jueves. 25.04.2024
Antoni Gutiérrez, Alfonso Carlos Comín, Jordi Solé Tura, Santiago Carrillo
Antoni Gutiérrez, Alfonso Carlos Comín, Jordi Solé Tura, Santiago Carrillo

Hace pocos días nos dejó Jaime Sartorius una de tantas personas que trabajó para conseguir el advenimiento de la democracia en nuestro país. Ello nos lleva a reflexionar que poco a poco van desapareciendo las personas que participaron y conocieron desde la vivencia personal lo que significó la lucha contra la dictadura y por alcanzar las libertades democráticas en nuestro país. 

Cuando hablamos de Memoria Democrática muchas veces nos centramos en el tiempo de la guerra civil, el tiempo de la dictadura, pero analizamos menos y a veces con una cierta distancia lo que significaron los últimos años de la lucha por la democracia y lo que comportó la Transición a la democracia. Sólo por dar un dato de la represión el Tribunal de Orden Público entre 1964 al 1976 instruyó 22.660 procedimientos que afectaron a 50.714 personas procesadas.

Hay muchas voces interesadas, en la derecha y en parte de cierta izquierda que obvian el papel trascendental que tanto el PCE como CCOO tuvieron en la consecución de la conquista democrática. A veces se habla con un cierto sarcasmo de la transición y del denominado por algunos “régimen del 78”, y normalmente se trata de gente que no vivió lo que aquello significó para nuestro país. Hoy hay muchos críticos con la Constitución del 78 en la izquierda y demasiados aduladores de la misma en unas derechas que hoy se reclaman como las únicas constitucionalistas y que no pintaron nada en el proceso de transición.

El Tribunal de Orden Público entre 1964 al 1976 instruyó 22.660 procedimientos que afectaron a 50.714 personas procesadas

Hoy debemos reivindicar con orgullo la política de Reconciliación Nacional del PCE adoptada en 1956 para superar la fractura de la guerra civil. También debemos reivindicar la clarividencia de Santiago Carrillo al plantear en los 70 que la contradicción principal no era entre Monarquía o República sino entre “Democracia o Dictadura”. Nadie que respete la realidad histórica puede discutir el papel del PCE como la principal y casi única fuerza política con arraigo en la oposición a la dictadura. Como nadie puede negar que desde los años 60 CCOO fue la fuerza movilizadora de las luchas obreras contra la dictadura utilizando para ello cuando era necesario su infiltración en las estructuras del “sindicato vertical”.

Los opositores al franquismo, a veces menos de los necesarios, eran muy conscientes de lo que significaba vivir sin democracia. Eso es difícil de saber hoy en día para los que no sufrieron la dictadura. Es necesario vivir en las propias carnes lo que significaba la falta de libertades, de expresión, de reunión de organización, etc. El vivir en una dictadura bajo el yugo de la opresión y de la ideología del nacional catolicismo que se aplicaba de forma férrea. Parafraseando al cantante Raimon “quien no ha visto la libertad no tiene fuerzas para vivir” que podría traducirse como que “quien no ha vivido la falta de libertad no puede hacerse a la idea de lo que ésta significa”.

Nadie que respete la realidad histórica puede discutir el papel del PCE como la principal y casi única fuerza política con arraigo en la oposición a la dictadura

La detención por delitos políticos no sólo te acarreaba la pena de falta de libertad que correspondiera, dictada por un tribunal como el TOP que actuaba más como fiscal que como tribunal de justicia. Posteriormente estabas fichado, lo cual quería decir que no tenías derecho a temas como el pasaporte o el derecho a un carnet de conducir. Y que permanentemente eras sospechoso de poder reincidir.

La Transición se logró ante la necesidad de llegar a un acuerdo de cambio en el país que no sólo veía necesario la oposición política especialmente el PCE sino también algunas gentes del Régimen que veían imprescindible algún tipo de apertura. Aquí el papel de Adolfo Suárez y Santiago Carrillo fue fundamental. En principio se planteaba una cierta apertura política pero excluyendo al Partido Comunista, al menos en una primera etapa. A ello no se negaban algunas fuerzas de la llamada oposición democrática. Pero hubo un hecho concreto que comportó un cambio de todo el panorama y fue “la matanza de Los Abogados de Atocha”.

El asesinato fascista provocó una inmensa y organizada manifestación en Madrid, que demostró la capacidad organizativa y movilizadora del PCE, al que se delegó por parte de las fuerzas del orden el control del cortejo multitudinario. La organización y la disciplina del acto causó una impresión en los sectores aperturistas del Gobierno. Suárez decidió legalizar el PCE en el último momento, “el famoso sábado santo” . 

Cabe señalar que tanto el PSOE como la UGT fueron autorizados a celebrar sus Congresos en Madrid mientras el PCE y CCOO continuaban ilegalizados.

Es muy fácil ser izquierdista y supuestamente revolucionario dentro de un marco democrático sin ser consciente de lo que costó conseguirlo

Posteriormente la consecución de los Pactos de la Moncloa y la Constitución fueron fruto del consenso entre esa extraña fuerza de centro que fue la UCD y los partidos de la izquierda el PCE y el nuevo PSOE que finalmente fue el que se llevó en las elecciones el gato al agua, ante el temor que aún producía el PCE en sectores de la población y castigado después por su falta de renovación.

Hoy a quienes vivimos en primera persona aquellos años nos produce un cierto sentimiento de rabia que desde las derechas, no ha existido el centro político después de la UCD, se utilice la palabra “comunista” para deslegitimar posiciones políticas. La derecha en nuestro país representada por AP, madre del PP, fue la fuerza menos constitucionalista del arco parlamentario junto con Blas Piñar, y por tanto debería lavarse la boca antes de utilizar como insulto la palabra “comunista”.

Pero aún nos sentimos más agraviados por quienes desde supuestas posiciones de populismo izquierdista se critica la Transición democrática sin ser conscientes del nivel de sacrificio y de lucha que la hicieron posible. Una Constitución que era homologable a las más avanzadas del resto de Europa. Es muy fácil ser izquierdista y supuestamente revolucionario dentro de un marco democrático sin ser consciente de lo que costó conseguirlo.

Por todo ello debemos reivindicar la memoria de la Transición contra las desmemorias interesadas.

Reivindiquemos la Memoria Democrática de la Transición