jueves. 25.04.2024

Tuve un sueño que sucedía en un país imaginario de cuyo nombre no quiero acordarme. En dicha nación, las autoridades que velaban por la competencia, en base a la nula rentabilidad que ofrecían por sus ahorros a sus clientes, instaron a la Policía para que investigara la posible creación de un cártel o lo que es lo mismo, un posible acuerdo entre las empresas de un mismo sector. En efecto, dichas pesquisas llevaron a la detección por temas menores de dos altos cargos de diferentes entidades bancarias. Los detectives de forma astuta, después de hacerlos pasar varias horas entre rejas, interrogaron de manera independiente a ambos directivos. 

Llegados a este punto surgió el dilema del prisionero, puesto que las penas de cárcel a las que se podían enfrentar variaban según su cooperación con las autoridades. De hecho, si ambos banqueros confesaban un acuerdo ilegal para beneficiar mutuamente a sus entidades, alcanzaban el equilibrio de Nash y sus condenas eran de 3 años. Sin embargo, si confesaba uno y el otro no, el que cooperaba se beneficiaba de una pena menor mientras que se imponía un castigo más severo al que no cooperaba. (2 años al que confiesa, 5 al que no). 

Las autoridades que velaban por la competencia instaron a la Policía para que investigara la posible creación de un cártel

No obstante, lo irónico de la situación, era que no habían hablado nunca de ese tema y si ninguno de los dos confesaba ambos saldrían absueltos puesto que en realidad no había ninguna prueba de cargo contra ellos, y para condenarlos era imprescindible una confesión. Sin embargo, la casualidad quiso que ambos banqueros hubieran cenado la noche anterior y en dicha cena, el banquero dos le comentó al banquero uno su simpatía por Pessoa y su gran admiración por el anarquismo individual de su cuento, el banquero anarquista. 

En otras palabras, aunque en realidad no había ningún acuerdo objetivo para pactar los intereses que ofrecían a sus clientes por sus ahorros, como en práctica la competencia no se producía de forma efectiva, y puesto que su compañero le había comentado que odiaba la tiranía de los bancos, y viendo que se podía beneficiar en su condena si cooperaba con las autoridades, asumió que tal vez por eso iba a confesar que en realidad existía un acuerdo contra sus propios clientes, entre los bancos rivales… el banquero dos entonces decidió confesar con premura dicho delito él también, para alcanzar el equilibrio de Nash y obtener solo tres años de condena. 

Sin embargo, grande fue su decepción cuando le cayeron solo dos años. En efecto, debería haber leído antes el cuento, puesto que el banquero que tenía simpatía por Pessoa (condenado a 5 años) nunca confesó, porque a pesar de su anarquismo teórico, en la práctica se sentía tan inocente y separado de los ahorradores como cualquier otro banquero de aquel país imaginario. 

Fábula del banquero anarquista y el dilema del prisionero