viernes. 29.03.2024
Paseo de las Delicias (Madrid)
Paseo de las Delicias (Madrid)

El historiador francés Antoine Prost, en lo relativo a su teoría de la comprensión como eje primordial de la Historia, hablaba sobre la imaginación del historiador:

“La comprensión concede a la imaginación un lugar esencial en la construcción de la Historia”.

Prost considera que existen tres tipos de causas: las causas finales, que se refieren a la intención; las causas materiales, esto es, los datos objetivos que explican tanto lo acontecido como la situación histórica, y que serían, más bien, condiciones; y, por último, las causas accidentales, las contingentes, que siendo fruto del azar actúan no obstante como desencadenantes. Pero el historiador francés nos avisa: “la complejidad del entramado de causas en Historia es infinita”. Y aquí llega la imaginación al armazón de la causabilidadhistórica:

“La búsqueda de las causas es un recorrido temporal a lomos de la imaginación”.

A lomos de la imaginación cabalgaríamos los historiadores sobre los restos del pasado. Me parece un perfil muy hermoso y certero de nuestro oficio. ¿No crees?

Prost: A lomos de la imaginación cabalgaríamos los historiadores sobre los restos del pasado

De las reflexiones de Prost a este respecto obtenemos una excelente que pone en relación el asunto de las causas con el de la subjetividad:

“La balanza con la que el historiador pesa las causas no ha sido verificada por ningún servicio de pesas y medidas, [de ahí que se considere que en la apreciación del historiador] siempre hay algo de subjetivo”.

No podemos evitar considerar con Prost que, si el historiador usa la imaginación para comprender el pasado y establecer las causas de los hechos históricos, es difícil creer que el historiador trabaje con la verdad.

Prosigo, no obstante, con el asunto de las invenciones, de lo imaginado… El historiador británico, indispensable modernista, afamado hispanista, John Huxtable Elliott tiene asimismo algo que decir respecto de la imaginación de los historiadores:

“Creo que la teoría es menos importante para escribir buena Historia que la capacidad de introducirse con la imaginación en la vida de una sociedad remota en el tiempo o el espacio y elaborar una explicación convincente de por qué sus habitantes pensaron y se comportaron como lo hicieron”.

Hartley: El pasado es un país extranjero, allí hacen las cosas de otra forma

Sobre lo necesario que es saber usar ese músculo veleidoso que es la imaginación, Elliott nos ilustra con una sentencia de otro británico, el escritor Leslie Poles Hartley, para quien “el pasado es un país extranjero, allí hacen las cosas de otra forma”. Frase, más que ingeniosa, inteligente que nos avisa de que, como dice Elliott, “las aparentes similitudes entre el pasado y el presente pueden ser una trampa mortal”. 

Como ha escrito el historiador español Enrique Moradiellos, “la verdad en la Historia no se refiere al pasado en sí, que es incognoscible e inabordable, sino a las reliquias que del mismo se preservan en el presente. Y aquella teoría interpretativa, aquel relato histórico, que más factible y verosímil parezca, de acuerdo con las pruebas y evidencias existentes, será la que se considere verdadera en tanto no aparezcan nuevas pruebas o evidencias que la contradigan.” Los relatos históricos serán más verdaderos que otros cuanto mayor número de pruebas (verificables por los historiadores) los fundamenten, cuanto más se adecúen al conocimiento ya acumulado por los estudios históricos anteriores.

Los historiadores, la imaginación y la verdad