viernes. 26.04.2024

El conflicto entre sindicatos de actores de todo el mundo se inició en 2010, cuando la productora (o productoras de la película) bajo el sello Warner de USA, se negó a sentar base a una negociación colectiva que reflejara mínimos de contratación para los trabajadores artistas, en Nueva Zelanda, así como a pagar las llamadas royalties, que en inglés significan nada más y nada menos que el reconocimiento de los derechos de propiedad intelectual, para creadores -intérpretes- por la explotación posterior de la obra. Una cosa es el salario por el trabajo, y otra el derecho devengado por propiedad intelectual, que en el mundo inglés es llamado copyright.

El conflicto se planteó entonces entre Equity Nueva Zelanda, con una afiliación de 600 actores y actrices profesionales, y Spada, la asociación de productores de ese país. Spada, de la cual Peter Jackson es miembro, no aceptó ninguna negociación, pero al contratar a actores famosos de Inglaterra y de EEUU, a través de contratos tipos emitidos por ellos, con apoyo de la multinacional Warner, decían que se debía aceptar las condiciones de trabajo y de propiedad intelectual inferiores, a las de Inglaterra y de EEUU, por ejemplo, porque todo estaba basado en los contratos oficiales negociados en Nueva Zelanda. La mentira saltó a la luz por la sencilla razón de que los actores de Inglaterra y EEUU, consultaron con sus respectivos sindicatos la veracidad de esta propuesta. Al quedar expuesta la falsedad, los sindicatos, Equity, y la Screen Actor’s Guild, de Inglaterra y de EEUU, respectivamente, trasladaron el tema a la FIA, que convocó a reuniones periódicas de su Presidium, el órgano político de gobierno cotidiano máximo de esta federación internacional, que normalmente se reúne por conferencias telefónicas y por vídeo conferencias.

El Presidium esta compuesto por la presidencia y seis vicepresidencias, una de ellas, a nivel nominativo desempeñada en 2010 por el entonces secretario general de FAEE, Jorge Bosso. El Presidium decidió por unanimidad intervenir de lleno en el asunto antes de que fuera demasiado tarde y proponer a la Warner la negociación de un convenio a nivel global, que permitiera sentar la base para un convenio de aplicación en Nueva Zelanda, a través de la contratación para The Hobbit. Esto era posible por la condición de reconocimiento de una Productora distribuidora como la Warner, y los grandes sindicatos de FIA, en este caso, Screen Actors Guild y Equity. Por cortesía, el Presidium de la FIA decidió informar por carta al director Peter Jackson, a pesar de que no era productor, y éste una reacción propia de genio incomprendido, decidió no contratar a actores afiliados a los sindicatos en cuestión, especialmente de su propio país, Nueva Zelanda y Australia, desacreditando públicamente al sindicato neozelandés, Equity, al decir que era sólo un grupo prescindible de no más de un centenar de profesionales, y poniendo la responsabilidad sobre el respectivo ministerio del gobierno de Nueva Zelanda, de que se perdiera una cifra considerable cantidad de puestos de trabajo si no tomaba cartas en el asunto. Salió diciendo que si no se aceptaban sus condiciones se iba a rodar The Hobbit a la república Checa o a Serbia, donde le ofrecían mejores condiciones económicas, sin problemas de convenios sindicales. Lo que nunca dijo es que el gobierno de Nueva Zelanda ya había ofrecido por lo bajito más de 60 millones de dólares neozelandeses de subvención a los productores para que la producción se realizara en Nueva Zelanda.

Entonces, el gobierno de Nueva Zelanda en una decisión sin precedentes anti- laboral y anti- profesión artística declaró ilegal la “pretensión” del sindicato de actores de su país, anunciando por decreto que los actores no constituían un colectivo de trabajadores por cuenta ajena, sino autónomos, que no podían tener convenio colectivo. Esto realmente dio como resultado una decisión universal de boicot solidario de todos los sindicatos afiliados a la FIA, verdaderamente ejemplar, para que no se aceptaran la condiciones de contratación ofrecidas por las productoras de The Hobbit. Se trata de países con sindicatos fuertes, pero también de actores de habla inglesa. Se convocó entonces un Comité Ejecutivo, órgano máximo de FIA entre Congresos, que no se reúne físicamente más de una vez por año, en abril del 2011. El autor de este informe, aún secretario general de FAEE, viajó entonces a ese Ejecutivo urgente, como vicepresidente de la FIA, que se celebró en Sydney, Australia, donde una delegación del vecino sindicato Equit, encabezada por una denodadamente heroica Jennifer Ward -Lealand, también asistió exclusivamente para dar un exhaustivo informe sobre la critica situación que ponía en peligro la existencia de su sindicato y la laboralidad del sector, cuando su propio gobierno apoyaba la posición de los productores y la multinacional Warner/SPADA, con la evidente prioridad de mantener la producción en Nueva Zelanda.

La decisión unánime ahora del Ejecutivo de FIA reunido en Sydney fue mantener la firme decisión de que ningún actor se contratara en The Hobbit hasta que se aclarara esta situación, no sólo impuesta por las multinacionales, sino también por el empecinamiento de Peter Jackson, que como tantos olvidando sus inicios, pretendía imponer su voluntad olvidando cuánto le debía a los actores y trabajadores por su éxito mundial de grandes proporciones económicas, con la serie anterior de "El Señor de los anillos”. Esta situación fue explicada en el Informe General del entonces secretario general de la FAEE, presentada en la reunión de la Comisión Ejecutiva de fines de junio del 2011.

Sólo se levantó el boicot internacional de los actores para rodar esta película en Nueva Zelanda, cuando la Warner–SPADA accedieron a mantener negociaciones confidenciales con los trabajadores, representados por una comisión negociadora de Equity Nueva Zelanda, donde se ha intentado negociar los derechos de todos y cada uno, respetando en casos destacados los convenios y derechos logrados en su país de origen, incluyendo royalties o propiedad intelectual, y por supuesto, haciendo lo mismo con los profesionales neozelandeses. Así se ha rodado este Hobbit que seguramente será un éxito, y tendrá segunda parte, para nueva consagración del genio y figura de Peter Jackson. Sólo conocen las condiciones los negociadores directos y los actores contratados, porque la Warner se ha reservado la condición de que todo se mantenga en secreto, hasta que dé a conocer a la prensa ese acuerdo. A fecha del estreno de The Hobbit en España no se conoce el resultado de esa negociación.

A Jennifer Ward, especie de Juana de Arco de los actores y actrices de Nueva Zelanda, ya la han intentado quemar acusándola de incumplir ese pacto de silencio por haber informado al Congreso de la Federación Internacional de Actores, de Toronto, en septiembre, hasta donde podía, sobre este caso que ha conmovido a la profesión en todo el mundo. En ese Congreso salio reelegido vicepresidente de FIA por abrumadora mayoría, Jorge Bosso, aunque ya no ocupa cargo en la nueva Ejecutiva de FAEE, desde el Congreso del junio del 2011. En su Informe a la Ejecutiva volvió a referirse a este caso.

Una historia verdaderamente Toelstiana, como del autor de El Señor de los anillos en la que públicamente se ha tratado de retratar a los actores como bestias insaciables que muerden la mano que les da de comer, aduciendo la multinacional productora que ha creado 2.000 puestos de trabajo para Nueva Zelanda, lo que no está mal en la actualidad. Pero, los productores no han tenido más remedio que dejar en evidencia que el farol que se mandaron con el posible rodaje en otra parte le costó al gobierno de Nueva Zelanda otra subvención de 30 millones de dólares NZ, además de los 65 millones que habían recibido anteriormente sin que se hiciera público. 95 millones del erario público, de subvención a una producción que seguramente conseguirá dé pingues beneficios en dólares, euros, y en cuanta divisa haya en el país que se estrene. Esto parece una táctica habitual de los poderosos productores en todo el mundo. Se ayuda a los productores no a los creadores y ni a los intérpretes.

(Equity, que del inglés podríamos traducir como Igualdad, es el nombre común de varios sindicatos del mundo de habla inglesa. Equity como sindicato de todos los actores, bailarines, artistas de variedades y técnicos de teatro, empezó en Gran Bretaña. También el sindicato de actores de la República de Irlanda se llama Equity. En los Estados Unidos Equity afilia únicamente a los actores de teatro y variedades, no del audiovisual, que tienen otros sindicatos SAG y AFTRA. Hay un sindicato de actores de habla inglesa, Equity. En Canadá, hay también un sindicato llamado Equity, e igualmente en Nueva Zelanda, del que principalmente tratamos en esta información, y últimamente han aparecido con esta denominación sindicatos en países del este europeo, anteriormente bajo el bloque soviético, como en algunos países africanos de habla inglesa).

The Hobbit: otro caso de abuso de poder
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