado de una inminente ruptura de suministro en toda España

Una de las pocas certezas que se tienen hasta el momento es que el impacto desatado por el cerco financiero al Kremlin será asimétrico en todo el bloque comunitario. La guerra de Putin será mucho más costosa para unos Estados miembros que para otros. Algunos países como Letonia o Chequia reciben todo su gas de Rusia. Pero estas dependencias energéticas son mucho más reducidas en países del sur, como es el caso de España. 

De momento, Bruselas está en fase de análisis. No pone cifra al coste total de la guerra y de las sanciones a Rusia porque cree que es un dictamen demasiado prematuro. Pero la UE se prepara ya para adoptar medidas que suavicen las consecuencias de la guerra en sus arcas y, sobre todo, para que no entorpezca la recuperación post-pandémica.

En este contexto, la prioridad española es que la UE adopte medidas para reducir la factura de la electricidad, una batalla que lleva meses librando en Bruselas desde hace años pero que ha tomado más impulso con la guerra en Ucrania. 

La otra gran arteria es la cadena de alimentos a nivel global y nacional. De hecho, Danone y Heineken ya han avisado de una inminente ruptura de suministro en toda España. Los precios ya encajan fuertes subidas al alza que están dejando estanterías vacías en productos como el aceite de girasol en algunos supermercados españoles. La ONU ha calificado esta guerra como una "espada de Damocles" que se cierne sobre la economía global.

Mientras llegan las respuestas de la Comisión Europea, que serán desveladas de forma progresiva en los próximos meses, algunos países europeos como Francia ya están tomando medidas para suavizar el impacto de la crisis en su ciudadanía. 

Nadie sabe a ciencia cierta las derivadas y consecuencias del conflicto armado en Ucrania, pero es palmario que corren malos tiempos para la lírica.

Malos tiempos para la lírica. Consecuencias de la guerra en Ucrania