viernes. 26.04.2024

Habla Daniel Innerarity en su último libro (“La sociedad del desconocimiento”. Galaxia Gutemberg 2022) de la importancia que tiene gestionar el desconocimiento. Dado que, mientras que lo que se sabe es finito, lo que se desconoce es infinito. Al menos para los interesados en saber más. Por ello, administrar esa situación, incorporando más cosas al bagaje de conocimientos, es lo que caracteriza el progreso intelectual, y material.

Se dice que hay gente que sabe que sabe, otros saben que no saben pero hay quien no sabe que no sabe. Para estos últimos, no hay desconocimiento que valga y, para una parte de los primeros, esos que creen sabérselo todo, tampoco. Sin embargo para los segundos, los que intuyen que tienen cosas que aprender, se abre, efectivamente un mundo infinitivo que desconocen y que pueden llegar a explorar con cualquiera de los cinco sentidos que, convencionalmente, se dice que poseemos los humanos.

Se dice que hay gente que sabe que sabe, otros saben que no saben pero hay quien no sabe que no sabe​

Y, gestionar ese desconocimiento, es esencial. Quiero referirme aquí a lo que hace Núñez Feijóo con su desconocimiento. Lo primero, exhibirlo. Se dice que el necio, callado, sabio parece pero, eso, era antes. Ahora, cuando se está en periodo de merecer, como Feijóo, conviene hacer ver que se tiene margen de mejora y, nada mejor para mostrar ese potencial, que exhibir ese margen. Ahí se ve el trabajo de los asesores de imagen.

Para mostrar ese desconocimiento no basta con decir el socrático "solo sé que no sé nada". Es preciso documentarlo y, para eso, conviene hacer declaraciones erróneas. Cuando se trata de opiniones, todo vale pero, cuando se manejan datos concretos, el desconocimiento se pone de manifiesto palpablemente. Lo mejor, para ello, es hablar de economía sin saber de la misa la media.

Cuando se está en periodo de merecer, como Feijóo, conviene hacer ver que se tiene margen de mejora

Así, si se dice que la inflación en España es la mayor de la zona euro, si se habla de que su crecimiento es casi inexistente, se anuncia una profundísima crisis económica o se denuncia que no están llegando los fondos europeos, se están dando datos concretos. Y, cuando esos datos se demuestran falsos, cosa que puede verificar cualquiera con la ayuda de un buscador de internet, se da la situación de que, hasta alguien tan iletrado, ya se sabe, como Pedro Sánchez, le puede acusar de "insolvencia o mala fe".

Yo quiero, aquí, contar la verdad del cuento. Ni insolvencia, ni mala fe. Pura estrategia de gestión del desconocimiento. Se trata del método del yunque para ir a la selva y de la ventaja que tiene por si te encuentras un león: tiras el yunque y, libre de carga, puedes salir corriendo muy deprisa. Pues, lo de Feijóo, es parecido: si con lo poco que parece saber va bien en las encuestas, cuando aprenda puede ser la leche. Esto, es verdad, no vale para cualquiera, pero si para los adeptos, lo que se conoce como "los muy cafeteros". Como la fe es creer en lo que no se ve, cuando se tienen ganas de creer en algo, como por ejemplo en las ventajas de las recetas económicas de la derecha por el mero hecho de ser de derechas, no importa la veracidad de los datos. Basta con el tono con el que se digan y con el número de veces que se reproduzcan en la prensa amiga.

El tono, casi profesoral, da credibilidad al asunto haciendo pasar por bueno el material defectuoso que maneja

Esto del tono es fundamental. Sirve tanto para decir cosas que no son ciertas, como para responder a las réplicas con las que se le rebaten los datos erróneos. En el primer caso, el tono, casi profesoral, da credibilidad al asunto haciendo pasar por bueno el material defectuoso que maneja. Y, en la contrarréplica, y con el mismo tono, puede cambiar de tercio con un gesto torero y empezar a hablar de Bildu y de los separatistas como si nada de lo anterior del debate hubiera tenido lugar.

Y, claro, una vez que ha demostrado su desconocimiento, ya no le cuesta nada hacer ver que tampoco sabe nada de las relaciones de su gente con los de VOX. Ni de Madrid, donde Díaz Ayuso necesitó los votos de los ultraderechistas para su investidura, ni de Castilla León, donde Fernández Mañueco gobierna con ellos, Núñez Feijóo sabe nada. Ni siquiera de las encuestas que le dicen que, si quiere gobernar después de las próximas elecciones tendrá que hacerlo con un partido que no sea ni populista de izquierdas, ni separatista, ni amigo de los terroristas. O sea, o con Teruel También Existe o con VOX.

Hay que desconfiar de esa técnica de hacerse el despistado, como hace el zorro cuando va a cazar gallinas. Es pura gestión del desconocimiento

Lo que, realmente, borda, es el desconocimiento de la Constitución, especialmente de su artículo 122, ese que trata de la renovación del Consejo del Poder Judicial. Parece creer que su cumplimiento puede condicionarse a algo y, por eso, sigue la tradición de su antecesor en el cargo de poner continuas y diversas condiciones para que su partido niegue su necesaria colaboración en que ese artículo no sea papel mojado. Pero, no, si él no se lo sabe, tiene cerca a mucha gente que si lo conoce. Precisamente, jueces amigos no le faltan al Partido Popular. Lo que ocurre es Núñez Feijóo está gestionando su desconocimiento para que las Cortes no puedan, ahora que la izquierda tiene mayoría en ellas, nombrar miembros para hacer esa constitucional renovación.

Acaba de iniciarse un año electoral en el que Núñez Feijóo quiere, como hizo Pelayo, también desde el noroeste de la península, reconquistar España y salvarla de las fuerzas del mal, no sea que pase como en USA o en Brasil, que ganen los que no deben. Por ello, hay que desconfiar de esa técnica de hacerse el despistado, como hace el zorro cuando va a cazar gallinas. Es pura gestión del desconocimiento.

Por todo ello, por esa maestría de Núñez Feijóo en la gestión de su desconocimiento, me extraña que Innerarity no le haya dedicado su último libro ya citado. Como hizo Maquiavelo con Lorenzo de Médicis. 

De cómo Núñez Feijóo gestiona su desconocimiento