jueves. 25.04.2024
Pedro Sánchez y Alberto Nuñez | Foto La Moncloa

Que la situación internacional está cada vez está más complicada ya no lo discute nadie.

Tampoco si miramos a nuestro país la cosa está para alegrías. A los males generales que sacuden especialmente la Unión Europea, se le añade la confrontación brutal entre una izquierda en el poder y una derecha que no admite que siendo su estado natural el ordeno y mando, en estos instantes no ocurra así.

En un complejo instante donde sería obligatorio el entendimiento, incluso unos II Pactos de la Moncloa (vaya sorpresa me he llevado que después de años de divergencias, por una vez Felipe González opine como yo), hasta para una cuestión como la renovación del CGPJ persiste la lucha a muerte, el morir matando.

Si se tenía esperanza de que un Feijóo sensato al frente del PP podría evitarlo, hemos podido comprobar en la práctica que sigue a pies juntillas la dirección marcada por Isabel Díaz Ayuso.

Aunque debería aplicarse el dicho de que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar" viendo a Liz Truss.

Además la luz roja está encendida porque todas las previsiones marcadas por las encuestas indican que 2023 podría ser favorable a esa derecha extrema “echada al monte”, que tiene muy claro que gobernará de la mano de la extrema derecha. Tanto en municipales, autonómicas o generales puede ser un negro año para las izquierdas, especialmente si continúan haciendo el tonto con cuestiones como la Ley trans.

Primero casi Francia, luego Suecia, hace unos días Italia y Gran Bretaña y ahora puede ser España. Un negro panorama para esas izquierdas y la parte de la sociedad más necesitada y vulnerable.

Afortunadamente a la hora de terminar esta reflexión llega una buena noticia. Parece que los presupuestos para 2023, los más expansivos y progresistas de la historia, pueden salir adelante gracias a los votos de ERC, PNV y Bildu.

No obstante hacemos equilibrios al borde de un abismo inmenso intentando no despeñarnos por él.

Veremos si no acabamos cayendo...

Del desacuerdo al acuerdo