viernes. 26.04.2024

Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego en nuestra noche perpetua. Palabras más o menos sagradas, y ahora… No son sagradas estas palabras, que son bonitas, así lo quiso el escritor Juan Gómez Bárcena, portentoso autor de Lo demás es aire. Así lo quiso su Juliana moribunda y de otra época.

Estamos en 2022 y la Gran Pandemia sigue ahí, como quien no quiere la cosa, imagino que también en Toñanes.

Toñanes… Alfoz de Lloredo… Cantabria… España… Una parte pequeña pero inolvidable de mis recuerdos familiares. Incomprensiblemente. Nino Bravo tendrá la culpa.

Llega un momento en nuestras vidas en que “son otros tiempos”. Otros tiempos. ¿Pero, a quién le corresponde decidir si mejores o peores? Poco a poco nos va llegando “esa edad en la que sólo la muerte parece real, y todo cuanto cabe esperar es que esa muerte sea buena”.

“¿Qué sucede con los ríos cuando decimos que mueren?”

El pasado y el presente no necesitan ser futuro. La Historia sabe mucho de eso. Gómez Bárcena y su maravilloso libro de Historia paraestoesparaloquesirvelaHistoria hecho a base de espléndidos lingotes literarios. Literatura para la Vida.

Que hiciste muy bien; Juan, regalándole a Rosi el libro. Con lo que le hubiera gustado a Llermo leerlo. Tanto como a mí me gustó. Seguro.

Y dile a Mercedes que hizo bien. Menos mal.

“La infancia termina precisamente aquí: en este día y en este lugar en que el niño finge creer las mentiras de los adultos. El día en que los niños creen por primera vez las mentiras del niño”.

El niño es el autor de la novela, también el mozo, el madrileño. La novela, que comienza después de una espléndida cita de otro novelista superlativo quien, además, es amigo de Gómez Bárcena: el escritor chileno Alejandro Zambra. Esta es la cita:

“Sabía poco, pero al menos sabía eso: que nadie habla por los demás. Que aunque queramos contar historias ajenas terminamos contando siempre la propia”.

A su especialísima manera de narrar (tan suya y tan literariamente universal, eterna), de haber un protagonista en la novela del escritor cántabro (el mozo, el madrileño, sí) ese es él mismo, su autor, “el niño de los dinosaurios” que a los catorce años, ya hace tiempo, “no le gustan los dinosaurios, ahora le gusta la gente. Sobre todo la gente muerta”.

Converso con Juan Gómez Bárcena tras disfrutar su novela. Le digo:

Eres novelista. ¿Para qué sirve leer novelas? ¿Y escribirlas? 

Y Juan me dice: “No sé por qué leen o escriben quienes lo hacen: puedo intentar aproximar una respuesta a por qué leo o escribo yo. Y diría que lo hago porque la literatura es para mí, más que una forma de entretenimiento o de comunicación, una vía de conocimiento. Sólo puedo comprender y relacionarme verdaderamente con el mundo a través de la ficción, que es una forma de distorsionar la superficie de la realidad para entenderla, de alguna forma, más profundamente”. 

Lo que es la sublime Lo demás es aire es la historia de los que nacieron en Toñanes, de los que murieron en Toñanes. De los que vivieron en Toñanes. La historia de Juan Gómez Bárcena, también. ¿Sobre todo?

Toñanes en un pueblo. ¿Y qué es un pueblo? “Un lugar en que nada cae en el olvido”. La novela es una reconstrucción hecha de cuanto el autor ha sido capaz de imaginar con la gente de Toñanes (imaginar tras conocer lo que se puede conocer del pasado de Toñanes), no en vano Gómez Bárcena es historiador: “eso es la memoria”.

Pero “Toñanes no es solamente un pueblo”. Toñanes es, de alguna manera, una parte de Juan Gómez Bárcena, es “el corazón de su infancia”.

Eres historiador. ¿Consideras que al pasado hay que ir a buscar algo o hay que ir a conocerlo? ¿Para qué quisiste saber todo lo que ya sabes sobre el pasado de Toñanes? 

“Debemos intentar conocerlo por nosotros mismos, porque de lo contrario estaremos en manos de determinados partidos políticos o instituciones con fines partidistas que nos convencerán de que ese pasado es tal y como ellos lo conciben; tal y como ellos lo quieren. Para poder afirmar quiénes somos necesitamos forzosamente construir un relato de quiénes hemos sido: y esto vale tanto para la vida de los individuos como para el más complejo devenir de las sociedades.

Me interesa la historia de Toñanes porque Toñanes, a pesar de su insignificancia -o quizás precisamente gracias a ella- constituye para mí no tanto un lugar físico como un espacio afectivo, una parte de mi geografía emocional. Nací en Santander y he vivido gran parte de mi vida en Madrid, y aunque ambas son ciudades muy queridas por mí, siento un arraigo particular por Toñanes: no es mi lugar de nacimiento ni el lugar donde vivo, pero es el lugar donde me refugio y donde puedo sentirme verdaderamente en paz. Y en algún momento, ya en mi infancia, surgió el deseo de comprender quiénes antes que yo habían disfrutado de ese mismo espacio que parecía sólo mío: qué miles de vidas habían dejado en esa tierra sus pequeños estratos de memoria.”

Y las historias de humanos de las de siempre, de esas que no importa al leerlas si son ciertas o solamente son verdad literaria: historias como la de Higinia y Manuela a finales del siglo XIX, o la de Teresa y Luis a mediados del siglo XX (y hasta casi nuestro hoy), o la del doctor Fernando de Hinojedo y aquel Miguel Gervasio Sánchez a quien decían el Monstruo en el siglo XVIII… Todo eso y la lumbre del sol de los muertos. 

Tu tierra, la tierra de tus antepasados es de algún modo la protagonista de Lo demás es aire. Más bien, mejor dicho, quienes en ella murieron, quienes en ella viven. ¿Por qué no usas nunca la expresión Cantabria, ni cántabros, en tu novela? ¿Es algo deliberado?

“Confieso que no había sido consciente de esa omisión: en otras palabras, no hay detrás ningún propósito político o reivindicativo. Pero supongo que tiene sentido ese olvido por mi parte, porque mi objetivo no era hacer una novela localista o regionalista. Quería tomar un lugar diminuto, sin relevancia histórica ni geográfica, para convertirlo en un espejo de cualquier otro pueblo de España, y en cierto modo también del mundo. Poco importa si Toñanes está en Cantabria, en Asturias o en Granada: lo que importa es que es un lugar en el que se dan cita todas las pasiones humanas”. 

La prosa inmensa y, a la vez, reducida al pequeño tamaño de los espíritus, la prosa de Juan Gómez Bárcena, que sabe oler a mar, que es del sabor de los caracoles cocinados en Toñanes, en Suances:

“Olores que fueron y serán: el mar. Otra vez el mar. Es decir, la mar. La mar que sin embargo nunca se parece del todo a sí misma. La mar con su multitud de fragancias, porque no es lo mismo el olor a mar en los días de calma chicha que en los días de galerna, el olor a mar en invierno o en verano; la mar de día y de noche, la mar un día de lluvia, la mar para los turistas o para los pescadores. La mar de los niños que corretean en la orilla. La mar de los ahogados. La mar de los que emigran. Emigrar, dejar de oler a Toñanes. Marcharse a través de la mar a lugares con sus propios olores; a mares que ya nunca olerán exactamente a mar. […] El mar como destino inevitable, como tumba primera o cuna última del agua. El mar como utopía o como promesa o como esperanza. El mar como ambición íntima, como fantasía póstuma del río: llegar al fin a un lugar que sin ser río sea todo río, sueño sin orillas. Y al sentir su vastedad tan cerca, al probar su regusto a salitre, las aguas se aceleran en un postrero impulso, acaso sin saber que están abocadas a la fatalidad de nuestros deseos más profundos: la de consumarse a la vez que nos destruyen”.

De las muchas genialidades que uno disfruta en Lo demás es aire resalto aquí la prolija explicación que de la desparecida parla tradicional montañesa (nada de Cantabria en estas páginas, por cierto) nos da el autor. Una fácil desaparición que tuvo lugar en el momento en el que los modernos medios de comunicación se generalizaron en las tierras de los abuelos de Gómez Bárcena, en las tierras de mis abuelos (maternos).

“Así es la mano que escribe: una mano que para hacerse comprensible miente, una mano que al final siempre traiciona un poco”.

(Juanín, el huido, el emboscado, el maqui, es —vagamente, eso sí— uno de los cientos de personajes, de protagonistas, de Lo demás es aire: Juanín, o alguien que sería Juanín si yo así lo hubiera querido, el protagonista de mi novela inminente.)

¿Qué es lo que más te gusta de tu novela? ¿Hay algo en ella de lo que ahora, a posteriori, te arrepientas?

“Es difícil, puede que imposible, valorar con justicia tus propias novelas. Creo que lo que más orgulloso me hace sentir es haber sido capaz de terminarla, porque durante mucho tiempo -hablo de años- sentí que mis herramientas como escritor eran insuficientes para abordar la escritura del libro.

No hay nada en particular de lo que me arrepienta, aunque confieso que durante mucho tiempo dudé si debía incluir o no el breve relato autobiográfico que se intercala en los pasajes de la novela. Finalmente me decidí a hacerlo, y creo que fue una buena decisión, porque contribuyó a dar solidez al conjunto del edifico de la novela”.

Digno sucesor de Manuel Llano eres, Juan. Gracias por regalarme Toñanes. Tu historia. Mi historia.

Bailar es olvidar, bailar es soñar.

Una novela prodigiosa de Juan Gómez Bárcena (Toñanes y 'Lo demás es aire')