viernes. 26.04.2024

Si algo nos dicen las encuestas que se están haciendo públicas es que Núñez Feijóo tiene las mismas posibilidades de obtener una mayoría absoluta en las próximas elecciones generales que Sánchez. Entre cero y ninguna. Y, eso, por mucho que se hagan declaraciones expresando la posibilidad de obtener una mayoría como la que obtuvo Moreno Bonilla en Andalucía o como las que, él mismo, solía sacar en Galicia.

Es sintomático que, cuando se le pregunta a alguien, tanto del PP como del PSOE sobre sus expectativas electorales, nadie hable ya de mayorías "absolutas" si no de mayorías "suficientes" para, se entiende, poder gobernar. Y, esa suficiencia, significa que se obtendrán los escaños necesarios, "suficientes", en el Congreso para buscar otros con los que sumar, entre todos ellos, una mayoría "absoluta" que pueda aprobar la investidura del líder de ese grupo, normalmente, mayoritario dentro de esa mayoría.

Pues bien toda esa obviedad nos lleva a poder predecir lo que puede ser el próximo gobierno de España o, al menos, lo que apunta como posibilidades más probables. Seguiremos con lo obvio. Salvo hecatombe electoral de alguno de ellos, los grupos suministradores de escaños para una investidura están ya en el Congreso y, de ellos, solo VOX parece propenso a hacer presidente del gobierno a Núñez Feijóo. Todos los demás se mueven en la órbita de Sánchez, siempre, claro está, que se mantengan las fuerzas gravitatorias que permitan mantener esa trayectoria orbital.

Solo VOX parece propenso a hacer presidente del gobierno a Núñez Feijóo. Todos los demás se mueven en la órbita de Sánchez

Núñez Feijóo cuenta con un poderoso argumento para convencer a VOX. Se trata de echar a Sánchez de la Moncloa, programa máximo de la derecha española y, a eso, no se puede negar Abascal. Claro que también quisiera echar a Núñez Feijóo, pero no es eso lo que está, ahora, en juego. Pues bien, supongamos que el PP, y también VOX, obtienen una mayoría "suficiente". Núñez Feijóo ya puede poner a enfriar el champagne y Abascal ponerse a leer el libro de instrucciones del Audi oficial de vicepresidente del gobierno. Ya han echado a Sánchez de la Moncloa y han cambiado la nomenclatura de la administración central repartiéndose proporcionalmente los puestos. ¿Y ahora qué?

Como Europa sigue estando ahí, la política económica, eje de cualquier cosa que se quiera hacer, tiene los márgenes que tiene pero, en otros campos, esos que no requieren grandes gastos, la cosa también puede predecirse. Abascal necesitará decir "aquí estoy yo". Y va a estar, ya lo sabemos, para decirle a Núñez Feijóo lo que tiene que hacer con el aborto, la inmigración, las políticas de igualdad o la violencia "doméstica", por ejemplo. Núñez Feijóo ya sabe lo que le espera en esos terrenos donde, lo que le gusta, es andar con pies de plomo y no zambullirse en la forma que le van a pedir sus socios. Bueno, lo sabe Núñez Feijóo y lo sabemos todos. Lo de Castilla y León es un aviso para despistados.

Abascal necesitará decir "aquí estoy yo". Y va a estar, ya lo sabemos, para decirle a Núñez Feijóo lo que tiene que hacer

El problema está en saber cómo se comporta Núñez Feijóo ante las presiones. ¿Es como se ha comportado hasta ahora o cambiará cuando se traslade a la Moncloa? ¿Seguirá poniéndose de perfil ante algunos temas o los afrontará como un líder? Recordemos que no llegó a Génova 13 más que cuando le entronizaron sin que, él, tuviera que batirse el cobre contra ningún oponente. Y recordemos como transita gallardamente por la senda marcada por los medios favorables. La única fortaleza que ha mostrado ha sido cuando se ha resistido a cumplir la Constitución en el asunto ese de los jueces y, eso, porque contaba con la complicidad de una buena parte de los mismos.

Por ello, habría que dudar de quien va a llevar los pantalones (y permítaseme la referencia sexista en aras de una mayor claridad) en ese posible gobierno de coalición.

En el otro lado, las cartas están igualmente echadas. Los posibles socios parecen ser los mismos y lo que le van a pedir a Sánchez son cosas parecidas a lo que le llevan pidiendo hasta ahora. Puede haber alguna vuelta de tuerca pero, no parece otra cosa, sobre la misma tuerca.

Sánchez llegó al liderazgo de su partido a base de los esfuerzos ya conocidos, a la presidencia de la forma más difícil posible

La diferencia de Sánchez con Feijóo estriba en el carácter. Sánchez llegó al liderazgo de su partido a base de los esfuerzos ya conocidos, a la presidencia de la forma más difícil posible, aliándose hasta con quien le producía insomnio y se ha mantenido en la Moncloa contra pandemias, volcanes, guerras y crisis económicas. Y, sobre todo, manteniendo sus aliados. ¿Hay quien dé más?

Por todo ello, en las próximas elecciones generales, y esta es la última obviedad de estas líneas, no vamos a elegir entre Sánchez y Núñez Feijóo, si no entre Yolanda Díaz y Abascal o entre Junqueras y Abascal, por ejemplo de entre las varias disyuntivas que tendremos.

Pero, todos, al igual que Sánchez y Núñez Feijóo, tenemos una ventaja. Se llama Constitución Española. Esas encuestas, antes citadas, no dan tampoco ninguna posibilidad a que ninguna de las dos partes en que se puede dividir el parlamento, llegue, ni de lejos, al quorum suficiente para hacer una reforma de la Constitución. Sigue haciendo falta, de momento, el acuerdo entre PSOE y PP. Y, mientras eso ocurra, los límites de lo que pueden obtener los socios de uno u otro partido están establecidos y son infranqueables. Ya puede, cualquiera, acusar al adversario de que va a hacer algo inconstitucional. Está mintiendo.

El Gobierno que viene