viernes. 26.04.2024

El breve debate en torno a una pregunta oral en el Pleno del Senado que el 22 de noviembre dirigió el Presidente del Partido Popular, Núñez Feijóo, al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, me ha llevado a pensar cómo en España se ejerce la oposición, con cuanta vaciedad y banalidad, sin ofrecer alternativas y con el único fin de desprestigiar al Gobierno que es el adversario. En este debate llovía sobre mojado. El 16 de noviembre El Mundo publicó un artículo de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, titulado “¿Adónde nos llevan?” que era el texto escrito de una muy comentada intervención oral dónde acusó al Presidente Sánchez de querer instaurar “una república federal laica ‘de facto’”.

Después, el 20 de noviembre La Vanguardia publicó una larga entrevista a Núñez Feijóo. Y para rematar la operación de difusión del nuevo líder conservador el mismo 20 de noviembre la “tercera” de ABC publicó un esotérico artículo de su nuevo director, Julián Quirós, titulado “Feijóo, madrileñeando”, donde no quedaba claro qué recomendaciones formulaba el diario al líder de la derecha.

Esta acumulación de textos, rematados por las dos breves intervenciones del líder del partido conservador en una pregunta oral en el Senado frente al Presidente del Gobierno, conducen al lector atento a preguntarse qué hace, qué piensa y qué fines tiene la oposición en España, al menos la oposición del Partido Popular.

Se ha dicho que los rasgos estructurales de la democracia actual son las elecciones, el régimen representativo, la lucha entre los partidos y la posibilidad de cambio pacífico del Gobierno (Dominique Turpin y Jean-Pierrre Massias: Droit constitutionnel, París, 1992, pág. 169). Quiere ello decir que es propio de la democracia que los partidos se enfrenten y traten de desplazar al o a los partidos que detentan el Gobierno. Eso es lo que desde el siglo XVIII se entiende por oposición.

Tenemos una oposición con un dirigente máximo (o eso se cree) que no suelta prenda de su programa político, que sólo emplea vulgaridades y lugares comunes cuando se enfrenta al Presidente del Gobierno y que además no es capaz de hablar cinco minutos seguidos sin leer

Pero precisamente porque la democracia legitima tanto al poder como a la oposición, como también se ha escrito (Constance Grewe y Hélène Ruiz Fabri: Droits constitutionnels européens, París, 1995, pág. 454), hay que exigir a la oposición dos condiciones. Por un lado, que ofrezca a los ciudadanos un programa alternativo que la ciudadanía pueda contrastar, valorar y. eventualmente, votar. Y, en segundo lugar, hay que exigir a la oposición que no tergiverse la acción del Gobierno transmitiendo una imagen falsa de cómo actúa el Gobierno. El Partido Popular no cumple ninguna de ambas exigencias.

Empecemos por el programa que puede ofrecer el Partido Popular a la ciudadanía. En la citada entrevista en La Vanguardia, no aparece nada parecido a un programa político. ¿Lo tiene? ¿Está a lo que en cada momento le transmiten Díaz Ayuso, El Mundo o algunos de los Presidentes del IBEX?

Y descendiendo a temas singulares, Núñez Feijóo rechaza los indultos y la reforma del delito de sedición y niega que el descenso del apoyo al independentismo se deba a la policía apaciguadora del Gobierno del Presidente Sánchez (se entiende que lo niegue porque de lo contario no se entendería que combatiese con tal saña los indultos). Y aunque en un momento dado el líder popular habla de su proyecto político, el lector de La Vanguardia termina la entrevista sin entrever en qué consiste ese programa político.

Por ejemplo, ¿Núñez Feijóo sigue defendiendo la bajada de impuestos para hacer frente a la crisis económica generada por la agresión rusa a Ucrania? No se sabe ni tampoco cuál es su modelo territorial para Cataluña, a la que, según afirma, le gusta viajar. Porque en materia socioeconómica el Partido Popular se ha limitado a oponerse a los impuestos a las grandes empresas energéticas y bancarias, pero sin tampoco ofrecer una alternativa. Por ser ambiguo, Núñez Feijóo ni siquiera defiende el modelo sanitario, educativo y fiscal de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, aunque, eso sí, es comprensivo con los excesos verbales que veremos a continuación.

Y en el pequeño debate frente al Presidente del Gobierno en el Senado, Núñez Feijóo tampoco aportó ideas programáticas. Leyendo unos folios en una intervención de unos pocos minutos (algo inhabitual en los parlamentarios de todos los colores), el Presidente del Partido Popular repitió sus críticas a los indultos y a la reforma del Código Penal y denunció el “ansia de poder” de Pedro Sánchez, Al líder más destacado de la oposición hay que exigirle menos lugares comunes como hablar de “ansia de poder” del Presidente (¿y él no tiene ansia de llegar a la Moncloa?) o de un “clima irrespirable” y, como tópico que debería ir abandonando porque ya huele mal, que el PSOE quiere corromper las instituciones porque quiere ocuparlas (Tribunal Constitucional, Consejo General del Poder Judicial). Así que ya sabemos que el cumplimiento de los mandatos constitucionales y el ejercicio de las atribuciones que la Constitución confiere al Gobierno en relación a los órganos constitucionales es “ocupar” las instituciones. Y, como guinda, la “ilegitimidad” del actual Gobierno.

Y para marcar el paso de Núñez Feijóo, la Presidenta de la Comunidad de Madrid participó en un acto y ofreció unas declaraciones cuyo texto escrito publicó en El Mundo con el título inocuo de “¿Adónde nos llevan?”. El texto no tiene desperdicio:

  • El Gobierno ataca la autonomía financiera de las Comunidades Autónomas
  • El Gobierno desoye a la Comisión Europea y no está dispuesto a que los Jueces elijan el CGPJ para que “se haga efectiva la separación de poderes en España” (sic)
  • El Gobierno no ha asumido la responsabilidad política del GAL (sic, habló del GAL) y de los ERE
  • España sufre la pérdida de crédito internacional (como se ha visto en Bali)
  • El Presidente Sánchez es “un mentiroso compulsivo” (lo dice Díaz Ayuso)
  • El Presidente Sánchez y sus socios tienen “la voluntad de imponer en España, por la puerta de atrás, al margen de los mecanismos constitucionales, una república federal laica de facto” (¿sabe la Presidenta de Madrid que ya vivimos en un Estado laico?”.

Y no agoto más a los lectores con las perlas cultivadas de Díaz Ayuso…

Es decir, tenemos una oposición con un dirigente máximo (o eso se cree) que no suelta prenda de su programa político, que sólo emplea vulgaridades y lugares comunes cuando se enfrenta al Presidente del Gobierno y que además no es capaz de hablar cinco minutos seguidos sin leer.

Tenemos una Presidenta autonómica que ha decidido ser el verdadero martillo de la oposición al Gobierno, que carece de límites verbales y que ya se ha instalado en un lenguaje propio de alguien que ha perdido el sentido de la realidad. Y tenemos, en tercer lugar, una oposición mediática (ABC, El Mundo, La Razón) que, además de marcar la senda a la oposición política, trata de ser el primer ariete contra el Gobierno incluso a costa de hacer el ridículo. Por ejemplo, ante la pregunta oral que iba a formular Núñez Feijóo al Presidente del Gobierno, El Mundo, como si se tratara del debate del Estado de la Nación, tituló su editorial “Debate clave pare España en el Senado” y en la primera plana: “El PP anima a Feijóo a ser hoy implacable" con Sánchez. "Es el momento’”.

No sabemos si en El Mundo siguen pensado que el 22 de noviembre de 2022 ha sido una fecha clave para España. Pero sí sabemos que con un líder de la oposición que sólo sabe leer vulgaridades y con una Presidenta autonómica que quiere ser la jefa de la oposición y cada vez expresa más barbaridades, tenemos una oposición inhabilitada para ser oposición. Es “una fruta vana”.

Una oposición vana