jueves. 18.04.2024
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El PCE dio un paso atrás en aras de IU y la historia se repitió con UP, que absorbió los restos de Izquierda Unida. Se agradece que ahora no se utilice una palabra con tan mala sombra. Me refiero a la que pretendería invocar una unidad inexistente. Podemos no ha sabido aprender de sus errores. Quiso echar un pulso al PSOE y lo perdió. Desde sus gloriosos inicios no ha dejado de cotizarse a la baja. El batacazo de Iglesias en la Comunidad madrileña fue antológico. Se fue sin irse. Podría ufanarse de haber designado a la más capaz para sucederle dentro del gobierno. Al menos tuvo ese acierto. En vez de hacer eso, decide desacreditar a quien reúne más consenso a la izquierda del partido socialista, tildándola poco menos que de traidora por no someterse a las imposiciones dictadas por Unidas Podemos.

Belarra y Montero han optado por no sumarse a Sumar. No han querido salir en la foto porque consideran que la líder debería negociar con ellas aparte. Bajo las primarias no hay otra cosa que un desesperado intento por imponer una ilusoria hegemonía. Cuando pierdan en las municipales y autonómicas reprocharan al proyecto Sumar su descalabro electoral. Iglesias nunca ha hecho autocrítica. Siempre ha encontrado alguien o algo para endosarle la culpa de sus reveses. Cualquier voz discrepante, lejos de ser bienvenida, era tildada de colaborar con el enemigo, timándoselo como un ataque personal. Su hipotético testamento político carece de albaceas mínimamente solventes, porque quienes podrían haber oficiado como tales hace tiempo que abandonaron la formación.

Si algo puede dar al traste con renovar el actual gobierno de coalición es un inoportuno empecinamiento por negar lo evidente. Hay quien se ha quemado en su por el poder y quien ha demostrado saber conseguir cosas desde su ministerio. Este reconocimiento es universal Yolanda Díaz ha demostrado que sabe lidiar faenas muy complejas y estuvo a punto de irse cuando la reforma laboral salió por pura chiripa, porque los republicanos catalanes de izquierda lo pusieron interesante. Como si no supieran lo bien que se les da comprar votos a los populares. En eso sí que tienen un máster colegiadamente.

Al Partido Popular le vendrían bien unas lecciones de historia. Deberían recordar lo que sucedió con la República de Weimar. Con tal de pararle los pies a la izquierda consiguieron que, contra todo pronóstico, un iluminado se hiciera con la Cancillería y desde allí se dejara en suspenso la Constitución. En Francia el autoritarismo de Macron está abriéndole las puertas del Elíseo a Le Pen. Italia tiene una primera ministra devota de Mussolini. Putin rinde culto a Stalin y Trump quiere volver a La Casa Blanca. En este contexto resulta muy simbólico lo que ocurra en las próximas elecciones generales. Podrían ganar aquellos cuyo imaginario sigue creyendo que Ferrol era del Caudillo y debería volver a serlo. Para evitarlo es vital que alguien de Ferrol siga en La Moncloa e incluso con mayor mando en plaza.

Tenemos el tándem de Ayuso, perdón, todavía debe decirse Feijóo, con Abascal o el que vimos gracias a la pantomima de Tamames. Pedro y Yolanda en una copresidencia rotatoria. Esto dependerá del respaldo electoral y de que no se pongan palos en las ruedas. El fuego amigo suele resultar mucho más letal. Unidas Podemos puede unirse al nuevo frente común o estrellarse arrastrándonos a muchos en su caída. Cabe pronosticar lo que les pedirá el cuerpo. Quizá puedan mudar de parecer tras el 28M. A Sánchez le toca presidir la Unión Europea y a Yolanda Diaz renovar ilusiones perdidas. Con un poco de suerte los del Partido Popular podrían seguir encomendándose a estrafalarias curanderas y los de Vox parapetarse tras viejas glorias comunistas. Ayuso tiene pocos rivales de peso en su propio campo. Yolanda solo necesita que no le pongan plomo en las alas.

La fecha del domingo de Ramos es un acierto. En otra Semana Santa se legalizó al Partido Comunista de España, gracias a un sabio consejo. Es interesante recordar quien lo tuvo muy claro y cuál era su linaje.

Yolanda emprende con Sumar y bajo fuego amigo su viaje hacia La Moncloa