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@Montagut | Josep Comaposada, fundamental socialista catalán, informaba en las páginas de El Socialista en su número del 28 de julio de 1914 acerca de la situación de la vivienda en Barcelona en ese momento.
Reconocía que Barcelona se estaba transformando en una ciudad moderna, con nuevas construcciones, demostrando que había mucho dinero, pero eso solamente era el anverso de la realidad, porque había un reverso en relación con la clase obrera, que se había convertido, precisamente, en víctima del progreso material de la ciudad. La vida se había encarecido y el precio de los alquileres se había disparado, por lo que muchas personas se veían en la obligación de buscar habitación en los suburbios donde tampoco era fácil encontrarla, y cuando se encontraba era cara también y no reunía, además, buenas condiciones.
La vida se había encarecido y el precio de los alquileres se había disparado, por lo que muchas personas se veían en la obligación de buscar habitación en los suburbios
El problema no parecía solucionarse y Comaposada consideraba que iba a empeorar precisamente porque si no resultaban fallidos los planes para la próxima Exposición de Industrias Eléctricas habría que construir mucho y para eso se necesitaba más mano de obra. Eso, en principio, podría ser beneficioso, pero dada la carencia de habitaciones el aluvión de nuevos trabajadores no tendría donde vivir.
Comaposada calculaba que no llegaba al tres por ciento la construcción de vivienda en los últimos treinta años y que pudiera ser asequible para poder entrar con un alquiler asequible. Las casas construidas en el Ensanche eran para gente rica. La población obrera se había concentrado en calles viejas, sucias, faltas de luz y de higiene de la ciudad vieja. Como se habían derribado muchas por las últimas grandes reformas urbanísticas el problema se había desatado porque ya no existían ni esas casas para vivir.
El socialista catalán hablaba de que se llevaba varios años hablando de la necesidad de construir casas baratas, pero no se había hecho casi nada
El socialista catalán hablaba de que se llevaba varios años hablando de la necesidad de construir casas baratas, pero no se había hecho casi nada. El aumento del precio del alquiler de pisos y tiendas estaba llegando a proporciones enormes. Pisos de 18 y 20 pesetas mensuales eran subidos de forma repentinamente a 23 y 25, y aún en mayor cantidad. Eso ocurría por la escasez de viviendas medianamente aceptables y por las decisiones tomadas en el Congreso de la Propiedad Urbana que se había celebrado recientemente en Barcelona, y donde se tomaron resoluciones encaminadas a obtener mayores rendimientos de las casas.