sábado. 04.05.2024

La barbarie de una organización terrorista se condena por si sola. No hay más que añadir. Ensañarse con personas por el simple hecho de tener cierta nacionalidad o estar en un determinado lugar. Polemizar al respecto equivale a mantener una discusión bizantina respecto al sexo de los ángeles. Hay que desbaratar cualquier apoyo a semejantes desalmados, incluyendo el desvío de fondos humanitarios. Otra cosa es generalizar ese marchamo de terroristas a todos los palestinos que habitan Gaza. Calificarlos como escudos humanos e instares a dejar sus hogares en pocas horas para no estorbar una invasión militar justificada por algo tan injustificable como la venganza es algo reprochable y no casa con el derecho a una legítima defensa. 

Instar a dejar sus hogares en pocas horas para no estorbar una invasión militar es algo reprochable y no casa con el derecho a una legítima defensa

Daniel Barenboim lo ha dicho con mucha claridad. Negar la humanidad al otro es nuestra perdición. Alegar derechos históricos respaldados por un credo religioso para reclamar un territorio es algo bastante discutible. ¿Acaso no ha sido Kaliningrado una ciudad prusiana durante siglos y Andalucía un enclave árabe? ¿Basta recordar ese período para reclamar su anexión? ¿Es el idioma de algunos pobladores razón suficiente para darle una identidad política, como aducía Hitler para ciertos territorios de Checoslovaquia y Putin pone sobre la mesa para reclamar como rusas ciertas ciudades ucranianas? ¿Acaso hay que revisar los mapas geopolíticos y reintegrar a sus pobladores primigenios Estados Unidos o Australia? ¿Por qué un argumento muy similar funciona en unos casos y no en otros? ¿Depende quizá del poderío bélico de quienes lo esgrimen? ¿El derecho internacional debe regirse por la ley del más fuerte?

El gobierno de Franco fue reconocido por la ONU cuando le interesó a Estados Unidos tener bases militares en la península. Eisenhower hizo una escala en Madrid, porque prefería vivir en España, si tuviera que optar entre un dictador fascista venido a menos y el comunismo soviético. En los tiempos modernos el Estado de Israel tiene una génesis asociada con la violencia más extrema. Tras el holocausto nazi se aprobó un plan para crear un hogar nacional para el pueblo judío, dividiendo Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío. Sucesivas guerras fueron configurando las fronteras políticas de Israel y los diversos intentos por concertar unos acuerdos que posibilitaran una convivencia pacifica siempre han fracasado por el extremismo de algunos.

Habría que revisar lo de la ley del más fuerte y una colonización que desahucia paulatinamente a los anteriores ocupantes

Al pueblo judío se le convirtió en un chivo expiatorio de todos los males habidos y por haber. Se le masacró con una sistematicidad escalofriante y su identidad política como Estado de Israel se fraguó en torno a ese trauma colectivo. Por eso resulta incomprensible que puedan hacer algo similar con el pueblo palestino en su conjunto, catalogándolo como un potencial enemigo para el que no cabe ningún tipo de contemplación, lo que les hace posibles victimas de un catastrófico genocidio cuyas implicaciones geopolíticas resultan sencillamente incalculables. Ahora nos cuesta creer que la Gran Guerra fuera originada por un magnicidio y que no se pararan los pies a quien predicaba la búsqueda de un espacio vital para el pueblo ario

Está prendiéndose una mecha en un polvorín y puede saltar por los aires una vez más los frágiles equilibrios de la geopolítica mundial. Israel no da crédito a que se haya visto vulnerado su legendario sistema de seguridad importado por doquier. La contundente respuesta militar que prepara podría ser tan desproporcionada como cruel. Habría que revisar lo de la ley del más fuerte y una colonización que desahucia paulatinamente a los anteriores ocupantes. No se trata de tomar partido y alinearse con uno de los bandos. Más bien deberíamos reparar en que los descendientes del holocausto no tienen pasaporte, al ser una desgracia colectiva para toda la humanidad. Si no somos capaces de comprender algo tan elemental, estamos condenados como especie a repetir unos errores que despreciamos teóricamente asumiéndolos en la praxis.

Los descendientes del holocausto, Israel y Palestina