viernes. 26.04.2024
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Bolsonaro en los estudios de La Voz de Brasil.

@jgonzalezok (Río de Janeiro) | A solo 102 días de las elecciones generales en Brasil, la Policía Federal detuvo a Milton Ribeiro, exministro de Educación, como sospechoso de corrupción y tráfico de influencias.

El escándalo expone una vez más la fuerte interferencia de pastores evangélicos en el ejecutivo y cayó como una bomba en el seno del gobierno del presidente Bolsonaro, que intentará la reelección en octubre. La denuncia contra el ministro había saltado en el mes de marzo por revelaciones de la prensa, y obligó a Ribeiro a presentar su dimisión. Pero no hubo ninguna otra consecuencia hasta este miércoles, cuando la Justicia parece haber reunido pruebas suficientes, incluyendo movimientos financieros sospechosos.

Ribeiro, pastor evangélico, es acusado por un esquema de liberación de presupuesto de su ministerio, en concreto del Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación, a favor de determinados municipios, a cambio de sobornos. Otros dos pastores, que nada tenían que ver con el ministerio, actuaban de facilitadores para el acceso al mismo, dentro de una especie de gabinete paralelo. Ambos también están detenidos, después de que varios alcaldes relataran el pedido abierto de sobornos antes de gestionar cualquier ayuda al municipio.  

Los pastores Arilton Moura y Gilmar Santos, exigían a los alcaldes a los que beneficiaban la donación de biblias -con las fotos de los pastores y el ministro-, construcción de templos y dinero. En un caso, uno de los alcaldes recibió el pedido insólito de un kilo de oro, atendiendo a que el municipio estaba en una zona minera. Alcaldes de Progresistas, PL y Republicanos, partidos que integran el núcleo duro del bolsonarismo, eran los preferidos para recibir la ayuda de los pastores.

Uno de los alcaldes recibió el pedido insólito de un kilo de oro, atendiendo a que el municipio estaba en una zona minera

El ahora exministro dijo en su momento que había recibido indicación del propio presidente Bolsonaro para que atendiese los pedidos de ambos pastores. En grabaciones que divulgó el diario Folha de S.Paulo, Ribeiro aparece diciendo: “Fue un pedido especial que el presidente de la República me hizo sobre la cuestión de Gilmar”, en referencia a uno de los pastores. Añadiendo: “Porque mi prioridad es atender primero a los municipios que más necesitan y, en segundo lugar, atender a todos los que son amigos de Gilmar”.  

Ambos pastores, Moura y Santos, serían recomendados de la mujer del presidente, Michelle Bolsonaro, fanática evangélica, que se habría quedado prendada por los sermones de uno de ellos. Y no solo tenían acceso libre al ministerio de Educación, también visitaban asiduamente el Palacio de Planalto. Al menos 35 veces fue uno de los pastores a visitar a Bolsonaro, según consta en los registros oficiales, aunque se intentó ocultar la información.

Cuando estalló el escándalo, el presidente declaró que ponía “la cara (sic) en el fuego” por su ministro, calificando como una cobardía lo que estaba haciendo la prensa, al informar del escándalo. Hoy, consciente del daño político del caso, le soltó la mano y dijo que Ribeiro tendrá que hacerse cargo de las acusaciones: “Pido a Dios que no tenga ningún problema, pero si lo tiene, la Policía Federal está actuando, está investigando, es una señal de que no interfiero en la Policía Federal, porque eso, obviamente, me va a salpicar”.

También se despegaron del caso los integrantes del Frente Parlamentario Evangélico, que integran 195 diputados y 8 senadores. Su presidente, el diputado Sóstenes Cavalcante, que aseguró haber apoyado desde el comienzo la investigación, dijo que si se comprueba cualquier acto ilícito deberá aplicarse el debido castigo. Aunque también reclamó que se investigue y castigue a los alcaldes de los municipios que recibieron los beneficios.

Ribeiro, de 64 años, es abogado, teólogo y pastor de la iglesia Presbiteriana y fue el cuarto ministro de Educación de Bolsonaro. Como consecuencia de las denuncias periodísticas sobre el esquema del gabinete paralelo con los pastores, presentó su dimisión el 28 de marzo. Fue acusado judicialmente por homofobia, después de haber dicho en una entrevista que los adolescentes “optan” por el “homosexualismo” (sic) por integrar “familias desajustadas”.

En los dos años escasos que estuvo al frente del ministerio protagonizó otras polémicas. Se mostró contrario a la integración en la escuela de niños y adolescentes con deficiencias, alegando que dificultan el aprendizaje de los otros alumnos. E interfirió en las pruebas de acceso a la universidad para que las preguntas tuvieran “la cara del gobierno”, evitando cuestiones ideológicas y de género.

El pasado 25 de abril, cuando ya había dejado el ministerio, protagonizó un incidente en el aeropuerto de Brasilia, cuando se le disparó el arma que llevaba en una cartera de mano, al intentar quitar el cargador. Con licencia de armas, dijo tener miedo de exponerla en el mostrador de la compañía, por lo que manipuló la misma metiendo la mano en el portafolios. Aunque infringió las reglas de la Agencia Nacional de Aviación Civil al dirigirse al mostrador de una aerolínea con un arma cargada, la Policía Federal dijo en su momento que no había cometido ningún delito.

Un sondeo le da a Lula 46% de apoyo en la primera vuelta, 16 puntos más que Bolsonaro

Analistas políticos locales afirman que la detención de Ribeiro y los pastores está provocando una gran preocupación en Bolsonaro y su equipo de campaña. Desde que se conoció la orden de prisión, los medios no bolsonaristas dedicaron horas y horas a tratar el tema y analizar la cuestión. Y la oposición inmediatamente se puso en marcha para reunir las firmas suficientes que permitan la creación de una Comisión de Investigación Parlamentaria. Con el antecedente de la CPI que investigó y destapó los escándalos de corrupción y mala praxis del ministerio de Sanidad durante la pandemia, se comprende la preocupación del gobierno, ya que dicha CPI actuaría en plena campaña electoral.

Las encuestas le siguen siendo enormemente desfavorables a Bolsonaro, incluso antes de este escándalo. El desempeño del presidente, cuando encara el tramo final de su mandato, es sumamente negativo. El manejo desastroso de la pandemia y de la economía desgastó su popularidad. Otros casos de presunta corrupción involucrando a su familia y su empeño en avanzar sobre las instituciones también colaboraron. Así como el reciente asesinato del indigenista Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips, en una Amazonia abandonada por el gobierno.

Un sondeo de hace dos semanas le da a Lula 46% de apoyo en la primera vuelta, 16 puntos más que Bolsonaro. En una segunda vuelta el resultado sería de 54% frente a 32%. Estos resultados están provocando la desesperación en el oficialismo, que vuelve a arremeter contra las urnas electrónicas -cuya fiabilidad nunca fue puesta en duda-, preparando el terreno para denunciar fraude electoral, imitando la reacción del expresidente norteamericano, Donald Trump.  

Detención de exministro de Bolsonaro conmociona la campaña electoral