sábado. 27.04.2024
eeuu

La creciente pobreza que aqueja a millones de norteamericanos es omitida diariamente por los medios hegemónicos que -cuando se trata de miseria y desigualdad- prefieren poner el foco fuera de las fronteras de los Estados Unidos; en especial en aquellos países cuyos programas económicos no están en sintonía con Washington. 

El informe de la Universidad de Columbia, escasamente difundido por la prensa norteamericana, señaló el pasado mes de marzo que el número de estadounidenses pobres pasó de 47 a 55 millones como consecuencia de la pandemia. La recesión económica ha tenido un impacto devastador y desproporcionado sobre los derechos de las personas con bajos ingresos que ya atravesaban dificultades. Más de 74 millones de estadounidenses perdieron sus puestos de trabajo; y la mayoría de los empleos perdidos fueron en los sectores que pagan salarios inferiores a la media.

El hambre en el país más rico del planeta ya no se puede ocultar, aún ante el férreo cerco mediático que impone una realidad forzada en la cual la miseria es patrimonio de países subdesarrollados.  Según Lena Simet, investigadora sénior sobre pobreza y desigualdad de Human Rights Watch, más de 24 millones de adultos informaron que se encontraban en situación de hambre, y más de seis millones aseguraron que temían ser desalojados de sus hogares por no poder cumplir con los pagos de sus hipotecas. 

Uno de cada cinco niños estadounidenses es pobre. Un dato que bien podría ameritar un análisis profundo acerca del fracaso del Capitalismo

Si fuese Cuba el país en donde más de la mitad de los hogares tienen serias dificultades para obtener alimentos, y que niños y niñas no reciben la dosis nutricional adecuada para su sano desarrollo físico y psíquico, seguramente -y sin titubear- los mismos medios que ocultan la miseria interna no dudarían en manifestar que se trata de un fracaso del modelo que atenta contra los derechos básicos del ser humano. Pero no es Cuba en donde esto está sucediendo, sino Estados Unidos, escaparate global de un capitalismo caduco y obsoleto.   

El Plan Americano de Rescate impulsado por Joe Biden no es suficiente para mitigar la miseria en la que viven 55 millones de ciudadanos norteamericanos.  El plan, diseñado para otorgar ayudas por valor de USD 1,9 billones, dispone que se realicen inversiones para palear las dificultades económicas que afectan a estos sectores de la población. Sin embargo la reacción del gobierno de los Estados Unidos llega tarde. Antes de decretada la pandemia de Covid-19 las cifras de desigualdad y pobreza habían alcanzado límites históricos. En 2018 diversas entidades no gubernamentales ya advertían del drama social que se estaba gestando. “Las desigualdades raciales son elevadas; la tasa de personas adultas negras y latinas que viven en hogares que no cuentan con suficientes alimentos es más del doble de la que existe entre las personas adultas blancas”, informaban sin que la por entonces administración Trump tuviera en cuenta estos datos. 

La organización Children International también había alertado sobre el crecimiento de la pobreza, indicando cuáles eran los ocho estados que presentaban los índices de inseguridad alimentaria más alta de Estados Unidos. “Mississippi, Louisiana, Alabama, New Mexico, Arkansas, Kentucky, Maine y Oklahoma”.  En estos Estados la población afrodescendiente es mayoría. Quizás fue por este motivo que la Casa Blanca desestimó la alarma. 

Será responsabilidad de Biden dar vuelta a esta situación. Mientras tanto 1 de cada cinco niños estadounidenses es pobre. Un dato que bien podría ameritar un análisis profundo acerca del fracaso del Capitalismo. Más aún teniendo en cuenta que la riqueza conjunta de los 651 milmillonarios de Estados Unidos ha aumentado su patrimonio en más de 1 billón de dólares desde el inicio de la pandemia.

Esto no es Cuba