miércoles. 24.04.2024

@jgonzalezok / El pasado 8 de marzo, el presidente brasileño Jair Bolsonaro estuvo reunido durante dos horas con unos 280 dirigentes evangélicos, entre los que había 90 diputados federales, ocho senadores y 22 pastores, a los que prometió: “Yo dirijo la nación para el lado que los señores así lo deseen”. Esta sorprendente afirmación parece tener poco recorrido, teniendo en cuenta que las encuestas dicen que a Bolsonaro le quedan pocos meses en el poder, ya que perdería las elecciones de fin de año. Pero tiene una gravedad institucional evidente, ya que entra en conflicto con el artículo 5 de la propia Constitución y contradice el carácter laico del Estado.

Un editorial del diario O Estado de São Paulo, afirmó: “La oferta de Bolsonaro a los pastores evangélicos es coherente con la guerra particular que los bolsonaristas llevan a cabo contra el Estado Democrático de Derecho. Con sus homenajes a torturadores y milicianos, Bolsonaro relativiza derechos y garantías fundamentales; con sus ofensas y discursos misóginos, le falta al respeto a la dignidad de las mujeres; con sus elogios a la dictadura militar, se burla de las libertades cívicas. Y ahora subvierte la propia noción de poder público, que, en vez de atender a todos, está explícitamente orientado a servir una agenda religiosa”.

Según cifras de DataFolha de 2020, los evangélicos son el 31 % de la población de Brasil (más de 65 millones de personas), la mayoría son pobres y negros. Y las proyecciones de los demógrafos dicen que en el 2032 superarán en número a los católicos. En el primer escalón del gobierno ya hay tres pastores. Y en el Parlamento su presencia es notoria: la llamada bancada de la Biblia está compuesta por 115 diputados y 13 senadores, teniendo como meta en las elecciones de fin de año aumentar su representación hasta lograr 191 diputados y 27 senadores. “Queremos llegar al mismo tamaño de los evangélicos en la sociedad brasileña, un tercio, todavía estamos subrepresentados en el Parlamento”, dijo recientemente el diputado SóstenesCavalcante, presidente del Frente Parlamentario Evangélico.

Los evangélicos están distribuidos en diferentes partidos, pero uno de ellos, el Republicano, está directamente controlado por la Iglesia Universal del Reino de Dios, del obispo y próspero empresario Edir Macedo, que además tiene un canal de televisión, Record. Dos de los hijos del presidente estuvieron afiliados al partido.

En 2018, Bolsonaro recibió siete de cada diez votos evangélicos, pero ahora, el escenario es más complejo. Las encuestas dicen que el voto evangélico está muy dividido, con el 34 % a favor de Lula y el 33 % apoyando al actual presidente. Como se ve, un voto fluctuante. Y, de hecho, los evangélicos apoyaron los distintos gobiernos del PT -siempre a cambio de algo-, hasta que abandonaron el barco y apoyaron el impeachment y destitución de Dilma Rousseff.

Con la llegada de Bolsonaro al poder los evangélicos tuvieron un protagonismo insólito. El mandatario tiene varios pastores de cabecera, especialmente Silas Malafaia, líder de la Asamblea de Dios -con más de 12 millones de fieles-, con una fortuna estimada por Forbes de 150 millones de dólares. Sin tener un puesto oficial en el gobierno, entra libremente en el Palacio de Planalto y es invitado por Bolsonaro a numerosos actos públicos.

Con el actual gobierno, las iglesias evangélicas han recibido numerosos beneficios económicos, en forma de ventajas fiscales y perdón de deudas. Y han logrado imponer su visión conservadora en las políticas oficiales. De cara a las elecciones de fin de año, los principales candidatos han comenzado ya a tratar de seducir a pastores y obispos evangélicos, aunque el bolsonarismo parece tener el apoyo de la mayoría de sus dirigentes.

Recientemente apareció un artículo en la página web de la Iglesia Universal del Reino de Dios sosteniendo que es incompatible ser cristiano y votar a candidatos de izquierda: “Los izquierdistas se disfrazan de defensores del pueblo y pretenden repetir en Brasil fórmulas desgastadas e ineficaces, incluyéndose ahí los regímenes dictatoriales, y diseminar aún más el caos para que sus actitudes de desgobierno no sean notadas”.

El antropólogo Juliano Spyer, autor del libro O povo de Deus (El pueblo de Dios), que estudió el crecimiento de los evangélicos en Brasil, llegó a la conclusión de que Bolsonaro no es el presidente de corazón de este segmento de población. Al mismo tiempo que lleva adelante su agenda conservadora, basada en la familia tradicional, adopta posturas que chocan con la visión evangélica, como su defensa de las armas y su proyecto de legalizar el juego.

En esta pauta ultraconservadora, Bolsonaro presenta una batalla cultural, como lo demuestra su defensa de que el nuevo presidente de Ancine (Agencia Nacional de Cine) fuera un evangélico que pudiese recitar de memoria 200 versículos bíblicos, que tuviese las rodillas magulladas de tanto arrodillarse y que anduviese con la Biblia debajo del brazo.

Pero es en el campo de la Justicia donde el gobierno intenta que la influencia de los evangélicos sea más perenne. En el Supremo Tribunal Federal ya logró colocar a dos miembros evangélicos, con la tarea de torcer lo que consideran una orientación liberal del máximo tribunal, que viene fallando a favor de minorías amenazadas: reconoció el matrimonio homosexual, permitió el aborto en determinados casos y criminalizó la homofobia.

En julio de 2019, Bolsonaro dijo ante un grupo de diputados: “Podré indicar dos ministros para el Supremo Tribunal Federal. Uno de ellos será terriblemente evangélico” (sic), provocando un gran entusiasmo, aplausos y gritos de “Gloria” y “Aleluya”.

Con su primer designado, Kasio Nunes Marques, el presidente ya dio por hecho que tenía 10 % de sí dentro del Supremo. Y su actuación hasta ahora confirmó lo que de él se esperaba, votando siempre a favor de los deseos conservadores del gobierno. Con la llegada del segundo,André Mendonça, confirmó: “Hay dos ministros que representan, teóricamente, un 20 % de lo que querríamos que fuese decidido y votado”.

Mendonça es un pastor presbiteriano, que tiene un Máster en Derecho por la Universidad de Salamanca. Bolsonaro dijo que el nuevo juez del Supremo le había prometido que una vez a la semana abriría las reuniones del alto tribunal con una oración. El presidente brasileño se ufanó que “ya sabemos que con André vamos a tener un voto para nuestro lado”.

Al defender su designación en el Senado, Mendonça prometió no mezclar la Biblia con la Constitución, aunque sus antecedentes indicaban lo contrario. Como Abogado General de la Unión puso la religión por delante de la ciencia y la ley y, en la fase más aguda de la pandemia, intentó derribar decretos que vetaban aglomeraciones en los templos, llegando a decir que los cristianos estaría dispuestos a morir por la fe.

Nada más conseguir la confirmación del Senado corroboró las peores sospechas, al decir: “Gloria a Dios por esta victoria, es un paso para un hombre, un salto para los evangélicos”. La celebración lo mostró eufórico y abrazado con el presidente Bolsonaro, al que más de una vez se refirió como “profeta”.

Como su confirmación en el Senado había estado complicada, porque quien debía convocar la sesión correspondiente estaba disgustado con el presidente, pastores evangélicos hicieron un intenso trabajo de lobby y el día de la votación fletaron ocho aviones particulares para asegurarse que los senadores necesarios estuviesen en Brasilia.

lula da silva
Lula da silva

Por la edad de los actuales integrantes del Supremo Tribunal Federal, dos de ellos se jubilarán durante el período del próximo presidente. Es decir que, en la eventualidad de que Bolsonaro lograra la reelección -y ninguna elección se ganó o perdió hasta que se termina el recuento de votos-, a los dos miembros evangélicos actuales se sumarían otros dos.

El ex presidente Lula, que sigue favorito en las encuestas,también tiene en cuenta este electorado y, aunque ha tenido algún encuentro con dirigentes evangélicos, prefiere dirigir su mensaje para los fieles, por encima de los pastores. “El PT no puede creer en la historia de que los evangélicos son como si fuesen ganado. La mayoría de los fieles, pobre y periférica, fue beneficiada por políticas públicas iniciadas por los gobiernos petistas”. Y apuesta a que esos mismos evangélicos se acuerden de que las políticas llevadas a cabo durante su presidencia significaron avances sociales.

Bolsonaro pretende desmontar el estado laico y se entrega a los evangélicos