jueves. 28.03.2024

Todos los años que ha tardado Cormac McCarthy en publicar una novela que sus editores quieren hacer pasar por dos novelas. El pasajero/Stella Maris es la decimoprimera novela suya. Aparecida en 2022, dieciséis años después de la anterior, la obra maestra que es La carretera.

“Todo en él, excepto su fuerza literaria, es un enigma”. Eso dejó escrito Karina Sainz Borgo en ABC Cultural.

No sé exactamente qué es lo que acabo de leer en sus más de 600 páginas brutales y brumosamente hermosas, palabras de McCarthy sobre el profundo y eterno dolor de los seres vivos atónitos y enfermos de vida. Los personajes salvajemente civilizados de las novelas de un estadounidense de Tennessee, que me miran desde la profunda oscuridad del libro cerrado para siempre. 

He de dar las gracias a la sensacional traducción a mi idioma que lleva a cabo Luis Murillo Fort. Menos mal. Si no, nunca habría podido sobrevivir al bello helor estremecido de The Passenger/Stella Maris. Un tenebroso esplendor sobre la locura y el poder del amor, el poder siniestro del amor, el poder conmovedor del amor. 

El mundo, en su ser más profundo, está cimentado en la aflicción de sus criaturas”.

No está mal como principio, ¿verdad? ¡Bienvenidos a Cormac McCarthy!

Esos personajes mccarthyanos de los que leemos cosas tal que “se sintió como la primera persona de la Creación. O la última”.

Y no, “nunca sabremos de qué está hecho el mundo”…

Es inevitable sentirse fascinado por la filosofía vital de uno de los muy peculiares personajes de la novela, aquel que dice tener pocas exigencias:

“Trata de estar un poco por delante de la curva. Intenta mantener a raya los misterios más comunes. No mires a la suerte a la cara”.

El mismo personaje, Long John, al que le oímos exclamar “¡extraño lugar, el mundo”!  

El protagonista de El pasajero/Stella Maris (concretamente de la primera parte: El pasajero), Bobby Western, dice de sí mismo:

“A mí todo me resulta doloroso. Eso creo. Tal vez. Simplemente soy una persona que se duele”.

Su abuela (en efecto, los personajes de McCarthy son unos redomados pensadores de altos vuelos de andar por casa) afirma que siempre ha pensado que “estuvo bien que Dios no nos permita ver el futuro”.

Para Nadal Suau, crítico literario de El Español, esta novela del nonagenario autor de la llamada Trilogía de la frontera y de la portentosa Meridiano de sangre, rebosa “inteligencia y la clase de atrevimiento que adoro encontrar en los libros tardíos de los grandes autores (en este sentido, ¡pero solo en este!, me recuerdan a los títulos más recientes de Coetzee; bueno, quizás también en un discreto toque a lo Beckett…), maestros dispuestos aún a subvertir expectativas y modelar el lenguaje”.

Cormac McCarthy

Sí, El pasajero/Stella Maris es un poderoso enigma literario subversivo, atrevido e inteligente.

“El abismo del pasado en el que el mundo se precipita. Todo evaporándose como si jamás hubiera existido”

Saber que “hay más sabiduría en la tristeza que en la alegría”, que “son los días los que transitan por nosotros, no al revés, hasta la última y cruel vuelta de manivela”.

De lo único que uno no puede escapar es de sí mismo, como afirma el personaje tan locuaz del que ya hablé más atrás, Long John, singular amigo del protagonista, a quien se refiere como “ese estar al borde de la intangible oscuridad”.

Long John, quien incluso muerto le dice a Western algo que es la esencia de la primera parte de la novela (El pasajero): “toda realidad es pérdida y toda pérdida es eterna”. Porque “nosotros somos diez por ciento biología y noventa por ciento rumor nocturno”.

“Qué gloriosa canción de ocaso que es esta novela. Es rica y extraña, volátil y melancólica. McCarthy empezó como el laureado del destino manifiesto de América, tejiendo sus duros relatos sobre voraces hombres blancos. Acaba su viaje, tal vez, como el enterrador amargado de la era. Venid amistosas bombas. Venid crecientes océanos. El mundo antiguo está muriendo y probablemente no antes de tiempo, y El pasajero se cuela para apagar todas las luces”.

Tal como escribiera Xan Brooks en The Guardian.

Stella Maris es un ensayo sobre la locura, los sueños y la realidad atormentada

Llegados a la segunda parte, Stella Maris, sólo puedo decir que es la larguísima conversación en sucesivos días entre la hermana del protagonista de El pasajero (personaje esencial ella misma de esa primera parte) con un psiquiatra del centro donde se ha recluido. Nada más y nada menos. Un exagerado festín ensayístico que pretende acercarnos a la mente extremadamente inteligente (y sinestésica) de Alicia Western, trastornada y trastornante (“es posible que el amor también sea un trastorno mental”). Lo pretende… y lo logra, porque esa es la magia de la literatura que sólo genios como Cormac McCarthy son capaces de ejercer.

            “Nadie sabe lo que es la vida”.

Alicia sabe que “bajo la superficie del mundo hay un apenas disimulado horror, y siempre lo ha habido”, que “bajo el meollo de la realidad subyace un profundo y eterno demonium”.

Y todo únicamente para querer rezar y así “poder ver la verdad del mundo antes de morir”.

Stella Maris es un ensayo sobre la locura, los sueños y la realidad atormentada. Stella Maris es (parte de) una novela sobre la locura, los sueños y la realidad atormentada.

El pasajero/Stella Maris es algo descomunal.

Cormac McCarthy regresa ciclópeo con 'El pasajero/Stella Maris'