jueves. 28.03.2024
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Manifestación en Madrid contra el Gobierno de Pedro Sánchez.

En estos días de enero se confirma aquello de que la tragedia se repite como farsa y que no solo son las revoluciones las que devoran a sus propios hijos.

En la reunión hispano francesa se ha solemnizado un acuerdo de cooperación entre países vecinos con intereses compartidos que forman parte del núcleo duro de la Unión Europea, pero sobre todo un compromiso de ambos con los principales retos de Europa, precisamente en el momento crítico con la guerra en su frontera este de Rusia contra Ucrania, con consecuencias estratégicas, energéticas y económicas de primer orden a la salida de una pandemia sin precedentes cercanos.

Una alianza sin otro precedente cercano que la hispanoportuguesa, todo para favorecer el reequilibrio de la UE hacia el eje euromediterráneo ante el cambio de orientación estratégica del gobierno alemán y la desconfianza generada por el nuevo gobierno nacional populista en Italia, un acuerdo que sin embargo no niega el eje Franco alemán sino que lo complementa hacia el sur de Europa.

El acuerdo se centra en asuntos de interés común relacionados con la gobernanza de la Unión y las nuevas orientaciones para el futuro del pacto de estabilidad, en la nueva línea de la iniciativa pública como los fondos de recuperación, pero también avanza sobre intereses comunes como son las comunicaciones transfronterizas, la industria, la energía o las migraciones.

Un hecho paradójico de la cumbre, realizada en Barcelona para recuperar su imagen ante Europa ha sido que, frente a las pretensiones del independentismo de proyectar la permanencia del conflicto político y de ERC de hacerlo intentando al mismo tiempo responder a su papel institucional en el gobierno, finalmente la escasa capacidad de convocatoria de la movilización y los gritos contra Junqueras haya mostrado por el contrario el declive del Procés y asimismo la división, por ahora irreconciliable, del independentismo.

Además ha supuesto una nueva oportunidad perdida de ERC para hacer política con mayúsculas y no mirando de reojo a sus competidores de Junts, dejándose arrastrar por los fantasmas del pasado del Procés. La inflamación no desaparece, si acaso, ha cambiado de bando para situarse en la relación entre las propias fuerzas políticas y sociales del independentismo. 

De ahí pueden venir todavía una parte de los vientos de fronda de las próximas elecciones para la continuidad de la coalición progresista, ya que no parece que con la reciente reforma de la malversación en el código penal vaya a tener lugar la pretendida desinflamación y desjudicialización del conflicto catalán, al menos a tenor de las primeras reacciones del juez Llarena y de la fiscalía del Tribunal Supremo. El núcleo duro de los jueces, que no el poder judicial, parece seguir dispuesto a interferir mediante la judicialización de la política.

Por otra parte, los datos económicos, en contra de la estrategia de oposición del discurso de ruina y furia desencadenado por la derecha, muestran en España una importante resistencia del crecimiento de la economía y del empleo a dejarse arrastrar por la crisis de la energía y por la escalada de la inflación.

La economía no será el terreno propicio para el discurso apocalíptico de la derecha

Un crecimiento económico muy superior al previsto por los organismos internacionales, con un 5,2% frente al 4,3% previsto en el 2022 y unas previsiones para 2023 que no solo descartan la recesión sino que además continúan con el crecimiento económico y la rebaja de la inflación. La economía no será el terreno propicio para el discurso apocalíptico de la derecha.

En definitiva, los puntos fuertes del gobierno de coalición, además de su estabilidad interna, parlamentaria y presupuestaria, lo seguirán siendo su política económica y social junto a su papel protagonista en Europa y a nivel internacional. Sobre todo teniendo en cuenta que nos encaminamos hacia un segundo semestre del año con la presidencia española de turno de la Unión Europea.
Por otra parte, el gobierno necesita no solo que se mantengan y mejoren los datos de la inflación, en particular en los alimentos, sino también que los compromisos pendientes ligados a los fondos europeos como el segundo paquete de reformas de las pensiones, salgan adelante. También la movilización de los sindicatos franceses en respuesta al recorte de las pensiones supone un aviso para navegantes. En este sentido, la posible prórroga de la excepción ibérica, las medidas del gobierno francés encaminadas de nuevo a negociar una cesta básica de productos con las grandes superficies de forma voluntaria marcan también un camino complementario de las anteriores rebajas del IVA de los alimentos al Gobierno español, bien sobre la base del acuerdo o mediante medidas como el control del precio de determinados productos o la política de impuestos.

Pero sobre todo es en el terreno del debate identitario y de la deslegitimación del Gobierno y la oposición del nacional populismo donde la derecha va a centrar el desgaste del Gobierno. En este sentido y en relación a la ley del solo sí es sí, partiendo de la base de su contenido positivo para la protección de las mujeres, no estaría de más un poco de humildad con algún gesto que rompa con la imagen de pasividad del Gobierno ante los efectos indeseados de su aplicación.

Ya dentro del bloque de la oposición, al PP le ha surgido un grave problema en su gobierno con la ultraderecha en Castilla y León, donde sigue moviéndose en la cuerda floja, intentando mantener la coalición con Vox y al tiempo diciendo que sus desmanes no afectan a su pretendida estrategia electoral de estabilidad, moderación y regeneración democrática.

Lo de no darse por enterados del requerimiento del Gobierno central con el argumento que el protocolo nunca existió no solo es una deslealtad institucional, sino que cierra en falso el conflicto ante la opinión pública y por el contrario no no soluciona el problema con su socio de coalición. Ahora resulta que todo es una mentira y una sobreactuación del Gobierno de Sánchez para tapar la rebaja de las penas de sus reformas del código penal y de sus consecuencias.

Es en el terreno del debate identitario y de la deslegitimación del Gobierno y la oposición del nacional populismo donde la derecha va a centrar el desgaste del Gobierno

El requerimiento del Gobierno central, al margen de la lógica sobreactuación política, era algo obligado, entendida como una reclamación de información adicional dentro de un expediente sobre el incumplimiento flagrante de las condiciones del ejercicio del derecho al aborto. Al final, la respuesta del presidente de Castilla y León con el compromiso de que no hay ni va a haber ningún nuevo protocolo ha servido para evitar temporalmente la presentación de un recurso ante el Tribunal Constitucional con la automática paralización de dichas medidas.

En este tiempo preelectoral en que nos adentramos es de esperar que la ultraderecha mantenga el pulso dentro y fuera del gobierno y que los problemas de la coalición en Castilla y León se sigan proyectando a la política española cuestionando de nuevo no solo la estabilidad de su gobierno en Castilla y León, sino también la imagen de moderación y regeneración que desde su llegada intenta proyectar, con desigual fortuna Núñez Feijóo. 

Por otra parte, aunque parece haberse diluido la amenaza de presentación de la nueva moción de censura por parte de la ultraderecha, ha sido sustituida en las calles de Madrid por el sucedáneo de una nueva movilización en defensa de España con la participación de dirigentes del PP como actores secundarios de la estrategia nacional populista que comparten con la ultraderecha.
En ella se han unido la teoría de la conspiración, la deslegitimación de la democracia y el negacionismo de la pandemia. Otro traspiés de la estrategia de moderación.

Entre la Europa, el Procés y el protocolo fantasma