viernes. 26.04.2024
Portada de ‘El Socialista’ (19/11/1933 Núm: 7.735)
Portada de ‘El Socialista’ (19/11/1933 Núm: 7.735)

@Montagut5 | Existe un asunto que, creemos, no se ha tratado en el estudio de la campaña electoral que en octubre de 1982 llevó a cabo el PSOE. Nos referimos al recurso de la Historia. No se trataba tanto de recuperar la Historia más reciente de la guerra, la posguerra y el exilio, habida cuenta de que aquella generación de la victoria de la mayoría absoluta, la de González y Guerra, apostó por una estrategia en la que la memoria histórica quedaría en un segundo o tercer plano, al considerar que era una cuestión espinosa y que podía ahondar en asuntos que no se habían cicatrizado. Esa cuestión tendría que esperar bastante tiempo, a la llegada de la siguiente generación socialista, la de Rodríguez Zapatero, continuada por la de Pedro Sánchez.

Pero eso no significa que la Historia no tuviera un lugar en aquella campaña electoral. Los socialistas quisieron imbricar su proyecto con la Historia de las reformas, e intentos de cambio y modernización de España desde la época ilustrada, como lo demostraría el editorial de El Socialista del día previo a los comicios. 

Pues bien, en ese mismo número se insertó un viejo artículo de Luis Araquistain, publicado en El Socialista en otras elecciones, esta vez no tan favorables para el PSOE, y que se celebraron en noviembre de 1933. Pero es significativo que se recurriera al artículo del destacado intelectual socialista porque trataba de la creciente relación de la clase media con el socialismo en tiempos de la República. Parecía que el PSOE de 1982 quería demostrar que también era el Partido de la clase media, como habría empezado a serlo en los años treinta.

La generación de González y Guerra apostó por una estrategia en la que la memoria histórica quedaría en un segundo o tercer plano

Luis Araquistain se hacía eco del temor expresado por el periódico católico El Debate ante la constatación de que muchos hombres y mujeres de clase media estaban afluyendo al socialismo en España. Consideraba que era un temor con fundamento porque señaló que gran parte de las cuatro mil personas que se habían afiliado a la Agrupación Socialista de Madrid desde el 12 de abril de 1931 procedían de la clase media. Pero no lo habrían hecho al calor del poder como interpretaba el periódico conservador sino porque la clase media de los trabajadores intelectuales se estaba dando cuenta de que el capitalismo con su crisis terminaría por destruirla, por proletarizarla, por lo que la única salvación que veían pasaba por el socialismo.

Por otro parte, se pretendía, siguiendo a nuestro protagonista, presentar al socialismo como una doctrina o ideología incompatible con la mentalidad de la clase media. Se la quería engañar, asegurando que por su educación e intereses no debía ser socialista. La prensa conservadora, por lo tanto, pretendía excitar sus sentimientos de clase, como si el socialismo fuera una creación de analfabetos. No deja de ser interesante, a nuestro entender, en este razonamiento de Araquistain que la derecha excitase la conciencia de clase para que los sectores medios de la sociedad española no siguiesen a un Partido que vendría a creer en la lucha de clases en aquella época. 

El socialismo, tanto el utópico como el más moderno, no había sido creación de la clase obrera propiamente dicha, sino de intelectuales de clase media

Estos defensores de la conciencia de clase de la clase media olvidaban, según Araquistain, que el socialismo, tanto el utópico como el más moderno, no había sido creación de la clase obrera propiamente dicha, sino de intelectuales de clase media. 

El acercamiento de la clase media al socialismo era un hecho natural. Si la clase obrera era socialista por un legítimo interés, la clase media lo era por cultura y sensibilidad, independientemente de sus intereses inmediatos del presente como clase técnica amenazada de proletarización. La clase media más inteligente se caracterizaba por su móvil de “justicia social, y de sublevación ética” contra el destino de la clase proletaria dentro del capitalismo.

Si la clase obrera era socialista por un legítimo interés, la clase media lo era por cultura y sensibilidad

En conclusión, en todas partes, aseguraba nuestro protagonista, la clase media se incorporaba al socialismo, por motivos intelectuales y éticos, por instintos de conservación, como lo demostraría también el caso de las clases medias y el laborismo británico, por mucho que El Debate lo negara. 

El destino de la clase media estaba junto a la clase obrera, para crear ambos, los trabajadores manuales e intelectuales un país más justo. Araquistain, además, estaba sellando con esta teoría el viejo debate en el seno del socialismo español entre intelectuales y obreros.

Por todo ello pedía el voto a los socialistas del 19 de noviembre de 1933, como se pedía el 27 de octubre de 1982 para el día siguiente.

El artículo de Araquistain puede leerse en El Socialista del 19 de noviembre de 1933 y en el del 27 de octubre de 1982.

Clase media y PSOE en las elecciones de 1982 a través de Araquistain