viernes. 29.03.2024
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“Si el señor presidente veta esta ley, el movimiento obrero en su conjunto va a salir a pelear en la calle”, dijo Antonio Caló

@jgonzalezok | El presidente Mauricio Macri enfrentó este viernes la primera gran movilización contra su gobierno, logrando que las cinco centrales sindicales marcharan contra los despidos, la inflación y otros reclamos. Al acto se sumó la izquierda y la oposición peronista. Estos apoyos provocaron que uno de los cinco dirigentes sindicales que habían convocado el acto, Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca), se bajase del acto a último momento, aunque siguió apoyando el sentido general de la movilización.

La marcha, en la que se calcula participaron unas 100.000 personas (350.000 según los organizadores), se celebró dos días después de que el Senado aprobase un proyecto de ley antidespidos, que el presidente Macri ya anunció que vetará si es aprobada por el Congreso. Esta ley, impulsada por la oposición peronista, prevé la prohibición de los despidos por 180 días y doble indemnización.

Las advertencias sobre los efectos de dicho veto, fueron claras. “Si el señor presidente veta esta ley, el movimiento obrero en su conjunto va a salir a pelear en la calle”, dijo Antonio Caló (CGT Alsina). Pablo Micheli (CTA Autónoma), fue aún más claro al advertir que “si no escuchan, habrá un paro nacional”. Para Hugo Yaski (CTA de los Argentinos), si Macri ignora o veta la ley, “este acto va a ser una miniatura en comparación” con el que se vendría.

El acto lo cerró Hugo Moyano, el veterano dirigente de los camioneros que fue un aliado fundamental de los Kirchner entre 2003 y 2011. A partir de ese momento comenzó un alejamiento que fue total en los últimos años. Tuvo un período de cercanía con el actual presidente, Mauricio Macri, pero la unidad de acción con el resto de los sindicatos lo empujan ahora a priorizar la reunificación de la CGT y las reivindicaciones tradicionales.

A pesar de esto, la dureza verbal de los sindicalistas fue menor de lo acostumbrado en estos casos. Hugo Moyano dijo que no eran enemigos del gobierno y hay sectores que dicen que no quieren que le vaya mal a Macri, como sí expresaron explícitamente algunos kirchneristas. El gobierno también reaccionó con mesura a la movilización. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijo que el ejecutivo coincide con la mayoría de las demandas de los trabajadores. “La manifestación fue una sana expresión, coincidimos con las preocupaciones del sindicalismo, si bien no compartimos el diagnóstico con respecto al empleo”. El jefe de Gabinete aseguró que “la gran mayoría de las empresas están pensando en tomar empleados, más que en despedirlos”.

Días antes, el presidente Macri consideró equivocada la iniciativa de la ley antidespido: “destruye el trabajo de los argentinos”, aseguró, añadiendo que ya se intentó y no funcionó. El presidente reprochó al jefe del bloque opositor en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, que dijo que una ley similar en el 2002 no había funcionado, pero ahora impulsaba el proyecto. Macri defendió, en cambio, recientes iniciativas del gobierno que asegura que sí crearán empleo, como un plan nacional de turismo, un plan federal de vivienda, el programa empleo joven y nuevas obras de infraestructura.

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Esta movilización y las amenazas de huelga general recuerdan que los sindicatos tardaron años en movilizarse contra los Kirchner. Néstor no sufrió ningún paro en sus cuatro años de gobierno y a Cristina Fernández tardaron 5 años en plantearle una huelga. Sin embargo el sindicalismo, dominado por los peronistas, fue implacable con el primer gobierno de la democracia, el de Raúl Alfonsín (1983-1989), al que le hicieron 13 paros generales.

La movilización de este viernes coincidió con lo que parece ser el fin de la luna de miel del gobierno con la población, cuando ya han transcurrido algo más de cuatro meses desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada. Todavía, no obstante, conserva un apoyo en las encuestas superior al de los votos que sacó en las elecciones. Tras algunas medidas de gobierno de las que salió airoso, como el fin del cepo al dólar o el arreglo con los fondos buitre, la situación social sigue siendo sumamente grave y a la gente ya no le alcanza con la disculpa de la herencia recibida.

La pobreza, que al terminar el anterior gobierno se situaba en el 29 %, según un informe de la UCA (Universidad Católica Argentina) aumentó en los últimos meses y la misma fuente habla de casi un millón y medio de pobres nuevos desde que asumió Macri. Lo cual habla de las repercusiones de las medidas económicas del gobierno, pero también de las precarias condiciones que dejó Cristina Fernández después de años de crecimiento a tasas chinas y viento de cola en la economía.

Especialmente preocupante es la inflación, ya importante cuando Macri asumió el gobierno, pero que se aceleró en estos meses, consecuencia de la devaluación -al unificarse el mercado de cambios- y el aumento de las tarifas, que el gobierno presenta como un “sinceramiento” de las mismas. A esto se suman los miles de nuevos desempleados, como consecuencia fundamentalmente de los despidos en organismos estatales, y que el gobierno justifica por el uso clientelar que hizo del empleo público el último gobierno.

Los sindicatos demostraron que tienen un gran poder de movilización. Superior al de la oposición, que muestra fisuras en el parlamento y que no asimiló todavía su derrota en las pasadas elecciones. Los kirchneristas, hoy minoría dentro del peronismo, están además golpeados por los casos de corrupción que avanzan en la Justicia y provocan gran rechazo social.

Una de las consecuencias del nuevo tiempo político es la reunificación de la CGT (Confederación General del Trabajo), que está a la vuelta de la esquina. Los Kirchner habían dividido la histórica central sindical peronista al no poder domesticarla. Al llegar Néstor Kirchner al gobierno, en 2003, existía una sola CGT y otra central sindical, CTA, a la que prometió reconocimiento oficial, o personería gremial, compromiso que no cumplió. El paisaje que dejaron estos años fue la escisión de la CGT en tres y la CTA en dos.

Ahora se anunció que la CGT se reunificará para el 22 de agosto, cuando se celebrará un congreso normalizador. La fecha elegida no es al azar. Para reforzar su identidad peronista, se eligió el aniversario del renunciamiento histórico de Evita (1951), cuando ya gravemente enferma de cáncer desistió de ir como candidata a vicepresidente de Perón en las elecciones de ese mismo año.

Las dos CTA también podrían reunificarse, aunque el proceso puede tardar algo más ya que las cuentas pendientes son mayores. Algunas fuentes dicen que la reunificación podría ser una realidad a fin de año. La CTA también fue dividida durante el kirchnerismo, que apoyó a uno de los sectores, mientras el más combativo mantuvo su independencia.  

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