viernes. 29.03.2024

La palabra miedo proviene del término latino metus, el origen de este término latino es oscuro, y no tiene relación con el indoeuropeo. Se refiere a una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. El DRAE lo define, en su primera acepción como angustia por un riego o daño real o imaginario.

Entre los filósofos que han teorizado sobre el miedo destacan los siguientes: Epicuro (341 a. C.- 270 a.C.) fue el filósofo de la Antigua Grecia que más abordó el tema del miedo. El propósito de este pensador fue hacer una filosofía para alcanzar la felicidad, en la que resaltó la superación de los miedos como una condición para llegar a la plenitud. En este sentido, Epicuro diferenció cuatro tipos de miedo en el ser humano: El miedo a los dioses: reconocía que la idea de los dioses se utilizaba para manipular a las personas y su propuesta para superar este miedo era reconocer a los dioses como sabios apartados del mundo, ya que estos nunca se ocuparían de lo que están haciendo o dejando de hacer los humanos. El miedo a la muerte: Epicuro también defendía que no debemos temerle a la muerte, ya que esta consiste en la falta de sensación. De esta forma, no tiene sentido asustarnos por algo que nunca vamos a sentir, ya que mientras existimos, la muerte no estará presente, y cuando esté presente, nosotros no existiremos. El miedo al dolor, tanto físico como emocional: por un lado, este tipo de miedo forma parte de la naturaleza humana, pues aparece cuando no podemos satisfacer nuestros deseos naturales y necesarios (hambre, frío, sed, etc.). Pero, por otro lado, también podemos experimentar dolor cuando no satisfacemos deseos innecesarios, como los lujos o los caprichos. El miedo al fracaso en la búsqueda del bien: el bien se alcanza a través de la felicidad para este filósofo, pero la felicidad consiste en ser más, no en tener más. Dicho esto, quien considera que la felicidad depende de factores externos equivoca su juicio y se somete a cosas que están fuera de su control (como la opinión de los demás o las recompensas externas). Para Hobbes: el miedo como fundamento del Estado. Por su parte, el miedo según la filosofía hobbesiana se enmarca en el ámbito político. Pues dicha emoción representa el fundamento para la conformación y la conservación del Estado. Thomas Hobbes (1588-1679), en su famoso libro El leviatándescribe la necesidad del gobierno para regular el estado natural del hombre, ya que en su condición natural, el ser humano es libre de hacer lo que quiere y de velar por sus propios intereses. Por tanto, sin ningún ente que nos regule, es muy fácil que caigamos en una guerra de todos contra todos. Dada esta tendencia del ser humano, se propone un contrato social, en el que cada uno cede su derecho natural a cambio de la protección de un soberano (gobierno). Así se garantiza la seguridad del colectivo, a cambio de dejar el poder absoluto en manos del ente soberano. Ahora bien, ¿por qué los seres humanos querrían formar parte de un contrato y renunciar a una parte de su libertad?. La razón que da Hobbes es el miedo. Para Theodor Adorno y Max Horkheimer: el miedo se debe a la falta de racionalidad. El miedo según la filosofía de Adorno y Horkheimer se enmarca en una crítica hacia la Ilustración. En su libro Dialéctica de la Ilustración (1947), estos autores señalan que el miedo de apartarse de la razón absorbió a este movimiento intelectual y lo volvió en su contra. En otras palabras, la Ilustración planteó como único método de la ciencia combatir el mito y aferrarse a la razón, pero en este camino perdió el sentido, ya que convirtió a la ciencia misma en un mito, al prohibirse a sí misma el pensamiento crítico. De esta forma, la fijación de la Ilustración contra el mito hizo que los miedos perpetuados a través de este cambiaran. Por tanto, ya no se temía a la divinidad o a los castigos, sino a la falta de objetividad y racionalidad. 

Lovecraft dijo: ”la emoción más antigua e intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo de los miedos es el miedo a lo desconocido”

El miedo es una emoción innata en los seres humanos. Todos, en algún momento de nuestra vida, sentimos o sentiremos miedo. Al fin y al cabo, es una reacción biológica y, aunque el miedo sea necesario para la supervivencia, produce un sentimiento de angustia y alteración que puede llegar a condicionar la vida de muchas personas. Ser conscientes que el problema nace en nuestro interior es la clave para ver que la solución también la tenemos nosotros. 

El mecanismo psicológico en las situaciones de miedo es relativamente sencillo. Así, cuando el cerebro identifica un peligro se produce una reacción y se crea la emoción del miedo. A partir de este momento se activan dos posibles respuestas: la huida o la defensa. En cualquier caso, la adrenalina y el cortisol son los neurotransmisores que acompañan a la sensación de temor. El cuerpo reacciona con un incremento de los latidos cardíacos, con un aumento de la frecuencia respiratoria para aportar más oxígeno y con la dilatación de las pupilas para facilitar la visión. Estos mecanismos corporales son extremadamente útiles, pues nos sirven para prepararnos ante situaciones amenazantes.

En la mayoría de los casos, lo que verdaderamente produce temor es el miedo al miedo, no el miedo en sí mismo. Si identificamos la causa de nuestros temores y logramos entender el por qué, podremos controlarlos y afrontarlos. Así lo afirma el psicólogo Karl Albrecht, en "Inteligencia práctica: el arte y la ciencia del sentido común” (Nueva York: Wiley, 2007), cuando explica que “el miedo al miedo probablemente causa más problemas en nuestras vidas que el miedo en sí mismo”.  Albrecht recoge los cinco miedos básicos que todos los seres humanos compartimos y de los que nacen el resto de los temores: El miedo a la muerte. Es consecuencia directa de nuestro instinto de supervivencia. Sentimos miedo si nos encontramos ante una situación que pone en peligro nuestra existencia. Por ello, del miedo a la muerte se derivan otros muchos temores como el miedo a las alturas, a volar, a la oscuridad o al dolorLa Pérdida de autonomía: Está muy vinculado a la claustrofobia, que no se limita a tener miedo a espacios cerrados. Se trata del temor a ser inmovilizados, paralizados, encarcelados o controlados por circunstancias que están fuera de nuestro alcance. La Soledad. Es el miedo al abandono, al rechazo o a sentirnos despreciados. Algunas de las reacciones a este miedo son la envidia y los celos, que pueden aparecer ante el temor que alguien nos abandone por otra persona. El miedo a la mutilación. Es el temor por perder o ser dañadas alguna de las partes de nuestro cuerpo.  Este miedo se resume en la idea de tener límites en la movilidad de nuestro cuerpo o perder la integridad de cualquier órgano o función natural. Es uno de los miedos más relacionados con nuestra supervivencia, es un temor que nos protege. Los Daños y Perjuicios al Ego: Es el miedo a pasar vergüenza o a sentirnos humillados. De él se desprenden miedos como el de hablar en público, porque nos exponemos a cometer errores que muchas personas relacionan con hacer el ridículo. 

Según la perspectiva filosófica, el miedo se puede gestionar a través de la combinación equilibrada de la heurística y hermenéutica. En este caso, la hermenéutica del miedo implicaría reflexionar, comprender y dilucidar los diferentes tipos de miedo (temor, ansiedad, terror, etc.) y sus causas. En cambio, la heurística del miedo sería el proceso reflexivo y educativo por el que asumiríamos esta emoción como un elemento necesario para evitar daños y males. En este sentido, se debe tener en cuenta que la educación de ese miedo y su correcta manifestación puede tener ventajas. Al conocer las causas objetivas del dolor propio y ajeno será más fácil dominar el miedo.

Por tanto, el miedo es una respuesta adaptativa frente al riesgo o peligro. Se trata de una alerta interna que nos avisa e invita a adoptar una posición cauta. Por lo tanto, cumple un papel muy importante en la preservación de la vida y de la integridad. Los miedos atávicos vienen a ser una adaptación colectiva a las amenazas más graves.

El paso más importante para superar los miedos es entender que no podemos prescindir de ellos. Saber convivir con nuestras vulnerabilidades nos hará más fuertes ante los retos que nos iremos encontrando por el camino. 

Por último, compartir esta reflexión del gran escritor, innovador del género del terror, H.P. Lovecraft: ”la emoción más antigua e intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo de los miedos es el miedo a lo desconocido”.

La emoción del miedo: una respuesta adaptativa frente al peligro