miércoles. 24.04.2024
 

@jgonzalezok / El gobierno de Alberto Fernández se acerca, una vez más en la historia argentina, al fantasma del default o suspensión de pagos. Sería el noveno de su historia, todo un récord mundial. De la deuda por 44.000 millones de dólares asumida por el gobierno de Macri con el Fondo Monetario Internacional, debe pagar este año vencimientos por 19.000 millones y el primer vencimiento importante, de unos 3.000 millones de dólares, es el 22 de marzo. El problema es que las arcas están vacías y no puede refinanciar la deuda porque el país no tiene acceso a los mercados internacionales.

El ministro de Economía Martín Guzmán lleva 18 meses negociando con el FMI, sin resultados. Y no se sabe si Argentina está una posición intransigente para tratar de forzar concesiones al Fondo o, directamente, no quiere llegar a un acuerdo. Los costos y riesgos de entrar en default los conocen todo el mundo. Si Argentina entra en suspensión de pagos, se le cerrarían las últimas puertas de ayuda financiera, ya que ni siquiera podrá acceder a créditos del Banco Mundial o del Club de París. Un fracaso dejaría al gobierno argentino con un único arma para combatir el déficit: seguir imprimiendo dinero sin respaldo, alimentando la inflación y la pobreza.

Encuestas de D´Alessio-Berensztein indican que el 90 % de los argentinos prefiere el acuerdo a la ruptura con el FMI. Incluso entre los votantes del oficialismo el 85 % está en la misma sintonía. Pero en muchos sectores del peronismo, en especial en su versión kirchnerista, el FMI es visto como la encarnación de todos los males del país. Su demonización sirve para mantener un relato que deja en una posición incómoda e insostenible al presidente, Alberto Fernández.

También hay una demonización del gobierno de Macri. Pero éste también recibió una herencia maldita de su antecesora, Cristina Kirchner, con un déficit fiscal del 7 % y miles de millones de dólares en deudas impagas. La actual vicepresidenta publicó hace unos días una carta en sus redes sociales en la que comparó la pandemia del Covid-19 con la “pandemia macrista, cuando en el año 2018 Macri trajo al FMI de vuelta a Argentina”. Y acusando al Fondo de haberle otorgado el préstamo excepcional “para salvarle el gobierno y ayudarle a ganar las elecciones”.

El meollo de la cuestión es cómo reducir -y a qué velocidad hacerlo- el déficit fiscal, el eterno problema de la economía argentina.

La respuesta del ex presidente fue retuitear un mensaje del que fuera su ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, que decía: “CFK (por Cristina Kirchner) saqueó al Banco Central de la República Argentina; robó ahorros en AFJPs (los fondos privados de pensiones, que fueron estatizados en su gobierno) y años de coparticipación a las provincias; fundió al Estado Nacional transformando el superávit en déficit y aumentando la deuda en 129.000 millones de dólares. Pero resulta que la culpa es del que intentó ordenar ese descalabro”.

La oferta Argentina al FMI se considera insostenible. El meollo de la cuestión es cómo reducir -y a qué velocidad hacerlo- el déficit fiscal, el eterno problema de la economía argentina. El FMI está dispuesto a conceder que el equilibrio de las cuentas públicas se produzca en el 2024, pero Argentina presiona para que sea recién en el 2017.

Tras el shock que produjo en el gobierno la derrota electoral en las parlamentarias de noviembre, el presidente Alberto Fernández prometió convocar a la oposición para llevar una postura de consenso al FMI, y aseguró que en diciembre enviaría al Congreso un “Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable” al parlamento. Ni se reunió con la oposición ni se sabe nada de dicho programa.

Al FMI le gustaría un plan de ajuste real, cosa a la que no están dispuestos en la Casa Rosada. “La palabra ajuste está desterrada de la discusión con el FMI”, dijo hace unas semanas Alberto Fernández. “Nos quieren imponer un programa y ahí no estamos de acuerdo”, dijo también Fernández a principios de año. El kirchnerismo le tiene pavor a que se lo asocie con un programa de ajuste, aunque en la práctica viene tomando medidas en ese sentido, cayendo el mayor peso en sectores altamente vulnerables, como es el caso de los jubilados. El economista Enrique Szewach señaló que si se comparan los 10 primeros meses del 2021 con igual período del 2019, el gasto en jubilaciones cayó en 240.000 millones de pesos en moneda constante. El ajuste también lo está haciendo una inflación desbocada, que este año sobrepasará el 50 %.

Argentina necesita crecer de forma sostenida, corregir los enormes desequilibrios de su economía y mirar más allá de la coyuntura.

Pero no hay mucho que Argentina pueda hacer, como indican los principales indicadores económicos. No tiene reservas suficientes en el Banco Central, el peso pierde valor cada día y la diferencia en la cotización de la moneda entre el cambio oficial y el paralelo (llamado blue en Argentina), sobrepasa el 100 %, lo que supone un obstáculo imposible de superar para aumentar las reservas.

El gobierno -o al menos parte de él, el que responde a Cristina Kirchner- coquetea con una ruptura con el FMI y recupera viejas consignas. La organización La Cámpora, principal apoyo de Cristina, ya publicó un vídeo con una canción en la que se ve a Máximo Kirchner cantando -y a su madre bailando-, en la que se dice: “Esa deuda / que dejaron / no la vamos a pagar / con el hambre de la gente / no se jode nunca más / Y Cristina con el pueblo va a estar / del otro lado los gorilas que se quieren matar / militaremos pa´que reine en el pueblo / el amor y la igualdad”. En la misma línea, el joven Kirchner, jefe del grupo parlamentario peronista en el Congreso, dijo que “cada dólar que se destine al pago de la deuda es un dólar menos para el pueblo”.

Más allá de que los cantos y consignas del peronismo conocieron épocas de mucha mayor inspiración, lo cierto es que la deuda pública nacional, en dólares y pesos, creció en los dos años de gobierno de Alberto Fernández el equivalente a 40.125 millones de dólares, según datos oficiales actualizados al 30 de noviembre pasado. La mayor parte corresponden a bonos en pesos y adelantos transitorios del Banco Central. El ritmo de endeudamiento de Alberto Fernández es mucho más alto que el del gobierno de Macri: 18.285 millones de dólares por año, frente a los 12.000 del anterior gobierno. 

Argentina necesita crecer de forma sostenida, corregir los enormes desequilibrios de su economía y mirar más allá de la coyuntura. En un libro reciente, La moneda en el aire, que reúne las interesantísimas conversaciones del historiador Roy Hora y el economista Pablo Gerchunoff, éste último subraya la diferencia entre ajuste y reforma económica, que no ha visto ningún gobierno argentino. El economista apunta también a las características de la sociedad argentina, “muy difícil de gobernar y mucho más difícil de reformar”.

El problema de Alberto Fernández no tiene un programa económico y, mucho menos, esa visión de largo plazo. Desde el principio de su gobierno, hace algo más de dos años, se actuó según la idea del “vamos viendo”, poniendo parches y movidos por ocurrencias del momento. La pandemia no hizo más que empeorar este modus operandi.

Argentina vuelve a estar al borde de la suspensión de pagos