viernes. 26.04.2024
tvboy
Extracto del mural de tvboy

Por José Bujalance C. | No termino de entender cómo un partido de gobierno, con todas las personas que lo forman, pudo elegir como candidata a una persona como Ayuso, que nos ha dado una nueva lección política queriendo definir una “república bananera” no por el clima ni su gente, sino por el líder autoritario que utiliza el poder y el sistema para beneficio propio, como hace su socio Abascal

Esta dupla de derecha alternativa se presenta como salvadores bajo la amenaza de que sin ellos todo será caos y violencia. Una estrategia que no resulta muy lejana a la del militarismo que justifica los problemas en su país para dar el golpe que lo sitúa en el poder y desde allí tratar al pueblo como el niño incapaz de alcanzar la trascendencia de los acontecimientos. Estamos ante su verdadero ideario: la democracia solo está bien si sirve a mis intereses. La ida es una lideresa de corte iliberal, una irresponsable que con falacias tiene intención de perpetuarse en el poder por encima de su propio partido y las reglas democráticas.

De los nacionalistas iliberales sólo podemos esperar mentiras y posverdad, distorsionando habitualmente los hechos y manipulando inescrupulosamente a la gente; sus seguidores habitan su “fake-realidad” mediante la manipulación de la opinión pública por las grandes corporaciones mediáticas y otros múltiples factores disfuncionales más de la democracia, como es la calificación del status político del país como una República Bananera, cuestión totalmente impertinente e injustificada. El problema es que las sociedades democráticas se caracterizan por el progreso, y el progreso siempre supone soltar el lastre y no refundar nuevas monarquías offshore señalando "repúblicas bananeras".

La realidad económica y el deterioro material aúpa a las nuevas extremas derechas donde las capas sociales que han disfrutado de una cierta sociedad del bienestar ahora están viviendo una situación comprometida por la desaparición paulatina de las políticas sociales en nombre de los recortes, y van viendo que todo a su alrededor se desmorona sin que se les ofrezca una alternativa. Es una situación donde hay gran flexibilidad en los flujos de capitales sin que las regulaciones estatales puedan hacer mucho para hacer valer el pacto social que posibilitaba el Estado del Bienestar.

La cuestión del cinismo es un elemento muy útil para los iliberales nacional populistas, porque ese carácter gamberro les permite llegar a grandes sectores de la población

Es ahí donde la extrema derecha, desde una posición combativa por la melancolía de un pasado dorado perdido, se reintroduce, y al estar americanizados, los códigos culturales para codificar y asimilar sus discursos ya los tenemos interiorizados. La política española, y especialmente el Partido Popular, ha perdido la capacidad de amalgamar todo lo que va desde el centro derecha liberal hasta el postfranquismo, a pesar del papel referencial y aglutinador que tiene el catolicismo en España, y ya no consigue construir esa unidad de acción y representación que les ha proporcionado eficiencia electoral. Aquellos que heredan del postfranquismo el nacionalismo españolista pero no otros elementos del repertorio político franquista van tomando otra deriva más diferenciada y hay mucho votante urbano de derechas y nacionalista, que durante un tiempo pudo verse representado por el PP, pero según va erosionándose como partido de gobierno, quedan huérfanos de una opción política democrática.

La cuestión del cinismo es un elemento muy útil para los iliberales nacional populistas, porque ese carácter gamberro les permite llegar a grandes sectores de la población, aunque no tengan unas claves ideológicas muy asentadas, pero esa actitud rebelde resulta ser muy atrayente. Para ellos lo primordial es el objetivo y, el medio que utilizan no está preestablecido, sino que lo modifican y adaptan sin reparos a un contexto concreto. El fin es mantener el poder de una minoría clasista cuya ideología de extrema derecha es un ultranacionalismo xenófobo, misógino y anticomunista por encima de los derechos humanos, pues carecen de voluntad y potencial objetivo para ser la clase organizadora de un futuro mejor para la sociedad.


Ser antifascista no es un delito, es un deber

Les buffones du roi