sábado. 20.04.2024

En el mundo político-mediático hay, como en cualquier otro sector, modas. Se trata de temas que, durante unos pocos días ocupan las declaraciones de los políticos, las portadas de los medios y, sobre todo, las conversaciones de los tertulianos. Son temas que parecen estar de efímera moda porque, al poco tiempo son sustituidos por otro "de rabiosa actualidad". Los hay que, incluso, durando un solo día, se tratan con tanta intensidad que, al final de ese día, parece que llevamos una semana hablando de eso.

Por ejemplo, los tanques Leopard. Durante varios días hemos incorporado a nuestra cotidianeidad estos tanques, haciéndolos tan cercanos como nuestra tostadora o el lavaplatos hasta que los sustituimos por aviones de combate y nos hacemos expertos en aeronáutica militar.

Ahora estamos con "lo subyacente". Referido a la inflación, se trata de la que refleja el índice de precios al consumo sin tener en cuenta los alimentos no elaborados ni la energía. Inflación subyacente ha existido siempre pero parece que la acabamos de descubrir y, es que, se ha puesto de moda. Será efímera pero, mientras dure, terminaremos soñando con ella. Y, todo, porque resulta que es superior a la inflación corriente y moliente. Y, esa es la parte realmente subyacente.

Porque, subyacente significa "que subyace", que "está debajo de algo', que "está oculta tras otra cosa", según las diversas acepciones de nuestro diccionario. Y, hablar de la inflación subyacente, ahora, significa demostrar documentalmente lo que la oposición viene diciendo: que la economía no está tan bien como dice el gobierno. Eso es lo subyacente de la inflación subyacente. Mucho presumir de la menor inflación de Europa y resulta que, si se mide de otra manera, la inflación es más alta. Lo cual demuestra, además, que Sánchez está dispuesto a gobernar a cualquier precio, incluso ocultando la gravedad de la situación subyacente.

Al olor de la sangre suelen acudir ciertos depredadores. En este caso, ha sido el Partido Popular quien ha ofrecido sus votos al PSOE

Pero, esto, nos permite abrir los ojos a una realidad oculta, es decir, subyacente. Como la resistencia del gobierno a ajustar la ley del "solo sí es si". No es que estén contentos con que puedan salir violadores a la calle antes de lo que les tocaba. No, eso es un disparate. Lo que trasluce este impasse es el mal entendimiento inicial entre las dos partes del gobierno, que ahora reflotan, y la resistencia del ministerio de Igualdad a que se empañe una ley de gran importancia social y se reduzca el prestigio de ese ministerio y, sobre todo, de su titular. Y, lógicamente, el que se trata de evitar un nuevo motivo de roces, o de choques, entre los dos grupos políticos que  forman el gobierno.

Porque, ya se sabe, al olor de la sangre suelen acudir ciertos depredadores. En este caso, ha sido el Partido Popular quien ha ofrecido sus votos al PSOE para aprobar las correcciones necesarias que perfeccionen esa ley tan necesaria para la seguridad de las mujeres. Y, de paso, enredar un poco en esas relaciones entre el PSOE y Unidas-Podemos, lo cual, constituye la parte subyacente de su oferta.

La oposición suele acusar al gobierno de intenciones subyacentes, ya sea al modificar el código penal o alguna transferencia a determinada comunidad

La propia oposición suele acusar al gobierno de intenciones subyacentes en muchas de sus disposiciones, ya sea una modificación del código penal o alguna transferencia a determinada comunidad autónoma, siempre con el motivo oculto de beneficiar a algún socio del gobierno. O la práctica de la cogobernanza, con la que, subyacentemente, trataría el gobierno de disolver su responsabilidad en temas de menor popularidad.

Y mucho habría que hablar de la designación de ministros, y ministras, para otros cargos que les apartan del gobierno con la supuesta intención subyacente de quitárselos de encima. Aunque luego, como en el caso de Salvador Illa, resulte de gran utilidad, no solo para hacer del PSC la primera fuerza política en el Parlament, si no, lo que es más importante, para influir en la política catalana desde una posición más racional que lo que se despachaba hasta ese momento. O del momento en que se toman las decisiones en política, siempre midiendo su repercusión en relación con otros acontecimientos con los que es conveniente que coincidan, o todo lo contrario. Ahí sí que hay subyacencia, como lo definiría Noam Chomsky.

En fin, que, como ya se sabe, ni es oro todo lo que reluce, ni hay que fiarse de lo que se ve a primera vista. Claro que, para eso, hay que ser politólogo.

Lo subyacente