jueves. 25.04.2024
cuba fidel
Fotos: Iñaki Chaves

Un rubí, cinco franjas y una estrella

Se cumplen sesenta años de la entrada en La Habana de una “pandilla de barbudos” que decidieron levantarse contra la explotación social y la degradación humana que asolaba esa isla del Caribe. La dictadura imperante hasta entonces había hecho de Cuba el prostíbulo de los EE.UU., pero en eso llegó el comandante (Fidel) y mandó a parar. Se iniciaba así la primera revolución socialista de la historia de América.

Puede que estemos trasnochados, puede que vivamos en la inopia o puede que no tengamos arreglo, pero algunas y algunos seguimos creyendo en el sueño de la Revolución cubana. Porque como afirmaba Hobsbawn, tras el triunfo de Castro el 1 de enero de 1959 y, sobre todo, tras rechazar el intento de invasión yanqui de Bahía Cochinos en abril de 1961, “no hubo en Europa ni en Estados Unidos intelectual que no sintiera el hechizo de Latinoamérica, un continente al parecer en plena ebullición con la lava de la revolución social”.[1]

Una revolución que no eliminó los símbolos nacionales del país, ni modificó la bandera, ni cambió el escudo, ni sustituyó el himno. Ahí permanecen el rubí, las cinco franjas y la estrella de su enseña; La Bayamesa como composición musical del Estado y el de la Palma Real como blasón.

Cuba sigue siendo, para utopistas irredentos, la esperanza de la transformación social, del cambio desde abajo, del triunfo del pueblo frente al sistema capitalista. El mismo Hobsbawm la describía en 1968 como “un país asediado y heroico, y también notablemente atractivo aunque sea solo porque es de manera visible uno de los escasos Estados del mundo cuya población simpatiza con el gobierno y cree en él. Además, el estado actual de las actividades culturales, libre y floreciente, los admirables logros sociales y educativos y su encantadora excursión a la utopía antimaterialista difícilmente pudiera dejar de atraer a los intelectuales”.[2]

Las cosas han cambiado mucho, o no tanto, y las circunstancias han ido moldeando el régimen para bandear las embestidas externas, y algunas internas, de todo tipo que ha sufrido en estos doce lustros. Pero ahí sigue, a pesar del embargo y el bloqueo por parte de los Estados Unidos de América y sus distintos presidentes que, en mayor o menor medida, han presionado a la isla y a quienes quisieran negociar con ella. Nada menos que doce, desde el trigésimo cuarto, Eisenhower, hasta el cuadragésimo quinto, Trump, han intentando, sin éxito, acabar con la revolución.

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Última página de la edición impresa del Granma del 1º de enero de 2019

Con todos los peros que se le pueda poner, Cuba continúa siendo hoy, según el propio Banco Mundial, el país con mayor número de médicos del mundo en relación a su población, más de siete por cada 1.000 habitantes. También ha sido reconocida por ser el primer país que, en 2015, eliminó la transmisión de VIH y sífilis de madre a hijo y por tener la tasa de mortalidad infantil más baja de América Latina: cuatro por cada 1.000 nacidos vivos. Además, la UNESCO declaró la isla como el primer territorio libre de analfabetismo en América Latina.

Seis décadas después, los Castro ya no gobiernan la isla. Fidel falleció en 2016, tras haber cedido el poder a su hermano Raúl diez años antes. Éste lo mantuvo hasta que en 2018 abandonó la presidencia del país. Hoy, bajo el mandato de Díaz Canel, la Asamblea Nacional del Poder Popular ha aprobado una nueva constitución política, en la que parece no estará la palabra comunista, que será sometida a referéndum el 24 de febrero de este año.

A pesar de todos esos cambios, la Revolución cubana sigue manteniendo, al menos para mí, ese halo de utopía y de rebeldía, un lugar irremplazable en el imaginario popular por la justicia social. No soy objetivo, lo reconozco, Cuba para mí es más que una revolución. A esa idea socialista le dediqué varios veranos viajando con el Comité de Solidaridad con América Latina (Cosal) de Vallekas a apoyar en brigadas de trabajo; a su manera de abordar la cultura le aposté acudiendo a dos de los congresos de “Cultura y Desarrollo”; allá me encontré con mi socia de vida, precisamente en el cierre de dicho evento en La Habana en mayo de 1999; allá adopté a mi abuelo Gallo en una reunión que tuvimos como parte de la Asociación Solidaria Ceiba con una peña cultural de Alamar, al Este de La Habana, en agosto de 1995, y en la capital cubana vive mi hermano sostenible Gilberto Javier con el que mantengo relación desde hace más de veinte años. También tuve muy buen trato con mi amigo Abel y su familia en san Antonio de los Baños; con Evelio Arango, por entonces director de su famoso Museo del Humor, y con el fotógrafo Rolando Ramírez, con el que organizamos una exposición de su obra en Madrid.

cuba 60 años 2Cuba es un referente en mi historial político y sentimental. El caimán dormido ha avivado muchas de mis filias y no puedo hablar sobre la revolución sin apasionamiento. Un momento histórico que seguirá levantando tantas ampollas en muchos cerebros como ilusiones en muchos otros corazones. Su vigencia, y sus luchas y contradicciones, llenarán páginas y páginas de libros, horas y horas de cine (les recomiendo el documental de Jon Alpert “Cuba and the cameraman”), y cientos de miles de fotografías. La Revolución cubana seguirá siendo tema de sesudos debates enfrentados y controversias, mientras busca construir ese eterno Baraguá.

Por eso no podía dejar pasar este aniversario sin dedicarle esta entrada y recordar para ello la letra de aquella canción de Eduardo Saborit que interpretara Carlos Puebla y que le dedicaron a Fidel en su 90 cumpleaños:

“Oye, tú que dices que tu patria no es tan linda / Oye, tú que dices que lo tuyo no es tan bello / yo te invito a que busques por el mundo, otro cielo tan azul como tu cielo. / Una luna tan brillante como aquella, / que se infiltra en la dulzura de la caña / Un Fidel que vibra en la montaña. / Un rubí cinco franjas y una estrella”

Que cada quién lo tome como considere, pero para mí, sesenta años después, la Revolución cubana sigue siendo la REVOLUCIÓN. Así que, por Cuba y por sus gentes, que “Viva Cuba, viva el Che y viva Fidel”.


[1] Hobsbawn, E. (2013). Años interesantes. Barcelona, editorial Crítica.
2] Hobsbawn, E. (2018). ¡Viva la revolución!. Barcelona, ed. Planeta.

60 años de la Revolución cubana