domingo. 28.04.2024
Las esculturas de Bruno Catalano son figuras aparentemente inacabadas como símbolo del vacío que deja el viaje en las personas desplazadas
Las esculturas de Bruno Catalano son figuras aparentemente inacabadas como símbolo del vacío que deja el viaje en las personas desplazadas

Los Exiliados Políticos (¿han sido, son y serán otros?)

¿Quiénes eran? ¿A dónde se dirigieron? ¿Cómo lo hicieron? ¿De dónde huyeron? ¿Argentina? Uno era todos.

Y por supuesto la discusión, en algún Seminario como el organizado por el área de cultura de la Embajada Argentina en Casa de América, sobre Exilio y Sujeto.

Como era de esperar, uno de los temas más debatidos fue Sujeto Individual o Sujeto Colectivo. 

Algunos participantes expusieron sus historias personales. El sujeto colectivo surgiría por agregación.

Es curioso. Recién me percato en qué pocas ocasiones hemos hablado de nuestros secuestros, de nuestras torturas, de la cárcel, del destierro, de nuestros empeños durante el exilio, de nuestro dolor por la Argentina que creímos pudo ser.

 Recién ahora fui a la biblioteca a la búsqueda de algún Diccionario que pudiese dar respuesta a la siguiente pregunta:

“Extrañamiento, Pérdida, Separación, Sensación Irreprimible de Desarraigo”.

Y a la reiterativa:

¿Todo eso es exclusivo del Exilio Político?

Claramente no. Hay quienes otorgan a esa “sensación” una dimensión ontológica. Se apoyan en la tradición judeo-cristiano-musulmana.

La Mujer de Lot: la pérdida, el extrañamiento la paraliza. Es demasiado dolorosa la perspectiva de una vida a construirse en un territorio desconocido.

Las religiones de la revelación, obsesionadas por la trascendencia, jerarquizan la vida. La terrena, reino de la limitación y necesariamente condenado, es sólo prueba para alcanzar la vida eterna que no es otra cosa que el retorno al origen. El Paraíso. 

No es casual que en los tres libros estén presentes el éxodo, la marcha al desierto, la hégira.

Las religiones del Libro ofrecen la solución en la fe y la confianza en la voluntad divina. 

Las religiones de la revelación, obsesionadas por la trascendencia, jerarquizan la vida

El judaísmo a través de la Alianza entre el Pueblo Elegido y Jehová. El cristianismo: entre la Ciudad de los Hombres y la Ciudad de Dios hay un deambular por el “desierto” tratando de ascender de una a la otra. Con el catolicismo el puente lo pone la Iglesia. El islam: Ofrece la comunión mística entre Alá y los fieles a través de la Revelación contenida en el Libro. 

En las tres, la aspiración a la trascendencia exige un esfuerzo para recuperar lo perdido. Un camino hacia la muerte para reencontrar el inicio.

El extrañamiento, el victimismo, la culpa y el martirio son elementos comunes muy presentes en las tres religiones. Y han influido de forma determinante sobre el pensamiento y las concepciones de vida de muchas generaciones.

Pero hay más tradiciones en Occidente.

En Grecia la vida individual era inconcebible fuera de la Polis. Por eso el Destierro, el Ostracismo, era la pena mayor equivalente a la muerte.

Pero Grecia fue muchas Grecias. 

Por ahí anduvieron los iniciadores de la dialéctica y el pensamiento materialista, en absoluto preocupados por la trascendencia. Como Epicuro, que a partir del reconocimiento de la infinitud temporal y material del universo convoca a hacer las paces con la realidad a través del conocimiento y con los demás por medio de la amistad.

El extrañamiento, el victimismo, la culpa y el martirio son elementos comunes muy presentes en las tres religiones

E incluso en nuestra América Precolombina, los príncipes filósofo-poetas que ya se cuestionaban la existencia de vida después de la muerte y llaman a vivir “una sola vez en la tierra. A alegrarse, gozar. Hacer oír el canto en el lugar de los atabales”.

Algunos pertenecemos a estas últimas

Muchos de los exiliados argentinos participamos de esa tradición que entronca con el descubrimiento de la razón, la aspiración a la libertad, la lucha por la igualdad y la práctica de la fraternidad.

Eso, que desde mediados del siglo XIX conforma el internacionalismo socialista.

La frontera demuestra la extensión del Cosmos.

Al otro lado recomienza el mundo. 

Al traspasarla se pierde una parte del territorio dónde dar la pelea y se gana otro desde el que se debe continuar en el empeño. 

El territorio se ensancha. 

Revisando papeles me encontré con una cantidad de iniciativas que ponen de relieve que el exilio no es un quedar aparcado. Y ahí es cuando el exilio se manifiesta en toda su dimensión de Sujeto Colectivo.

La relación entre el Exilio (sujeto colectivo) y la Argentina no es una página amable de la historia reciente. Incluso tengo la sensación que apenas es una paginita, si es que existe, en la crónica de los historiadores o científicos políticos.

Los Gobiernos han dispuesto “indemnizaciones” para los exiliados y represaliados. Pero ello a las personas, los sujetos individuales.

¿Cuántas entrevistas se han realizado a los exiliados?

¿Cuántos documentales han sido producidos?

¿A quién le pidieron los documentos que acreditan las andanzas y preocupaciones de los exiliados en Europa?

El Exilio ha sido y, en cierto modo sigue siendo, un testigo incómodo. La respuesta es hacer como si no hubiese existido

 Hace un tiempo una estudiante de sociología (creo recordar) educada en Europa y residente en Inglaterra, nos entrevistó a algunos exiliados. Era un trabajo dentro de sus estudios.

¿Por qué el olvido?

Posibles respuestas:

La mayoría de las clases medias apoyó el golpe militar y su política económica (Tiempos del deme dos). La represión fue justificada, como siempre, por la tranquilidad y seguridad conseguida. El exilio era un testigo incómodo.

Muchos de los que continuaron viviendo en el país nos veían como aquellos que nos habíamos salvado. Unos privilegiados. Y llegaron a pensar que los que salieron lo hicieron porque quisieron. Jorge Assis, cuando andaba cortando flores por los jardines de Quilmes, exclama el reproche “por qué se fueron, por qué nos dejaron solos”. 

El Exilio ha mantenido una visión crítica sobre todo el proceso político argentino. No sólo respecto de la Dictadura, sino también sobre el conjunto de las fuerzas políticas antes del Golpe Militar y la propia evolución del sistema político en la democracia recuperada.

El Exilio ha sido y, en cierto modo sigue siendo, un testigo incómodo. La respuesta es hacer como si no hubiese existido.

Para terminar, celebro la realización de aquel Seminario, con él la Embajada Argentina “salió del armario”. Pero no es casualidad, por primera vez el Embajador y gente de su equipo pertenecieron al Exilio.

¿Quiénes eran?