jueves. 18.04.2024
Martinez almeida

A la historia de Madrid le interesa más la actuación de sus próceres cuando lo fueron, que sus vicisitudes mientras todavía eran simples empadronados de su censo. Por eso, yo, eventual cronista de la villa, quiero ocuparme de algunos aspectos relevantes, esos que tienen cabida en los medios de comunicación, de la carrera de don José Luis Martínez-Almeida como alcalde de Madrid. Hasta ahora.

En 2019 nuestro personaje llegó a convertirse en alcalde de su ciudad sin haber ganado las elecciones municipales, ya que el partido más votado fue el Mas Madrid de Manuela Carmena. Esto no tendría mayor importancia si no fuera porque Martínez-Almeida pertenecía al PP, ese partido que llamaba okupa a Pedro Sánchez por haber llegado a la presidencia del gobierno de España sin haber ganado las anteriores elecciones generales.

El caso es que don José Luis consiguió repetir en la Cibeles la foto de la cercana plaza de Colón cuando Ciudadanos y VOX le votaron en su investidura. Como en 1939 y 1989, la derecha recuperaba Madrid y estaban dispuestos "a rapar a la señá Cibeles", como diría Sabina.

Bueno, gracias a las normas de conservación del patrimonio artístico, no raparon a la diosa símbolo de la tierra y la fecundidad, pero retiraron algunas placas de calles que tenían nombres de socialistas históricos. Poca cosa, si se trataba de complacer a sus benefactores en la investidura.

Ser alcalde de la capital de España no es cualquier cosa y, si sabes estar a la altura, con perdón, del cargo, puedes optar a empleos de mayor importancia

Ser alcalde de la capital de España no es cualquier cosa y, si sabes estar a la altura, con perdón, del cargo, puedes optar a empleos de mayor importancia, como permanentemente hacía Ruiz Gallardón. Hay uno, Arias Navarro, que llegó a ser presidente del Gobierno. Martínez-Almeida, de momento, consiguió ser nombrado portavoz nacional del Partido Popular, compatibilizando ese cargo con el de regidor, cosa por la que llegó a ser considerado un semi-alcalde por la reducción de su dedicación a la ciudad. Pero, no, don José Luis, tal como llegó a decir un veterano dirigente del PP, "no tiene techo" (El Mundo, 18/08/2020) y no se refería a la altura de Martínez- Almeida, si no a su futuro político. Apuntaba alto. De momento a presidir su partido en Madrid.

Para eso tenía que competir con Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid. Tal como había hecho Ruiz Gallardón cuando se enfrentó a Esperanza Aguirre por el poder popular en Madrid. Pero había una diferencia: Ruiz Gallardón no contaba con el apoyo de su presidente nacional, Mariano Rajoy, y, por eso, lanzó a Manuel Cobo para que fuera él quien combatiera en campo abierto contra Aguirre. Lo que pasó ya es historia.

Sin embargo, Martínez-Almeida sí que contaba con el apoyo de Pablo Casado, ya que, éste, era consciente de que Díaz Ayuso con quien quería competir no era con el alcalde si no con él. Y, Casado, conocedor de la correlación de fuerzas entre sus huestes madrileñas, fue retrasando la celebración del Congreso de Madrid hasta que Martínez-Almeida se pusiera a la altura (vaya, otra vez) de Díaz Ayuso.

Y, en estas, llegan los temas de las mascarillas. Primero fueron las autonómicas. Al parecer, las primeras sospechas sobre la existencia de algo de lo que sospechar surgieron en el Partido Popular. Lo sospechoso era que, por ahí, andaba alguien de apellido Díaz Ayuso. Y, claro, entre los casadistas, hubo quien sospechó. Pero había que pasar de las sospechas a la certidumbre y, para eso, hacían falta pruebas. Como Villarejo ya se había jubilado, era necesario contratar a alguien que se dedicara a obtener esas pruebas, y esa labor precisaba de alguien que pagara la investigación. No me extrañaría que, si se hubiera hecho un casting para ver quién podía ser el financiador de aquello, hubiera ganado el Ayuntamiento de Madrid, habida cuenta de que el PP en ese momento contaba con lo que contaba. Y, además, con Martínez-Almeida, su portavoz nacional y presunto adversario local de Díaz Ayuso.

El caso es que pronto se descubrieron los intentos del responsable de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo, del Ayuntamiento de Madrid, por contratar a una empresa de detectives. La conversación grabada no da pistas sobre cuál era la materia a investigar, pero a Díaz Ayuso no le cupo ninguna duda. Montó tal pollo que consiguió dos cosas: situar el presunto espionaje a su persona como algo más grave que las presuntas irregularidades en la contratación de mascarillas y, de resultas, acabar con Pablo Casado. Pero no con Martínez-Almeida, alcalde y superior jerárquico del que pretendía contratar a la agencia de detectives.

Precisamente, esa defenestración del presidente del PP fue la ocasión de demostrar los grandes reflejos políticos de Martínez-Almeida. Fue el primero en bajarse de la “casadoneta” ya que dimitió, en horas veinticuatro, de su cargo de portavoz nacional del PP. Antes que nadie.

Después, vinieron las mascarillas compradas por el Ayuntamiento de Madrid gracias a que un señor con el mismo apellido que Martínez-Almeida, o sea, apellidado Martínez Almeida, facilitó el teléfono de a quien había que llamar para vender 12 millones de cosas con un 45% de comisión entre medias. La verdad es que, si Telefónica siguiera haciendo la guía de páginas amarillas, a lo mejor nos hubiéramos ahorrado un disgusto. Sobre todo el alcalde de Madrid, que, después de que el tema de las mascarillas autonómicas le diera de refilón, trata de salir indemne del de las mascarillas municipales.

Su dedicación a resolver los problemas del Ayuntamiento, sobre todo los que se habían creado por ser vos quien sois, le ha llevado a olvidarse de que es abogado del Estado. Ha sido al poner en duda la objetividad de la Fiscalía por dedicarse a investigar sólo las presuntas andanzas de intermediación de los Díaz Ayuso y los Martínez-Almeida en lugar de investigar algún caso en, por ejemplo, Santovenia de la Valdoncina, provincia de León. Claro que, entretenido como estaba en hacer declaraciones exculpatorias, no se percató de que Madrid era, según decía el Tribunal de Cuentas, la gran ciudad de España que menos ofertas pidió para las compras de la pandemia y la que pagó más caro el material.

Y es que, fiel a la tradición del PP, ese partido que quería personarse como perjudicado en “lo de la Gürtel”, dice Martínez-Almeida ser una víctima de la presunta, de momento, estafa, al Ayuntamiento por haber comprado material al doble de su precio.

No me extrañaría que los madrileños terminaran siendo los culpables por haber usado mascarillas durante la pandemia. Y, es que, no se es abogado del Estado por nada. Labia, tiene.

Currículo reciente de José Luis Martínez-Almeida Navasqüés