sábado. 27.04.2024
Jóvenes espartanas, Edgar Degas (National Gallery de Londres)
Jóvenes espartanas, Edgar Degas (National Gallery de Londres)

José Bujalance C. | Hay quienes desde una profunda desconfianza hacia la democracia y sus procedimientos, sienten que ha llegado la hora de "los espartanos", apoyados por homilías radicales desde diferentes púlpitos. Lo hacen principalmente a través de la literatura belicista de cuatro autores que dejaron testimonios autobiográficos referidos a la milicia: Ernst JüngerBenito MussoliniErnst von Salomon y Rafael García Serrano; figuras distintas pero nacidas de un sustrato compartido, que fueron adelantados de los movimientos totalitarios.

A estos escritores soldados podrían sumarse otros como Drieu La Rochelle, personajes que reflejan, cada una a su manera, el humus ideológico y estético que alimentó el fascismo. Con el régimen fascista el rol reproductivo de la mujer llega a las más altas cotas ("le donne a casa"), pero eso no fue lo más perjudicial.

La deportación, prostitución, esterilización, experimentación, trabajo esclavo o exterminio fueron algunas de las prácticas que el Estado nazi reservó a aquellas mujeres que no se adecuaban al modelo de mujer impuesto, entre las que se contaron también las españolas.

Con el régimen fascista el rol reproductivo de la mujer llega a las más altas cotas ("le donne a casa"), pero eso no fue lo más perjudicial

Estos "escritores" con ínfulas señalaron a los intelectuales como enemigos, aunque no menos que a los burgueses, a los que se acusaba de tibieza y falta de patriotismo. También eran enemigos, como no, los "bolcheviques", refractarios a las aspiraciones nacional populistas.

La acción, y no las ideas, era el fundamento de su visión apenas política, acogida a la nostalgia de un orden aristocrático en cuya cúspide estarían los guerreros. La combinación de nacionalismo radical, desprecio de los valores liberales, vitalismo neorromántico y culto de la violencia en la consabida formulación de Marinetti, sedujo a estos "estetas en armas", como los llamó Maurizio Serra, que en algunos casos preludiaron el fascismo y en otros compartieron el malestar del que surgió la llamada revolución conservadora.

Muchos de los actuales seguidores de estas ideas anacrónicas y enfermizas, utilizan símbolos espartanos para encumbrar su virilidad (por cierto las relaciones del mismo sexo en Esparta eran tan comunes como en cualquier otro sitio de la antigua Grecia porque no existía la distinción entre homosexual y heterosexual, ya que son creaciones modernas), y como suelen ser indigentes culturales, desconocen por ejemplo que las mujeres de Esparta tenían más derechos y gozaban de una mayor autonomía que las mujeres de cualquier otra ciudad-estado griega del periodo Clásico (siglo IV y V a.C.). Podían heredar propiedades, poseer tierras, hacer negocios y estaban mejor educadas que las mujeres de la antigua Grecia en general.

El rey Licurgo (que vivió en torno a siglo IX a.C.) reformó las leyes de Esparta, haciendo hincapié en la importancia de la igualdad de todos los ciudadanos. Las niñas recibían el mismo entrenamiento físico que los niños (participaban en la lucha, las carreras de corta y larga distancia, montar a caballo, lanzamiento de disco y jabalina, boxeo y las carreras) y se educaban al mismo nivel que los niños.

Las mujeres de Esparta tenían más derechos y gozaban de una mayor autonomía que las mujeres de cualquier otra ciudad-estado griega

El filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.) en 'Política', criticó la independencia y la influencia de las mujeres espartanas; poco menos decía que las mujeres de Esparta gobernaban a sus hombres. No hay ninguna prueba que respalde la afirmación de Aristóteles, pero sí que hay muchas que demuestran que la igualdad de sexos en Esparta hizo que la ciudad-estado fuera más fuerte y estuviera mejor gobernada que otras.

Plutarco relata la historia (posiblemente apócrifa) de Gorgo de Esparta, esposa del rey Leónidas, que, "al preguntarle una mujer de Ática 'cómo es que las espartanas sois las únicas que gobiernan a sus hombres', esta respondió 'porque somos las únicas que dan a luz hombres [de verdad]'" (Moralia 218 D.4). Con esto quería decir que los hombres de verdad no tenían miedo de las mujeres fuertes.

En suma, aunque se suele hablar de Atenas como la "cuna de la democracia", las atenienses no tenían voz ni voto en la política ni en los negocios de sus maridos, mientras que las espartanas participaban libremente en casi todos los aspectos de la vida social y política de su ciudad-estado.

El neofascismo social de género utiliza principalmente las desigualdades entre hombres y mujeres, iniquidades y violaciones de derechos sociales de mujeres que viven en escenarios de capitalismo racista y patriarcal, en sociedades que utilizan la explotación, la exclusión y el abandono como mecanismos de control. Está caracterizado como un régimen de relaciones sociales cimentadas por asimetrías en el ejercicio de poder que producen exclusión, subyugación y explotación femenina. Opera por medio de la exclusión de derechos femeninos y la violencia como mecanismo de control. 

Retrospección e ignorancia