viernes. 26.04.2024

Derecho a una información veraz y plural

Desde la llegada al poder de los populares ha sido una constante el servirse de la información con fines partidistas. No solo la han ocultado sino que la han tergiversado...

Desde la llegada al poder de los populares ha sido una constante el servirse de la información con fines partidistas. No solo la han ocultado sino que la han tergiversado constantemente. Un ejemplo de lo dicho es todo lo relacionado con el “caso Bárcenas”. Primero dijeron que el extesorero era un modelo de honradez, Cuando fue saliendo documentación de la caja B, argumentaron que era falsa. Una vez en la cárcel que era un delincuente que trataba de chantajear a Rajoy. Seguir todos los subterfugios verbales utilizados por Dolores de Cospedal, Carlos Floriano, Estaban González Pons para ocultar lo obvio, es tarea complicada. Todo el asunto podría haber quedado zanjado de una vez por todas, si el presidente del Gobierno hubiera tenido el coraje de informar en el Parlamento o en una conferencia de prensa abierta a los medios de comunicación sobre el tema en cuestión. Hemos visto que la callada ha sido por respuesta. Finalmente hablará ante el Pleno del Congreso de los Diputados el próximo día 1 de agosto, aunque el “caso Bárcenas” no se cita, ya que el Gobierno en la solicitud registrada de comparecencia a petición propia del presidente se indica, que es para “informar sobre la situación económica y política de España”.

Todos estos comportamientos de los populares son pésimos ejemplos en un sistema democrático. ¿Tenemos democracia en España? Si nos fijamos en nuestra Carta Magna parece que sí. Y en ella en su artículo 20, entre los diferentes apartados se especifica que se reconocen los siguientes derechos: En el 20. 1. d  “A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.” En el 20. 2.El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.” En el 20 3. “La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España.”

Es obvio que en los medios de información públicos como TVE o RNE, que pagamos con nuestros impuestos los españoles, en el tema de Bárcenas ni hemos recibido una información veraz (ha sido sesgada y falsa), que ha habido censura previa (determinadas cuestiones han sido ocultadas conscientemente) y tampoco se ha respetado el pluralismo (porque ha habido un predominio casi absoluto de defensa del Gobierno, en detrimento de otras opciones). No creo que sea necesario insistir más. Mas lo que parece claro es que tales comportamientos producen un grave daño al sistema democrático. Por ello es imprescindible corregir estas graves deficiencias con la finalidad de mejorar nuestro sistema democrático, el ideal nunca podrá alcanzarse.  Un sistema democrático exige información veraz y plural. Sin ella la democracia no existe, es pura entelequia. Esta preocupación que acabo de expresar, ya la tuvo hace 30 años el gran jurista, filósofo y politólogo Norberto Bobbio, al cual me remito,

En 1983 Bobbio impartió una conferencia en el Congreso de los Diputados de Madrid, por invitación de su presidente, Gregorio Peces Barba, bajo el título de El futuro de la democracia, que sirvió para la publicación en 1984 de un libro posterior con el mismo título,  señalando la divergencia entre la democracia ideal tal como la pensaron sus padres fundadores y la democracia real. Todo un conjunto de promesas que se habían creado para su perfectibilidad se habían incumplido: seguían vigentes la supremacía de los intereses sobre la representación política y la limitación del espacio político de la democracia; no se había alcanzado el control de las oligarquías, ni desarrollado adecuadamente la educación política de la ciudadanía, ni habían desaparecido  los poderes ocultos o invisibles. Todas las preocupaciones expuestas hace 30 años por Bobbio son de plena actualidad, cualquiera de ellas podría proporcionar suficiente material para la elaboración de otros artículos. Bobbio en repetidas ocasiones manifestó su preocupación por el problema  del poder oculto, quejándose amargamente de ser una cuestión infravalorada por la sociología política.  A esta última “promesa incumplida”, a la perdurabilidad y mantenimiento de los “poderes ocultos” quiero referirme.

Todos los viejos y nuevos discursos de la democracia la definen como el gobierno de lo público en público. En contraposición al autocrático, es un  poder sin máscaras. Es bien conocido que la democracia nació bajo la perspectiva de erradicar para siempre de la sociedad humana el poder invisible.  La democracia moderna nos remite a la Atenas de Pericles, del “Agora” o de la “Ekklesia”, o sea, a la reunión de todos los ciudadanos en un lugar público, a la luz del sol, donde hacen propuestas, las discuten y las deciden alzando las manos o mediante pedazos de loza. No sin razón, la asamblea ha sido comparada a menudo con un teatro o con un estadio, o sea, con un espectáculo público, donde espectadores asisten a una acción escénica con reglas preestablecidas y que concluye con un juicio.

La democracia griega supone un referente para la época de la Revolución Francesa. Entre las obras de tiempos de la revolución, el Cathecismo repubblicano de Michele Natale nos dice: “¿No hay nada secreto en el gobierno democrático? Todas las actividades de los gobernantes deben ser conocidas por el pueblo soberano, excepto alguna medida de seguridad pública, que se debe dar a conocer en cuanto el peligro haya pasado”. Este fragmento es ejemplar ya que señala en pocas palabras uno de los principales rasgos del Estado democrático: la publicidad es la regla, el secreto es la excepción, y en todo caso es una excepción que no debe minusvalorar la regla.

 Kant  en el Apéndice de la Paz Perpetua: “Todas las acciones referentes al derecho  de otros hombres cuya máxima no puede ser publicada, son injustas”. Por tanto, democracia supone transparencia, visibilidad y publicidad, sin las cuales no es posible su funcionamiento, ya que los ciudadanos no pueden controlar a sus gobernantes. E igualmente cuanto más se oculta el poder verdadero, menos participan los ciudadanos en la vida pública. Así está ocurriendo en nuestra maltrecha democracia. Las traumáticas políticas puestas en marcha por el gobierno de Rajoy,  que nos afectan en profundidad a los ciudadanos  y que están dinamitando nuestro Estado de bienestar, no solo nos las ocultaron, es que además las decidieron unos poderes ocultos e invisibles. Esa agenda oculta fue decidida en unos ámbitos desconocidos para la ciudadanía. No es fácil su descubrimiento, ya que como Bobbio nos dice “el poder tiende a ocultarse; es tanto que ve sin ser visto, que ve a todos y a quien nadie ve”. El poder tiende a esconderse porque cuanto más secreto permanece, mas fuerte se siente. Si quiere ser temido debe mostrarse lo menos posible. ¿Quiénes están detrás de ese poder que todo lo controla? Son las multinacionales, entidades financieras, grandes medios de comunicación, mercados e instituciones religiosas a las que están subordinadas las instituciones públicas tanto  nacionales como internacionales, donde la  impunidad de la corrupción, el abuso de poder y el tráfico de influencias son monedas corrientes. ¿Quiénes son esos poderes ocultos que están detrás del caso Bárcenas que ocultan la información?  

Derecho a una información veraz y plural