Con el buen tiempo, llegan también las grandes ferias, desde Castellón a Sevilla, pasando por Valencia y Alicante. Todo el Levante español celebra sus fiestas y con ellas, como no podía ser de otra manera, los festejos taurinos. Tradición y religiosidad, emoción y afición, vida y muerte, arte e historia marcada a fuego. Eso son estas ferias que giran en torno al fuego, no en vano se abren con la quema (la cremà) de las famosas Fallas, y se cierran con la noche del fuego por excelencia, la noche de San Juan, tradición telúrica cuyos orígenes se remontan a tiempos prehistóricos. El fuego como purificador y renacimiento de la vida. En esa creencia tiene mucho que ver el mito del toro y el viejo continente, Taurus y Europa. El dios Zeus, jefe del Olimpo, disfrazado de toro, lleva a cabo el rapto del continente europeo, enamorado de la hermosa doncella llamada Europa, y la transporta a Creta donde surge la cultura minoica, que luego irá extendiéndose desde Creta por todo el Mediterráneo, de oriente a occidente hasta llegar al Finis Terrae. Viaje iniciático que con el correr de los siglos se prolongaría en la realidad con las peregrinaciones del Camino de Santiago, desde Centro Europa al Fin de la Tierra. Ya no solo todos los caminos llegaban a Roma, también a Santiago, al Finisterre, donde se terminaba quemando las botas. De nuevo el fuego, la purificación, las fallas.
Era adorado desde la remota antigüedad el toro sagrado en el lejano Levante, al sur de los montes Tauro; su efigie presidía y vigilaba la entrada de los templos, y se elevaba su figura, de oro y piedra, sobre el ara de los sacrificios, hasta llegar al Levante español. Europa no puede desligarse de esta mitología, de la que ha bebido y con cuya impronta se ha desarrollado. Tampoco puede desvincularse del toro, último vestigio de esa mitología hecha carne. Las razones de que pervivan los toros en nuestra península, en el sur de Francia y allende los mares, son cuasi sagradas, arcaicas y modernas, religiosas y lúdicas, de las que tendremos ocasión de hablar. Ahora, sin remontarnos más, vamos a lo inmediato. No obstante, quede lo apuntado como punto de reflexión para quienes no ven o no quieren ver más allá de lo que se ve y significa esta celebración.
Llega el buen tiempo, la primavera, renace la vida, y todo el Mediterráneo, de costa a costa, celebra este renacer echándose a la calle, lanzándose a la fiesta que celebra con su impronta particular dentro de la tradición común, en España esa impronta la pone el toro. Sus grandes festejos se inician estos días en el Levante español como en la remota antigüedad se iniciaban en el Levante cretense. En ellos, presidiendo templos y fiestas, no puede faltar el toro, el taurus de la cultura minoica, de que la que somos hijos. En el levante español, en Castellón precisamente, se inician las grandes ferias. Le seguirán las Fallas de Valencia... Y el fuego, siempre el fuego purificador.
La Feria de la Magdalena de Castellón, según los carteles dados a conocer, se compone de tres corridas, una de ellas, goyesca, otra de rejones y una novillada picada que abre la misma el día 8. Los novillos son de Fuente Ymbro; en la de rejones se juntan seis buenos caballistas y toreros; y en las corridas, con ganaderías escogidas de las que se espera buen juego, lidiarán figuras de las que no por estar muy vistas pierden atractivo. Si no hay cambios de última hora, las corridas tendrán lugar los días 13, 14 y 15 de marzo con las siguientes ternas:
*Domingo 8 de marzo: Novillada con picadores. Ganadería Fuente Umbro
Novilleros: F. J. Espada, Vicente Soler y Varea
*Lunes, 9: Corrida de rejones: F. Bohórquez, Rui Fernandes, Sergio Galán,
Leonardo Hernández, Luis Valdenebro (hijo) y Manuel Manzanares
*El viernes 13: Ganadería Núñez del Cuvillo
J.J. Padilla, Morante de la Puebla y J.M. Manzanares
*El sábado 14: Ganadería Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez
E. Ponce, “El Fandi” y Sebastián Castella
*El domingo 15: Ganadería El Pilar
Rivera Ordónez “Paquirri”, M. Angel Perera y A. Talavante
