viernes. 19.04.2024
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Como sabemos, en ingeniosa frase de no sé quién, una imagen miente más que mil palabras. Por eso, la de un carrito de supermercado rebosante de rollos de papel higiénico hizo correr la especie, al principio de la pandemia, de que había que almacenar eso como defensa contra el virus. La televisión y, sobre todo, las redes sociales se encargaron de extender esa tontería que, efectivamente, ocasionó el vacíado de los estantes de los super, primero, y el aumento de las ganancias de los fabricantes, después. No voy a hacer ninguna broma escatológica sobre el asunto ya que, para eso están los memes, pero todavía debe haber gente que no ha acabado con las existencias que acopió.

Ahora, parece que, no el papel higiénico, si no otros productos entre los que destaca el aceite de girasol, están siendo objeto de acopio doméstico, y posiblemente industrial para revenderlos después a mayor precio, por consumidores que temen que las consecuencias de la guerra en Ucrania les pueda privar de ese consumo.

Una vez oí a un eminente economista criticar la figura de la cesta de productos que sirven para calcular el IPC. Decía que calcular el índice de precios con unos pocos productos no tenía en cuenta la inteligencia del consumidor que le hacía sustituir un producto que subía de precio por otro que no lo hubiera hecho. No sé si eso será verdad, pero en el caso que nos ocupa tiene pinta de que la inteligencia del consumidor, si existiera, podría hacer que se sustituyera el consumo de aceite de girasol, por ejemplo, por cualquier otro similar y que no tuviera que proceder de un territorio en guerra.

Cicerón decía que el dinero es el nervio de la guerra. Y tenía razón, eso de la guerra es caro y, cada día más

Pero no es de aceite de girasol, ni de papel higiénico, de lo que quiero hablar, si no de como la idea de la guerra ha empezado a entrar en nuestras conciencias y hemos pasado del confortable "No a la guerra" al preocupante "Que vienen los rusos". De momento, hemos empezado por acopiar víveres, pero, pronto tendremos que adoptar algunas otras costumbres relacionadas con la idea de que, a lo peor, quien sabe. Eso parece estar ocurriendo en otros países europeos, pero, en España, donde la ley del péndulo se cumple a rajatabla, se puede llegar a poner de moda la construcción de refugios antiaéreos. Una ventaja es que, a lo mejor hay gente que empieza a conocer el Metro.

Porque, el "America First" de Trump incluía en su catálogo la recomendación de que "el que quiera peces que se moje eso que se limpia con papel higiénico". En realidad, lo dijo en inglés que, en traducción libre sería algo así como: ya está bien de que los norteamericanos soporten un gasto de defensa que debería corresponder a los europeos, nosotros debemos dedicarnos al Pacífico (póngase en mayúsculas no se vaya a confundir con lo pacifico). Pues bien, estamos en ello.

Cicerón decía que el dinero es el nervio de la guerra. Y tenía razón, eso de la guerra es caro y, cada día más. A los interesados en el asunto les recomiendo, entre otros, la "Historia de la guerra", de John Keegan. Así se enterarán de cómo, desde los combatientes griegos que se pagaban sus propios pertrechos para ir al combate, hasta hoy que esos pertrechos significan solo una muy pequeña parte de lo que cuesta la tecnología necesaria, la cosa ha subido mucho. Además, los griegos iban gratis y a los soldados profesionales actuales hay que pagarles. Y se paga con impuestos. Hay modos de recuperar ese dinero con el expolio del país derrotado, pero, en principio, hay que invertir.

Ese debate ya ha comenzado, todavía con reminiscencias del “No a la guerra”. Se trata de la oposición, obviamente legítima, por parte de un sector de la izquierda española al envío de armas a Ucrania. Hay quien ha propuesto que, en todo caso, fueran defensivas, y no de ataque, las armas que se enviaran. Eso me ha recordado un debate al que asistí una vez en el que se hablaba de este tema. La verdad es que nadie de los que estábamos allí procedía del mundo militar si no del universitario y administrativo, pero hay cosas que no hace falta haber estado en West Point para saber. Por ejemplo, que los pilotos de caza valoran como agresivo el detectar una señal de radar procedente de tierra ya que presumen que procede de una batería antiaérea. Por ejemplo, para Rusia, el colmo de la agresión norteamericana fue la instalación de su escudo antimisiles ya que imaginaban que querían volcar a su favor la balanza de la disuasión mutua.

Así pues, no nos engañemos. Si Europa se tiene que hacer cargo de ese designio no solo trumpiano, algunos países deberán aumentar su presupuesto de defensa y, entre ellos, España. Y posiblemente el que mas tenga que crecer ya que, después de Luxemburgo, el nuestro es el país con menor porcentaje de su PIB empleado en la defensa. Y a los poco más de 600.000 habitantes de Luxemburgo no se les pide que colaboren mas en lo militar. Con que guarden bien el dinero de las grandes fortunas europeas, vale. Pero, a nosotros se nos debe de estar pidiendo mas y, si llegamos con nuestro 1,2% del PIB en cosas militares hasta la reunión de la OTAN en Madrid el año próximo, nos pueden poner colorados nuestros socios en ese organismo.

De ahí el compromiso del presidente del Gobierno español de subir hasta el 2% del PIB el presupuesto de defensa español. Para situarse en la banda media de los otros países de la alianza. Pero, claro, esto, en plena recuperación económica, y simultaneado con el anuncio de rebaja de algunos impuestos (que necesariamente no debe ser mas que simbólica y temporal), significa lo de siempre: que, si la famosa manta de los presupuestos tapa una parte, tiene que destapar otra. Veremos.

Respecto de mi opinión personal, debo decir que está entre el obvio “No a la guerra” y el famoso aforismo de que "Si quieres papel higiénico, prepárate para la guerra".

El síndrome del papel higiénico