domingo. 28.04.2024
El cadáver del niño sirio Aylan Kurdi apareció en la playa turca de Bodrum
El cadáver del niño sirio Aylan Kurdi apareció en la playa turca de Bodrum

Lo que está ocurriendo en esta sociedad corrupta y canalla que según la terminología capitalista es conocida como neoliberalismo, no es más que el resultado de lo que hemos permitido con nuestra cobardía para enfrentarnos con los Poderes que nos están utilizando. Podemos esperar sentados a la puerta viendo lo que ocurre a nuestro alrededor;  pero no podemos olvidar que el monstruo, uno a uno, nos está arrancando de nuestro umbral, para llevarnos al lugar en que seamos utilizados como cosas. Como cosas de usar y tirar. Como ha ocurrido con los que, parados -debido a la naturaleza de este sistema-, paradójicamente no eran preciso utilizar; o lo que está ocurriendo en el Tercer Mundo con las actividades de un imperialismo, que en su búsqueda de obtener los beneficios que ya no puede alcanzar en su guarida, está tratando de adquirirlo con las armas. No podemos rumiarlo con nuestro pasotismo; está ahí; es la subyugación con la que los cobardes tratan que el monstruo los considere tontos útiles. Sólo cuando vemos imágenes como las de Aylan en los brazos de un hombre que lo ha recogido ahogado en una playa turca, pretendemos demostrar a los demás cuanto nos conmovemos. Sólo cuando vemos que hasta un niño de tres años ha sido víctima de las ambiciones que los poderosos son capaces de llevar a cabo, nos sentimos un tanto culpables. Pero sólo un tanto. Cuando todos sabemos que son miles, por no decir millones los niños que Saturno devora. Cuando los medios nos muestran una visión que al estar siendo compartida, tratamos diluirla en el anonimato de lo que representa lo común. Es como si en una sociedad en la que todos nos estamos contemplando desde el anteriormente mencionado umbral, tuviéramos la necesidad de encubrir nuestro autorreproche, pretendiendo justificarnos ante nosotros mismos diciéndonos que no podemos hacer nada. Y lo mismo ocurre con el rescate de unos inmigrantes que, como actualmente estamos viendo, huyen de las canalladas que les hemos causado en sus propios países. Empero, una vez asumido que esta inmigración es imparable ¿cómo podemos exigirle a ese culo, para que dejando de contemplar desde su situación sedente lo que está pasando que se incorpore y adquiera esa movilidad que caracteriza a los que quieren y hacen lo que tienen que hacer?

Sólo cuando vemos imágenes como las de Aylan en los brazos de un hombre que lo ha recogido ahogado en una playa turca, pretendemos demostrar a los demás cuanto nos conmovemos

Dicen que el tiempo lo repara todo. Y es verdad. El tiempo (siempre que podamos contarlo), con mucha frecuencia nos ha llevado a poder superar lo que creíamos que no podríamos alcanzar. Lo que ocurre es que este "creíamos" está representando un nosotros, que situado en el tiempo como un pretérito imperfecto en primera persona del plural, no nos imbrica de manera directa con la necesidad de una superación que es ajena a ese nosotros. Nos refugiamos en un tiempo que supuestamente lo repara todo, cuando en realidad el tiempo, como duración de eventos, constituye tan solo un transcurso en el que lo que se haya de hacer ha de ser hecho. Y en este contexto no podemos pretender que, de una manera subjetiva, eso que haya de ser hecho dependan de las dos primeras virtudes teologales, o en su defecto la que ocupa el tercer lugar.

En concordancia con lo expuesto existe un permanente estado de constatación entre aquéllos a los que les pesa demasiado la parte que tildamos más innoble de nuestra anatomía y los que más ligeros de equipaje, les mueve mucho más las situaciones que han provocado el asesinato de Aylan; entre los que se quejan sin comprometerse compartiendo conmociones hipócritas, y los que optan, si no por eliminar las causas representadas por un monstruo que cual Medusa tiene mil cabezas, sí por cortarle algunas de las que se encuentren a su alcance. Porque estas causas son unas consecuencias del modelo de sociedad que nos han obligado a tener que asumir. Unas causas y unas consecuencias que solo podremos controlar a través de las máquinas; y con ello no me estoy refiriendo a hacer un uso exclusivos de las motosierras, sino de unas máquinas que cibernéticamente ya están siendo utilizadas por los que nos mantienen y controlan como simples objetos de usar y tirar; unas máquinas que se encuentra en manos de los que originan esas causas y esas consecuencias; unas máquinas que para poder hacerlas nuestras y ponerlas a nuestro servicio, hemos de superar las diferencias que separan a las Izquierdas. Y esto, a mi entender no podremos lograrlo tremolando banderas y llevando en la cartera la credencial de un partido que por ser un distintivo conllevaría la existencia de una identificación en principio excluyente, incluso de aquéllos que opinaran sobre el mismo credo.

Se está volviendo a reproducir aquella conciencia de clase que desde mediados del siglo XIX, hasta mediados del XX, cuestionó y se enfrentó con la explotación y la desigualdad que vino denunciando Dickens

Y están surgiendo como setas, agrupaciones que contestan los derechos con los que a sí mismo se han investido los gobiernos. Se está volviendo a reproducir aquella conciencia de clase que desde mediados del siglo XIX, hasta mediados del XX, cuestionó y se enfrentó con la explotación y la desigualdad que vino denunciando Dickens. Unas desigualdades que al denunciarlas en sus obras, caracterizaron las relaciones sociales y económicas entre los miembros de una población que ni siquiera podía ser catalogada como sociedad. 

Esta es, a mi entender, la única forma de aprehender un Ahora en Común, que sin estar conformando un partido, a través de la informática, pondere, filtre y de cuerpo a esa Voluntad General que preconizó Rousseau en su obra "El contrato social". Una Voluntad General que ante la falta de la máquina que pudiera computerizar las actividades que se hubieran de llevar a cabo, no pudo antes ser llevado a la práctica.

En la búsqueda de un ahora en común