sábado. 27.04.2024
Recorte de El Socialista 718 (8/12/1899) con la imagen de Juan José Morato
Recorte de El Socialista 718 (8/12/1899) con la imagen de Juan José Morato

@Montagut | Hoy queremos recoger algunas aportaciones de Juan José Morato, el primer historiador del socialismo español.

  1. El salario mínimo y el coste de la vida en el Madrid del siglo XIX
  2. El periódico “La Solidaridad”
  3. La organización y las estadísticas
  4. Los “peores enemigos de la clase obrera”
  5. Sobre la demagogia y el socialismo
  6. El inicio del marxismo en España

El salario mínimo y el coste de la vida en el Madrid del siglo XIX

El Socialista 718 (8/12/1899)
El Socialista 718 (8/12/1899)

Como es sabido, el tipógrafo y escritor Juan José Morato fue una figura capital del socialismo español desde la década de los años ochenta del siglo XIX, con diversas responsabilidades, infatigable colaborador y responsable de distintas publicaciones del ámbito de la prensa obrera y general, y el primer historiador del socialismo español. Pues bien, en El Socialista publicó un artículo, de los muchos que escribiera, que estudiaba la cuestión del salario mínimo y el coste de la vida en Madrid en diciembre de 1899, que rescatamos en el presente trabajo.

Morato de preguntaba qué salario mínimo necesitaba un obrero en Madrid para poder vivir. El escritor citaba, al respecto, unas consideraciones que planteó veinte años atrás el doctor José Parada y Santín, que se distinguió por sus artículos de higiene en la prensa española. Al parecer, el médico había estudiado las cantidades necesarias de alimentos para poder subsistir sin perturbar la economía propia, y el valor nutritivo de los artículos alimenticios que podían adquirir las clases populares, llegando a la conclusión que el límite inferior para poder vivir no podía bajar de un consumo valorado entre 1’50 y 1’70 pesetas por individuo y día. El autor del análisis citaba también al químico José Rodríguez Mourelo, quien en 1883 había publicado un trabajo sobre las horas de trabajo, tratando la misma cuestión del gasto alimenticio de una persona. En este caso se hablaba del gasto diario de una peseta en la alimentación diaria de un obrero madrileño.

Juan José Morato publicó un artículo que estudiaba la cuestión del salario mínimo y el coste de la vida en Madrid en diciembre de 1899

Pero, para Morato, la situación había empeorado en el momento presente. Opinaba que el salario medio había bajado en estos años, pero los precios de las subsistencias habían aumentado. Estaría sería la causa, más que la falta de higiene y la deficiente urbanización, que hacía que Madrid tuviera una de las mayores mortalidades de España. Por otro lado, consideraba que la peseta diaria del segundo estudio era, a todas luces, insuficiente para poder reponer fuerzas. Pero el problema se agudizaba si se planteaba, por ejemplo, el caso de una familia de tres miembros, que necesitaría para alimentarse unas 2’25 o 2’50 pesetas diarias, reduciendo las cantidades que recibieran los miembros de la misma que no trabajasen. Y a ese gasto había que añadir los derivados de la combustión de alimentos, la luz, el aseo, el vestido o el pago del alquiler, que, al día, se podían calcular en 75 céntimos. Así pues, un obrero con una familia de ese tamaño, y sin gastar nada en lo que no fuera estrictamente necesario para vivir, aunque fuera de forma deficiente, necesitaba ganar al día un salario que no bajase de 3 o 3’25 pesetas diarias, elevándose a unas 5 o 5’25 pesetas si se querían reponer adecuadamente las fuerzas. El salario medio en el Madrid de 1899 era de 2’50 pesetas. Morato terminaba aludiendo a las reivindicaciones del movimiento obrero madrileño sobre esta materia, recordando que hacía tiempo que las Sociedades Obreras y la Agrupación Socialista Madrileña habían reclamado, sin tener en cuenta estos estudios, un aumento de 3 pesetas diarias al Ayuntamiento, pero sin éxito alguno.

En relación con este artículo parece imprescindible leer el trabajo de Gloria Nielfa, “Madrid en la crisis finisecular”, en V.V.A.A. Madrid en la sociedad del siglo XIX… Madrid, 1986, Vol. I, págs. 264 y siguientes. En este mismo, sentido, estaría en el Volumen segundo de la misma obra el trabajo de Pedro Villa Mínguez, “Precios alimentarios y nivel de vida en Madrid, (1851-1890)”, páginas 267 y siguientes.

Sobre Morato existe el trabajo de S. Castillo, Trabajadores, ciudadanía y reforma social en España: Juan José Morato (1864-1938), Madrid, Siglo XXI; Fundación F. Largo Caballero, 2005, Vol. I, pp. 1 a 174, además de poder acercarnos al Diccionario Biográfico del Socialismo Español.

El periódico “La Solidaridad”

La Solidaridad ocupa un lugar destacado en la Historia de la prensa obrera española, a pesar de que solamente se publicó durante un año, de enero de 1870 a enero del año siguiente. Pero su importancia radica en que fue la primera publicación que se significó por la Primera Internacional, constituyendo el órgano de su Sección española. Entre sus primeros colaboradores y redactores destararía Tomás González MoragoFrancisco Mora Méndez, entre otros. También publicó textos de Bakunin y Proudhon. La publicación se encuadraría dentro de la prensa de signo anarquista, anarcolectivista, pero un joven Pablo Iglesias publicó en agosto de 1870 uno de sus primeros artículos sobre la guerra franco-prusiana.

El objetivo de este trabajo es contribuir al conocimiento de este periódico a través de un material que hemos encontrado en El Socialista, un artículo de Juan José Morato en diciembre de 1932, después de regresar al Partido Socialista. Morato, entre su larga y compleja trayectoria vital y de compromiso político y social, es considerado el primer historiador del socialismo español. El artículo tiene el significativo título de “Un antepasado de El Socialista”.

Morato comienza la historia de este periódico un mes antes de enero de 1870 cuando en la Nochebuena de 1869 se repartió en Madrid el Manifiesto de la Sección española de la Internacional, firmada por 28 trabajadores, donde se anunciaba la publicación de un semanario titulado “La Solidaridad”, cuando se contase con 500 suscriptores. Se avisaba que la suscripción costaría una peseta cada trimestre.

El Socialista 7762 (21/12/1933)
El Socialista 7762 (21/12/1933)

No se tardó mucho en conseguir los suscriptores porque el 15 de enero salía el primer número. El Consejo de Redacción estaba compuesto por los siguientes miembros: Vicente López (zapatero), Máximo Ambáu (tornero en hierro), Juan Alcázar (papelista), Tomás González Morago (grabador), Anselmo Lorenzo (tipógrafo), Hipólito Pauly (tipógrafo), y Francisco Mora (zapatero). Pauly y Mora serían fundadores del PSOE en mayo de 1879. Por otro lado, González Morago y Anselmo Lorenzo serían destacados anarquistas. Comenzada la andadura de La Solidaridad se incorporaría Celso Gomis, un ingeniero catalán, procedente de Suiza donde había estudiado ingeniería y donde tuvo relaciones con Bakunin. Para Morato fue el alma de la publicación difundiendo las ideas de la Alianza de la Democracia Socialista, es decir, de las ideas anarquistas, según la resolución del Congreso de Basilea de 1869. El programa se resumía, en palabras de Morato, en tres cuestiones básicas: anarquía, colectivismo y ateísmo.

En el periódico se impondría la norma del trabajo anónimo, la supresión de las firmas en los artículos, la reseña con iniciales de los artículos, eliminando elogios. En el quinto número aparecería la declaración de los redactores en la que se decía que hasta el momento se habían firmado los escritos insertos en el periódico para demostrar que los redactores eran verdaderos obreros, pero en lo sucesivo no se volvería a firmar para impedir los lucimientos y ensalzamientos personales, por ser opuestos a los principios internacionalistas.

Morato, entre su larga y compleja trayectoria vital y de compromiso político y social, es considerado el primer historiador del socialismo español

Morato nos informa que en marzo de 1870 Pablo Iglesias, que ya había leído el semanario y asistido a conferencias donde se explicaban las ideas de la Internacional, entró en la Sección de Tipógrafos, y se ofreció para ayudar en el periódico. Efectivamente, al estallar la guerra franco-prusiana publicó un artículo titulado “La guerra”, y firmado con las iniciales P.I., y eso porque no era miembro del Consejo de Redacción, porque si lo hubiera sido no habrían aparecido ni las iniciales. Iglesias colaboró hasta el final en la composición del molde, y Morato pensaba que había puesto dinero en suscripciones para comprar papel, y habría escrito alguna otra cosa. Recordemos que tenía 20 años.

La vida del semanario no fue fácil, según Morato, porque los redactores y colaboradores trabajaban gratis, y también el Consejo de Administración, y no fueron pocos los agobios económicos que hubo que padecer. Al final, al año tuvo que cesar su publicación. Mora, Morago y Lorenzo ya andaban ocupados en las tareas del Consejo Federal nombrado por el Congreso de Barcelona de junio de 1870, y Celso Gomis se habían ausentado de Madrid.

Hemos consultado el número 7762 de El Socialista. Podemos citar también el libro clásico de Tuñón de Lara, El movimiento obrero en la historia de España, I, publicado en 1972, y la mucho más reciente, e imprescindible Enciclopedia histórica del anarquismo español de Miguel Íñiguez, publicada en 2008. Sobre Gomis hay un trabajo en la red de Juan Pablo Calero. Por su parte, sobre Tomás González Morago se hace necesario acudir a la Enciclopedia aludida. Sobre los que serían socialistas siempre contamos con el Diccionario Biográfico del Socialismo Español.

La organización y las estadísticas

Nos acercamos a la visión de la organización obrera a través del tipógrafo, traductor, historiador e intenso socialista Juan José Morato (1864-1938). En este trabajo reflexionamos sobre organización obrera y estadísticas, gracias a un escrito suyo para el primero de mayo de 1912.

Vida Socialista 117 (1/5/1912)
Vida Socialista 117 (1/5/1912)

Morato quería dejar claro que no eran lo mismo asociación y agrupación que organización. Aunque la organización obrera implicaba necesariamente las primeras, éstas no podían involucrar a aquélla.

Tener organización era proceder siempre con perfecto conocimiento de causa, “saberse de memoria” el país, sus necesidades y deseos, conocer bien la situación de la clase obrera, la de la industria, estar enterado de las “fuerzas positivas” con las que contaba cada población; en conclusión, tener un perfecto conocimiento del proletariado y de la economía del país.

La organización incluía la asociación, pero también el método y el estudio. En este ámbito Alemania sería el modelo, y lo era por su atención a las estadísticas, que Morato consideraba “verdades grandes y verdades pequeñas, expuestas en síntesis descubiertas”.

Gracias a las estadísticas los alemanes, que Morato calificaba como “admirables luchadores”, podían ver no solo los logros alcanzados, sino dónde se encontraban los problemas, permitiendo mejorar lo que estaba bien y corregirse lo malo.

Tener organización era proceder siempre con perfecto conocimiento de causa, “saberse de memoria” el país, sus necesidades y deseos

Tan importante era agrupar, asociar, aunar fuerzas, como llevar la contabilidad de las mismas y sobre todo lo que pudiera referirse a las mismas. Morato deseaba que los líderes del movimiento obrero español tuvieran en cuenta esta cuestión de las estadísticas. Para ello, podían consultar la gran publicación socialista alemana, Vortwaerts, donde se publicaban los resultados electorales distrito por distrito, y los informes de la Secretaría Internacional de Uniones Obreras. No era excusa decir que allí había personas que lo hacían, ¿por qué no habría de empezar a intentarse en España? Las estadísticas no convenían a la burguesía, pero sí al proletariado porque éste era sincero, y que sabía el valor de la verdad, frente al culto a la apariencia de la primera.

Sobre nuestro autor podemos acudir al Diccionario Biográfico del Socialismo Español y, sobre todo a la siguiente monografía: S. CASTILLO. Trabajadores, ciudadanía y reforma social en España: Juan José Morato (1864-1938), Madrid, Siglo XXI; Fundación F. Largo Caballero, 2005, Vol. I, pp. 1 a 174.

Por otra parte, nuestra fuente ha sido el número 117 de Vida Socialista.

Los “peores enemigos de la clase obrera”

En esta ocasión acudimos a una reflexión de abril de 1912 sobre las divisiones y la ignorancia en el seno del movimiento obrero.

Morato era contundente nada más comenzar su texto porque consideraba que probablemente el peor y más implacable enemigo estaba en nosotros mismos. Por eso, afirmaba que seguramente los peores enemigos de la clase obrera estaban en su propio seno, y eran las divisiones y la ignorancia, siendo esta la causa de las primeras.

Vida Socialista 114 (7/4/1912)
Vida Socialista 114 (7/4/1912)

Los adversarios, digamos, naturales de la clase obrera eran, en su opinión, más débiles que la propia clase. El problema era interno.

El interés del proletariado debía ser aprender, “iluminar nuestro entendimiento” con el fin de alcanzar la emancipación. Los esfuerzos debían ir encaminados contra el adversario. Pero estas dos cuestiones, que consideraba como elementales, no habría calado, y se discutía sobre si un medio era mejor o menos malo, o se desconfiaba y discutía sobre las intenciones de unos y de otros, y así los obreros dedicaban gran parte de su tiempo a destrozarse, algo que nunca dejarían de agradecer sus adversarios, los que eran los “verdaderos, únicos enemigos”.

Por eso abogaba porque todos los “ismos” fueran un solo ismo, que entre los ismos del proletariado no hubiera sino compenetración y coordinación, al menos tolerancia y estimación mutua, algo que no era imposible de alcanzar; es más, era necesario.

Por eso defendía que, sobre todas las cosas, hubiera “amor a nuestra clase y a nuestra causa”, y así surgiría la tolerancia, y los que alentaban el odio entre hermanos serían castigados con el desprecio. La cuestión de la división del movimiento obrero en la Historia, como bien sabemos, es uno de sus temas clave, y, seguramente, fundamental para entender muchas cosas.

Hemos empleado como fuente, el número 114 de 7 de abril de 1912 de Vida Socialista.

Sobre la demagogia y el socialismo

El Socialista 6982 (26/6/1931)
El Socialista 6982 (26/6/1931)

Regresamos a este intelectual socialista para conocer su breve análisis sobre la demagogia y el socialismo, ya proclamada la Segunda República, en una columna que publicó, precisamente, contra la demagogia, en El Socialista, a fines de junio de 1931.

Si había en España fuerzas políticas contrarias a la demagogia, afirmaba contundente Morato, la primera de todas ellas, y hasta en un sentido cronológico, sería el Partido Socialista, una especie de dique contra la misma.

Y el secreto se encontraba en el hecho, siempre según nuestro protagonista, de que el Partido Socialista Obrero Español había sido siempre una democracia, que calificó “en funciones”, un partido de iguales, no un conglomerado o “corro de amigos”, admiradores, incondicionales, comensales, o clientes de un hombre más o menos poderoso en uso de la elocuencia, o más o menos hábil o diestro en la política, un hombre que definía y ordenaba, un jefe, en suma. Es decir, ni era un partido clásico de cuadros ni uno más moderno con un líder, interpretamos.

Pero había más diferencias. En algunos de esos partidos (no en los de cuadros o clientelares, suponemos nosotros) había masas, en otros solamente el jefe y un corro (estos parecen más de cuadros), pero en el Partido Socialista había afiliados, hombres “convencidos y soberanos”. Por todo ello, el socialismo español era lo contrario de la demagogia. Hemos trabajado con el número del 26 de junio de 1931 de El Socialista.

En el Partido Socialista había afiliados, hombres “convencidos y soberanos”. Por todo ello, el socialismo español era lo contrario de la demagogia

El inicio del marxismo en España

En enero de 1934 publicó un artículo sobre Lafargue, y la llegada del marxismo a España que queremos reseñar brevemente en esta pieza.

Para el historiador y socialista español hasta la visita de Lafargue a la redacción de La Emancipación, periódico que hemos estudiado también en estas páginas, en enero de 1872, los miembros de la Internacional en España no conocían otra influencia que la de la Alianza y de sus periódicos suizos. Así pues, cuando el periódico español tuvo que explicar el acuerdo de la Conferencia de Londres de septiembre de 1871 relativo a la acción política de clase, lo habrá hecho de forma confusa y señalando ciertas reservas porque, además, consideró que el acuerdo no era más que un consejo.

El Socialista 7777 (7/1/1934)
El Socialista 7777 (7/1/1934)

Pues bien, Lafargue habría influido decisivamente en el Consejo de Redacción del periódico, pero también en los lectores del mismo mediante sus trabajos, como “La huelga de los ricos”, que El Socialista reprodujo en abril de 1931, y que parecía escrito para ese momento de la proclamación de la República, en opinión de Morato.

Lafargue habría ido fijando el concepto de lucha de clases, de la acción política de las clases, de la herencia y la propiedad, del nacimiento y desarrollo del capitalismo de los conceptos de Estado, Gobierno, anarquía, etc.

También estudió la cooperación para la producción y para el consumo, los fenómenos del comercio, y con el título genérico de “La organización del trabajo” las distintas formas de producción y las posibilidades de su transformación de modo que la distribución de la riqueza fuera tan justa que quedara eliminado del disfrute de ella todo aquel que no hubiera contribuido a crearla.

Los artículos de Lafargue generaban polémica, y el mismo contestó de este modo:

«Para juzgar los hechos, así económicos como físicos, hay dos métodos distintos; el espiritualista, que parte del hombre y va a las cosas, es decir, de "arriba a abajo", y el materialista, que parte de las cosas y llega al hombre, es decir, de "abajo a arriba". Este es el verdadero método natural—y el que empleamos—, pues la naturaleza no es otra cosa que una marcha ascendente. El método espiritualista conduce a la Inquisición; el materialista, a la revolución”.

Además, Lafargue traducía textos de su suegro, Marx, especialmente en relación con la lucha de clases en Miseria de la Filosofía. También escribió textos “jocosos” como la serie titulada “Pío IX en el Paraíso”, que serían denunciados.

Aunque se fue de España hizo que Engels se interesara por el periódico español. Llegó a enviar dinero, y trabajados traducidos o para traducir, como un ejemplar en francés del Manifiesto Comunista para ser publicado.

De alguna manera pensaba que la suerte del marxismo en España hubiera sido mejor si Lafargue hubiera llegado en 1868 coincidiendo con Fanelli.

En todo caso, la huella del francés era evidente, y creía que no era baldío “un espigueo de sus trabajos”, además, de recordar que Pablo Iglesias fue uno de los que oyeron a Lafargue en la redacción de La Emancipación, el más joven de los oyentes.

Hemos trabajado con el número 7 de enero de 1934 de El Socialista.

Juan José Morato, el primer historiador del socialismo español