viernes. 26.04.2024

Zapatero, con los sindicatos

En este tipo de reuniones es difícil conocer el contenido real del encuentro. Así que hay que ceñirse a lo que unos y otros han dicho al terminar el primer contacto que los agentes sociales y el presidente del Gobierno han mantenido tras las elecciones.
En este tipo de reuniones es difícil conocer el contenido real del encuentro. Así que hay que ceñirse a lo que unos y otros han dicho al terminar el primer contacto que los agentes sociales y el presidente del Gobierno han mantenido tras las elecciones.

El encuentro se produce justo en el momento en el que el Banco de España lanzaba una clara advertencia al Ejecutivo que, en esencia, venía a decir que las cosas están mal, que hay que ir a la moderación salarial y que las pensiones presentan un riesgo a medio plazo que hay que controlar. Mensajes todos poco agradables y que dibujan un panorama un tanto sombrío.

Que el presidente del Gobierno despachara con “eso ya lo oí hace veinticinco años” las advertencias de la primera autoridad monetaria, es, sin duda, más que un simple deseo de quitar hierro al tema. Sobre todo porque lo dice tras una entrevista �larga entrevista- en la que los participantes parecen haber salido satisfechos y con una postura casi coincidente.

El informe del Banco de España se configura así como la letra pequeña de una reunión necesaria y esperada pero que, sin duda, habrá estado mediatizada por estas advertencias. Posiblemente, desde la calle no se vea mal que José Luis Rodríguez Zapatero haya preferido una alianza con los agentes sociales �fundamentalmente con los sindicatos- y haya hecho llegar el mensaje de que la unidad con los representantes de la economía real es fundamental y necesaria.

Que el Banco de España alerte sobre los riesgos de mantener el sistema actual de pensiones no sólo no es malo, sino que, probablemente, entra dentro de sus responsabilidades. Pero es verdad que, tradicionalmente, los augurios del Banco Emisor siempre han ido en torno al mundo laboral (salarios o pensiones), obviando o cuando menos dejando en un segundo plano otros problemas de nuestra economía.

Tal vez sea porque resulta siempre más fácil actuar sobre quienes tienen cautivos sus ingresos y están más expuestos, por su transparencia, a cualquier actuación inmediata que meterse en otras honduras. Han sido las pensiones, también tradicionalmente, objeto de análisis por parte de las autoridades monetarias que han tenido pocas veces en cuenta la justicia de un sistema que, al final, es una fórmula de redistribución de la riqueza y de la solidaridad que otros agentes sociales no tienen.

Habría por ello que concluir señalando que el presidente del Gobierno se ha mostrado más sensible con quienes tienen su futuro inmediato marcado por decisiones financieras en las que no tienen ninguna participación. Es decir: bien está que el Banco de España haga sus advertencias. Y mejor que quienes tienen que ejecutar la política las tengan en cuenta. Pero, dicho eso, al ciudadano seguramente le produzca mayor satisfacción el hecho de que el Jefe del Gobierno se una, aunque sea formalmente, con las preocupaciones del hombre de la calle, representados en esta ocasión por los auténticos interlocutores sociales.

Haga el Banco de España, pues, sus informes. Amenace como hace 25 años con la quiebra de las pensiones públicas, figura, por cierto, recurrente en quienes tienen asegurado su fondo de pensiones. Y que el diálogo social, la prudencia y la razón imperen como llevan haciéndolo, mal que le pese al Banco de España, desde hace más de veinticinco Años.

No sé. Allá van unos versos de Carlos Edmundo de Ory.

Cuando un padre afligido
le dice a su hijo acuéstate pequeño

y duérmete seguido
es que quiere a la par hacerse dueño
del hijo y de su sueño



¿No será que esos padres de la patria lo que quieren hacerse es con el hijo y con el sueño?

Zapatero, con los sindicatos
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