viernes. 29.03.2024
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Foto: Casa Rosada

@jgonzalezok | Cuatro de los cinco candidatos presidenciales que se enfrentaron a Mauricio Macri en las pasadas elecciones fueron recibido en la Casa Rosada en el primer día de trabajo del nuevo presidente. Daniel Scioli –el que llegó a la segunda vuelta como candidato del oficialismo-, Sergio Massa, Margarita Stolbitzer y Adolfo Rodríguez Saá, aceptaron la invitación. Solo faltó el trotskista Nicolás Del Caño, que ni siquiera asistió a la jura de Macri y que ya planteó un rechazo frontal al nuevo gobierno.

Scioli hizo un balance positivo del encuentro: “el desafío del presidente, y también el mío, es buscar los puntos de encuentro”. Y aseguró que habrá un “acompañamiento” al nuevo gobierno en el Congreso, tomando distancia del kirchnerismo. No obstante, esta declaración de intenciones no está respaldada por el poder real de Scioli.

Sergio Massa, peronista disidente que quedó tercero en la primera vuelta electoral, manifestó su voluntad de colaborar y le presentó al nuevo gobierno un paquete de medidas, incluyendo la ley del arrepentido, prisión perpetua para los narcos y la extinción de dominio para narcotraficantes y corruptos, para que el Estado pueda apropiarse de sus bienes.

Margarita Stolbitzer, de Progresistas, fue la siguiente en la lista de Macri. Tras el encuentro elogió la voluntad del nuevo gobierno para atacar la corrupción y el narcotráfico. Y destacó que en doce años no hubo una convocatoria al diálogo con la oposición de estas características.

El último, Adolfo Rodríguez Saá, peronista conservador, consideró muy positivo para el país el diálogo con dirigentes de distintas fuerzas políticas. “Hay un aire nuevo, tenemos que aprovecharlo para que ese aires sea creativo, encontrarnos en el camino para hacer una Argentina mejor”.

Como decía Margarita Stolbitzer, estas reuniones son inéditas en Argentina. Durante los últimos 12 años, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández nunca tuvieron el menor diálogo con la oposición. La estrategia siempre fue la de la confrontación, al punto que los adversarios se convirtieron en enemigos. La única vez que Cristina amagó con reunirse con dirigentes de otros partidos políticos fue en 2013, cuando la derrota oficialista en las elecciones parlamentarias clausuró su aspiración de reelección indefinida y de Cristina eterna.

Pero fue un exabrupto, ya que dijo que era bueno el diálogo, pero que quería “discutir con los titulares, no con los suplentes”, una forma de ningunear a las fuerzas políticas opositoras y adjudicarles el papel de marionetas de las corporaciones.

Después de la entrevista con los dirigentes de la oposición Macri recibirá a todos los gobernadores y al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que detentan el poder territorial, pero que en general dependen fuertemente de la ayuda financiera del gobierno central, incluso para poder llegar a pagar los sueldos de los empleados públicos. De las 24 provincias, 14 son peronistas. No se ha confirmado aún si asistirá Alicia Kirchner, nueva gobernadora de Santa Cruz, hermana de Néstor Kirchner y durante estos años ministra de Desarrollo Social en el gobierno nacional.

La estrategia del kirchnerismo duro es de confrontación con el nuevo gobierno. Pero la situación de la provincia patagónica es desesperada. A pesar de que estuvo gobernada por el kirchnerismo, el último gobernador tuvo una relación con idas y vueltas. Alicia Kirchner reconoció que la provincia está quebrada a pesar de que fue la que más fondos discrecionales recibió en todo el país durante el kirchnerismo. Horas antes de dejar la Casa Rosada, Cristina Fernández le giró fondos a la provincia para asegurar el pago de sueldos hasta marzo, pero nada más.

Alicia Kirchner pidió que el gobierno de Macri “siga enviando fondos como Néstor y Cristina”. Esta necesidad puede empujar a la gobernadora a asistir al encuentro con Macri, al menos ésa es la opinión de Máximo Kirchner, el hijo de Néstor y Cristina, ahora diputado nacional. 

Entretanto, las malas noticias para el gobierno que se fue no tardaron en aparecer. El que fuera vicepresidente, Amado Boudou, procesado por varios casos de corrupción, no podrá salir del país sin permiso de la Justicia. Así lo ordenó el juez Ariel Lijo, que tiene en sus manos el llamado caso Ciccone, la imprenta que imprimía dinero de la que se intentó apoderar mediante testaferros. Uno de ellos es José María Núñez Carmona, el mejor amigo de Boudou, que viaja frecuentemente a España, en concreto a Málaga, donde tiene negocios. La prohibición de salida del país para Boudou puede complicarle su vida personal, ya que su última novia es una diputada mexicana.

La otra mala noticia es que el nuevo gobierno le dará la puntilla al controvertido acuerdo con Irán, que según el fallecido fiscal Alberto Nisman formaba parte de un plan de la presidente, Cristina Fernández, para encubrir a los iraníes responsables del atentado contra la mutual judía AMIA (1994, 85 muertos). El memorándum de entendimiento ya había sido declarado inconstitucional y el ministro de Justicia presentará el lunes un escrito desistiendo de apelar el fallo.

De esta forma cabe pensar en la posibilidad de reabrir la denuncia del fallecido fiscal Alberto Nisman contra la ex presidente y algunos de sus funcionarios. Según el diario El Cronista, el gobierno planea crear una secretaría de Estado para seguir la causa por el atentado contra la mutual judía AMIA (1994) y la muerte del fiscal Nisman. La investigación sobre la muerte del fiscal, que el próximo 18 de enero cumplirá un año, se encuentra en un punto muerto. 

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